De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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LA CANDELA… ideas para pedir a los Reyes Magos. (Madrid)

Hace unos meses sometimos a nuestro cuestionario cítrico a Luis Moreno del Restaurante Montia, premio cocinero revelación de Madrid Fusión 2014. En él, le pedimos que nos hiciera una recomendación limonera, un sitio que no nos debíamos perder y, sin dudarlo un segundo, nos recomendó La Candela… con lo que lo anotamos en la lista de deberes, por fin, hemos cumplido con la promesa y lo hemos limoneado.

La Candela empezó su andadura en Valdemorillo, un pueblo cerquita del Escorial a 40 kilómetros de Madrid. Hace unos meses le echaron arrojo y se mudaron a la capital, a un local precioso en pleno centro, al lado del Palacio Real. La apuesta parece que les está funcionando y el local suma lleno tras lleno.

En sus fogones experimenta Samy Alí, un tipo joven, simpático, dinámico y currante, muy currante. Todo un limonero de espíritu que se pasa por las mesas preguntando si estás disfrutando, si lo estás pasando bien. En estos sitios alimentarse es importante, no salir con hambre también, pero a lo que realmente vas es a disfrutar.

Comer en La Candela es dinero, que no es lo mismo que ser caro, caro es un menú cutre en el burrikin por 10 euros… pero lo cierto es que se sale de largo del presupuesto limonero. La Candela no compite en ocasiones especiales, directamente, se va a la opción caprichos, ahora, en ella, se sale de la escala.

Tienen tres menús, el medio, el largo y el hiperlargo. (43, 52 y 63 euros, respectivamente), ya que vais, ahorrad aunque sea un mes más y hacedlo bien, id con hambre y con tiempo y recrearos con el menú hiperlargo, aperitivos y 10 platos, 8 salados y dos dulces. Más de dos horas de espectáculo, de amor y de momentos casi orgásmicos.

Al menú le hacen variaciones todas las semanas y lo van adaptando a los productos de temporada, este es el resumen del que nosotros probamos. Arrancamos con el aperitivo, un snack de arroz y camarón, una patata souffle tellagorri, cucurucho relleno de humus, queso libanés y pepino a la menta y una esferificación de leche de tigre con fondo frutal. Todo estaba buenísimo, pero esa especie de bombón verde de jugo de ceviche que te entraba hasta el final de la gargante, te refrescaba y explotaba de sabor merece una mención especial.

Después vinieron los principales, mezclas super cítricas, picantes, agrias, dulces, currys rojos… de los 8 hubo tres que nos enamoraron, el dumpling carbonara, caldo de jamón texturizado, humo de pinar y tomillo y espuma de tocineta. En cristiano un dumpling de panceta deliciosisimo con un caldo que al destaparlo soltaba humo de pinar. A lo Homer aaaaaaggghghhh. El segundo brutal era el Bans en deconstrucción de pollo de corral en pepitoria, un bollito de pan al vapor relleno del guiso de pollo más rico que jamás hayáis probado y con un montón de salsas para remojar y rechupetearse los dedos. Amor!

Y por último, el rabo de toro, parmentier de patata y sorbete de albahaca. Una especie de «bocadito» entre tejas que era el churrascado de la salsa… brutal! El sorbete de albahaca obraba el milagro, te quitaba todo el sabor del rabo y te dejaba el paladar listo para el postre. Y esa es una de las cosas más alucinantes, los platos tenían un montón de fuerza, había ajo, picante, sabores super intensos… pero en cuanto te lo acababas el sabor desaparecía y dejaba hueco para el siguiente.

Los postres eran perfectos para poco golosos, un guacamole dulce riquísimo y un helado de parmesano crema agria, fresas, infusión de frutos rojos y vinagre de jerez... es que estaban ricos hasta los petit four! En fin, que casi morimos de gusto.

La Candela es, con todo, el sitio más original en el que hemos estado. Los platos son pura ingeniería gastronómica. Están pensados y medidos. Está todo tan rico que podrías seguir comiendo hasta el día siguiente, a ritmo, a pocos, escuchando las explicaciones, aprendiendo, saboreando… en serio, es un capricho gastronómico, pero todavía quedan más de dos meses hasta las Navidades, sed buenos y pedidle a los Reyes que os lleven, las tres limas se les quedan cortas.

 

http://www.lacandelaresto.com/

Calle Amnistía, 10. Madrid.

Teléfono 911739888

 


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ALFREDO´S BARBACOA… Hamburguers born in the USA. (Madrid)

Antes de arrancar, pongamos música para ambientarnos… porque si algo tiene el Alfredo´s es ambiente! Quizá sea por los rodeos que ponen en la tele del local en modo bucle, quizá por las banderas que forran las paredes, quizá por los camareros a los que sólo les falta ir con Harley entre las mesas… pero lo que sí tengo claro es que a mí la hamburguesa me supo a Bruce Springsteen… y a Born in the USA.

Alfredo´s es un clásico hamburguesero de Madrid. El primer local (tienen tres) lo abrió un Neoyorkino en 1981, en una España escasa de influencias gastronómicas internacionales y triunfó como la Cocacola. A día de hoy, más de treinta años después, sus tres locales siguen siempre llenos a rebosar. No os dejéis engañar por los manteles de papel… esta gente puede llegar a tener más lista de espera que el propio Kabuki.

Supongo que en esto del éxito el ambiente de los locales hace, mola sentirse como Enric González en cualquiera de sus historias de Nueva York, esas en las que nos habla de los Steak Houses (esteic que no stic) y de como las vacas americanas saben especial porque por motivos políticos se alimentan de grano y no de pasto…  pero la verdad, es que el secreto está en la carne. Al Alfredo´s se va a comer carne… y es deliciosa.

Alfredos

La carta es ultracorta y, parece ser, que no ha variado en los últimos treinta años. Yo me lo creo, hay claves esenciales, permanecen inmunes a la cebolla frita (Que no a los ricos y grasosos aros de cebolla), a la cebolla caramelizada (que no a la clásica cebolla a la brasa) y sobre todo, al queso de cabra. Muchas veces es cierto eso que dicen de renovarse o morir, pero de vez en cuando, encontrar un local ajeno a las modas te reconcilia con los clásicos.

En nuestra visita probamos la ensalada de col, no suelo ser muy fan, pero si está en todas las mesas igual es por algo y como media ración cuesta 2,75 euros, no íbamos a quedarnos con las ganas. La cuestión es que sorprende, tiene una salsa dulzona que hace que no sólo se coma sino que esté riquísima. Por aquello de engañar un poco más el estómago nos pedimos otra media de chile con carne (3,50€), conocí este manjar en Rota y nunca, nunca, nunca, me separaré de él. No estaba como el casero, pero para quitar el antojo y el frío que ahora empieza a atacarnos, bien vale.

Y llegamos a las hamburguesas…  Las tienes en tamaño pequeño (de 160 g.) y grandote (250 g.) que además de la carne de cebón y las patatas fritas, trae ensalada de col. Como ya veníamos ensalados del primero, optamos por dos pequeñas, no temáis, son bastante consistentes. Pedimos una con salsa barbacoa, bacon y queso y otra con queso philadelphia y cebolla a la brasa (7,25€) , las dos poco hechas y cumplieron.

La salsa barbacoa es casera y está de morirse y en el bolón de queso philadelphia no escatimaron. La carne está recién bajada de los cielos y ahora… llegan los limones. El pan de la hamburguesa es bimbo sin más, y cuando digo sin más… es sin más, ni un mínimo tostadito, la cebolla era tan dura y venía tan poco braseada que me la estuve comiendo hasta el desayuno del día siguiente y el mayor pecado mortal de todos… horrendas patatas congeladas.

De postre pedimos una cookie con helado de vainilla, es tamaño americano, o Triki, vamos, gigante pero no nos gustó nada… en vez de ser crujiente era esponjosa y entre eso, y la esencia de limón aquello sabía a magdalena de la Bella Easo. Horreur, horreur.

En resumen, el local es la caña, el servicio es tan rápido que a veces roza el borderío, pero la verdad es que conjuga bien con el local, la carne de las hamburguesas es lo mejor que los limoneros hemos probado en años y eso les da dos limas. El resto… se ganan un limón a pulso. Eso sí, aún con todos los limones que queramos, no me da llegado el momento de volver.

http://www.alfredos-barbacoa.es/

Dirección: Calle Juan Hurtado de Mendoza, 11 Madrid


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HATTORI HANZO… hay vida japo más allá del sushi. (Madrid)

La semana pasada visitábamos la taberna japonesa de Chicote. Hoy seguimos en la misma línea y os llevamos a una Izakaya de verdad, es decir, una taberna de las que nos podíamos encontrar en cualquier rincón de Tokio, pero sin salir de Madrid, es más sin salir del centro más céntrico de Madrid, a dos pasos de Callao.

El sitio en cuestión se llama Hattori Hanzo, coge su nombre de un lider ninja y nos recuerda, inevitablemente, a Kill Bill, la peli de Tarantino. Dentro del local hay un mural con su cara, @luisete, que estuvo en la inauguración nos cuenta como lo pintaron el propio día de la inauguración, por mucho que os lo intente describir… hay que verlo para hacerse una idea de lo mucho que mola.

El local es gigantesco, tiene una zona con mesas tipo taberna y otra, en un salón donde las mesas están a la altura del suelo, tú te sientas en un cojín y hay un hueco para que puedas meter las piernas. Una versión dos punto cero de comer en el suelo y, hay que reconocer, que bastante más cómodo que tener que hacerlo con las piernas cruzadas como en El Arabia. La decoración es fantástica, de esas que consiguen que viajes sólo con entrar por la puerta, eso si tiene unos perversos farolillos rojos que dan mucho ambiente pero hacen que las fotos de los platos de la cena sean una pesadilla.

El servicio es japonés puro, nos atendió una mujer que era pura dulzura, sonreía y sonreía, aunque no conseguíamos entenderle ni la mitad de lo que nos decía. Al final, entre un poco que nos entendimos, otro poco que traíamos estudiado de cosa y otro que dejamos al azar logramos pedir comida suficiente y probar un poco de todo. Por lo que vimos la tarea es bien fácil, pidas lo que pidas, aciertas.

La carta se divide en dos, y no, en ninguna de ellas hay sushi, porque amigos míos, hay vida en la gastronomía japonesa más allá del sushi, y de los yakisobas. En la primera hay platos variados, desde empanadillas japonesas a tortillas imposibles y en la segunda hay yakitoros. En nuestra primera visita nos limitamos a la primera carta pero prometemos volver a catar las brochetas asadas en barbacoa japonesa.

Los nombres son impronunciables y además no escatiman en caracteres, pero hay uno que tenéis que recordar, el Oyonomiyaki, en caso de que no lo recordéis siempre podéis ir a cualquier mesa, señalar con el dedo y decir, quiero eso. 9 de cada 10 mesas lo están comiendo, la una que falta es porque ya lo ha terminado. Es una especie de tortilla de col (coliflor casi me atrevería) que lleva un algo de cerdo por abajo, un festival de salsas por arriba y bonito seco en lascas. Especial, gocho y contundente a partes iguales. Para dos se hace un poco mucho pero la idea de irse sin probarlo, no es una opción.

Los bocatas en pan chino son deliciosos, más pronto que tarde acabaremos aburridos de la burbuja del pan hervido, pero… como por ahora la invasión es sutil, todavía me maravillo con esa cosa blandita, blancucha y que aguanta lo que le metas por dentro, probamos el de panceta y pepino encurtido y… lo dicho, de ese tipo de bocatas el ser humano no tiene límite. Ñam!

Por último, mi debilidad limonera, Buta no Gyoza, empanadillas japonesas, de esas que van al vapor y luego a la plancha. Confieso que soy incapaz de verlas en la carta y no pedirlas, incapaz. Son cien por cien caseras y, lo cierto es que estaban muy muy ricas.

En el postre no lo dudamos y pedimos un Doriyaki, esto quizá también os suene, era la merienda favorita de ese niño ñoño y malvado que tenía un gato cósmico con un bolsillo mágico que todos soñamos con tener, sip, Doraemon. En realidad, no entiendo como después de tantos capítulos merendando doriyakis ese niño todavía conservaba los dientes, eso sí, el nivel de azúcar lo debía tener fuera de control. Una especie de tortita, rellena de Soja roja (como mermelada de alubias con tropezones). Curioso cuanto menos.

Pedimos cerveza y la cuenta salió por unos 15 euros por cabeza, un viaje a japón te sale por bastante más y te ahorras todas las h0ras del vuelo y un incómodo jet lag (efectivamente, es un consuelo barato pero es el mejor que tenemos). La comida es muy auténtica, rica y diferente. El local es muy chulo, el servicio es amable, su CM es majete y la apuesta vale la pena. Fui hace un par de semanas y no he parado de recomendarlo… eso significa, necesariamente, que se lleva otras tres limas.

Un último aviso, si vais, reservad!

Dirección: Calle Mesonero Romanos 15, 28004 Madrid.

Teléfono: 917 865 780.

Webhttp://www.hattori-hanzo.com.es/

 


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Yakitoro… nuestra crítica cítrica a Chicote. (Madrid)

En nuestra declaración de intenciones, allá por el año cero limonero, prometimos visitar, entre otros, esos locales de moda de los que todo el mundo habla y pasarlos por nuestro filtro cítrico. Y si juntamos esto de estar de moda con la gastronomía nos sale un nombre por encima de todas las cosas: Chicote!

Sí, ese enorme cocinero (guiño, guiño), ataviado con los uniformes más coloridos del mercado y que se ha convertido en muso y estandarte de Ágatha Ruiz de la Prada. Después de su éxito destripando restaurantes sin éxito en Pesadilla en la Cocina, se ha lanzado a su propio proyecto gastronómico y le ha puesto un nombre poco recordable: Yakitoro. (Lo que viene siendo una Brocheta en japonés… ).

Os voy a hacer un spoiler de la entrada, me encantaría haberle dado un montón de limones, haber dicho aquello de «voy a vomitar«, ponerlo verde, azul y, sobre todo, amarillo, pero la verdad es que salí encantada. Toda la pega que le puedo poner y que pasé frío y es una pega a la que, posiblemente, mi madre me respondería con un franco: «Hija, es que ibas muy fresca».

El local es muy grande, tiene un montón de mesas y una zona de barra donde comes mirando a la calle en formato «niuyorkino» pero no os dejéis engañar por el número de asientos o por la excusa de que vais a cenar pronto, si no queréis quedaros con las ganas, reservad. Está súper bien decorado y tiene una cosa muy curiosa, las mesas tienen hielo en el medio, esto sirve para que tú dejes tu botella de cerveza y no se te caliente y para otra cosa aún más curiosa, para almacenar las cervezas (en tamaño grande… entendiendo por grande, de más de medio litro). Así que cuando tú pides, como nosotros, una maravillosa Affligem, la camarera rebusca entre las mesas y te la trae.

Los camareros van vestidos con monos verdes, es una versión SurCoreana del uniforme y, la verdad, es que mola, es práctico, cómodo y diferente. Bueno, y el personal también mola, es atento, auténtico, rápido y algo muy importante, hacen muy buenas recomendaciones.

En cuanto a la carta, la cosa es breve, lo resumen en procedencias de la materia prima… que si de tierra, de agua, de finca, de granja y, casi todo, lo sirven en palos (brochetas, bueno, yakitoros, bueno, ya me entendéis), y pa algo que no sirven en palos, que son los bocatas, los llaman Yakibokatas, unos bocados en pan al vapor super deliciosos.

Nosotros probamos un poco de todo, y de verdad que nada defrauda, los Pimientos de Gernika con salsa de almendras estaban súper buenos. Y el Yakitoro de atún rojo, con pack choy lacado sobre pan y salmorejo no os quiero ni contar, está entre mis cosas favoritas de todo lo que he probado en estos últimos dos años… Aunque confieso que compite muy de cerca con el Yakibokata de papada y pepino. Madre, madre… qué bueno estaba esto. (El de bonito y pimientos verdes fritos nos gustó un poco menos, quizá, porque fue lo último que pedimos y ya no teníamos tanta, tanta hambre).

El Yakitoro es un lugar tan jodidamente bueno, que allí hasta los huevos a la cubana (sí, ese esperpento de comida de emancipado) están buenísimos… creo que con esto os resumo toda la filosofía. La comida tiene un toque japo, de mezcla de sabores, dulzones, agripicantes y de materias primas super buenas.

De postre nos pedimos un crumble de manzana rico,rico y, confieso, que me quedé con ganas de probar el Helado de fresa y wasabi, crema de chocolate y galleta de jengibre…

Habiendo bebido dos cervezas de las grandotas, cenado como señores y haber compartido un postre la fiesta salió por 25 euros por cabeza. Un punto más económico que su colega el StreetXo de David Muñoz y mil sabores exóticos con un punto oriental altamente recomendables. Para una ocasión especial, salir de la rutina e incluso, marujear a Chicote y ver como bailotea por la cocina la comida se lleva las tres limas. Hay que reconocer que de ver tanta pesadilla Chicote, ha sacado conclusiones, sabe lo que se hace y, no sólo sabe lo que se hace, sino que está dispuesto a enseñarlo.

http://www.yakitoro.com/

Dirección: Calle Reina, 41, 28004 Madrid
Teléfono: 917 37 14 41
Tienes todas nuestras fotos en Flickr


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The Othilio Bar… otro lugar molón en Vigo.

El otro día hablábamos de la Taberna Patouro y de toda la actividad gastronómica que está surgiendo en Vigo. Hoy nos quedamos en la zona centro y visitamos uno nuevo… The Othilio Bar. El concepto es prácticamente el mismo, un local bonito, unos camareros amables que conocen su producto y unos precios un poco de ocasión especial. Eso sí, con menú del día entre semana por 12,50€.

Es uno de esos lugares donde picotear sale mejor en grupo que en pareja, al final las raciones se reparten, se prueban más cosas y así los precios se racionalizan. En todo caso y, aunque nosotros fuimos sólo dos, con el hambre que teníamos también nos dio margen a probar un montón de cosas.

menu othilio

Arrancamos la aventura con una coca de sardina ahumada asada, la coca estaba rica, era una galletita crujiente sobre la que había un poco de pisto y la sardina. Le sobraban dos cosas… la cebolla frita crujiente y la reducción de vinagre de módena. Qué manía de echarle estas dos cosas a todo! Obviando este detalle estaba muy rica… si es que estas sardinas son todo un triunfazo, ya os lo dijimos en nuestra visita a la Sopa Boba.

De ahí nos pasamos a la Empanada de pulpo individual hecha al momento, que eran unas bases de masa filo fritas sobre las que estaba la zaragallada de pulpo. Rica, pero un punto aceitosa… frito con frito, pero original sin duda y cumpliendo con nuestra obsesión limonera. Con la cebolla bien pochadita.

Aunque lleve poco tiempo abierto este lugar ya tiene un plato estrella, es el bocata de churrasco de cerdo ibérico con parmesano gallego (9,50€), otra vez con cebolla frita que no pegaba, rúcula… y otra vez con reducción de vinagre de módena. Qué hemos hecho nosotros para merecer esto. Con lo bien que le habría quedado un rico chimichurri o un toque de salsa barbacoa. En fin… aburrimientos a parte estaba buenísimo, los trozos de churrasco estaban enteros y el bocata es hermoso.

the othilio bar

El tataki crujiente de atún rojo con wasabi estaba insipidillo, el atún era un bicho precioso, jugoso y bien cortado pero le faltaba un poco de sabor. De crujiente tenía poco y el momento wasabi decepcionaba un poco porque estaba en el borde del plato listo para mezclar con la soja. Echamos de menos los palillos y de más esa base de rúcula que en contraste con el atún sí que sabía muchísimo, tanto que acaparaba todo el sabor.

Ya os dije que íbamos con hambre así que después de probar todo esto… aún nos quedaba un agujerillo y sumado a la gula con la que vinimos de serie probamos el Steak Tartar con yuca, donde todo estaba rico hasta que apareció en el plato ketchup… pero por quéeeeeeeee. En qué momento alguien creyó que juntar un steak tartar buenísimo con ketchup era buena idea.

De postre probamos el cheesecake con mermelada de naranja amarga y… no nos terminó de convencer era pura nata. En cuanto al vino probamos un 7 cupos (12,50€ la botella) muy rico y bastante, bastante bien de precio.

El local es bonito aunque extremadamente ruidoso, solo había seis mesas y había momentos en los que empezaba a doler la cabeza. Sirven muy rápido, todo está genial presentado y en general son apuestas muy ricas y diferentes aunque mal aliñadas (por suerte con fácil solución). La cuenta salió por 37 euros por cabeza… ya os anticipamos que Vigo se estaba subiendo un poquito a la parra. La comida es de dos limas, el precio y los aliños, reducciones y ketchups varios le cuestan un limón.

 

Calle Luis Taboada nº 9 Vigo (Pontevedra).

Telf: 986 19 00 17

http://theothiliobar.blogspot.com.es/


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PATOURO… el nuevo lugar de moda en Bouzas. (Vigo)

Que Vigo está en plena eclosión gastronómica es un hecho. Raro es el mes que no abre algún local nuevo con cartas cada vez más originales, más trabajadas, con mejor servicio y con una decoración más y más chula. Además se está expandiendo por toda la ciudad, la marea gastronómica parte del Casco Vello pero llega de este a oeste, incluso a uno de los barrios marineros con más entidad e historia de la ciudad, la Villa de Bouzas.

Decir Bouzas no es decir cualquier cosa, no se trata sólo de uno de los barrios más de moda de Vigo, se trata de una Villa que fue Concello independiente hasta el siglo XX, con su propia fiesta de Reconquista de los franceses (La Brincadeira) y con ciudadanos propios… si nos apuráis diremos que existe el carnet de Boucense y no se concede así como así. Viene a ser como el título de gato madrileño, un orgullo de pureza al alcance de muy pocos. En este  barrio y una vez al año se puede disfrutar de los mejores fuegos artificiales del mundo, los fuegos de Bouzas en las fiestas del Cristo de los Aflingidos.

Es el lugar perfecto para el aperitivo del domingo, pasear por el mercadillo que se organiza, soltar a las pequeñas fieras por la Alameda o el paseo marítimo. Y ya si queréis cerrar un plan de domingo de lo más auténtico igual tenéis suerte y juega el equipo local, el Rápido de Bouzas, el club de fútbol favorito de Ivan Ferreiro.

Cuestiones culturales al margen hoy os hablamos de uno de los nuevos locales que han abierto, el Patouro. Un restaurante que destaca muy mucho en el paraíso del chincho y la ración de pulpo. Super bien decorado, con sus taburetes incómodos, (seamos sinceros, no hay local molón que se precie que no tenga unos taburetes incómodos), buen ambiente, siempre lleno y con unos camareros encantadores.

La carta es mínima y muy de mercado, si es que no hace falta más. Empezamos con una ración de empanada del día (6,20€) nos tocó de calamares, reconoceré que no es mi favorita pero estaba tan bien hecha que incluso siendo «de rabos» me encantó. Venía cortada en dos triángulos, cual sandwich de nocilla, la masa era crujiente y finita y la cebolla estaba super pochada. Lo único malo que tenía era el precio.

Patouro

Después probamos los Langostinos con millo, no eres nadie si no tienes unos langostinos fritos en tu carta, la verdad es que la materia prima era muy buena pero no terminaban de estar ricos, les faltaba salsurria que les salvase de lo secos que estaban. Y las navajas a la brasa, no hagáis como yo y vayáis en la misma semana que habéis ido al StreetXo, no son comparables a sus navajas al humo, pero son muy buenas, no para llorar… pero muy buenas.

En plan un poco más serio probamos el Lomo de vaca (9,90€) tuvimos mala suerte y vino un poquito frío pero era delicioso, jugoso, sabroso y sí… un poco escaso. Tanto que acabamos pidiendo la hamburguesa de vaca, bien hecha, con pan de verdad y tomate seco. De postre probamos el cuscús de mandioca. Simple y buenísimo… Los postres con leche condensada tienen estas cosas… que triunfan.

El servicio fue de diez, cuando terminamos en cocinero (que había pasado por el Culler de Pau) se sentó con nosotros y hablamos de qué nos había parecido la comida, nos explicó qué había pasado con la carne de vaca, le convencimos de que para la próxima trocease un poco más el tomate seco para evitar que se viniera todo en el primer mordisco, encantador. La presentación de los platos era fantástica, las raciones no demasiado abundantes y los precios un poco subidos… cenamos con cerveza y la cuenta rozó los 35 euros por cabeza. Por saber diferenciarse, tener calidad y apostar por el futuro le damos dos limas, por el precio se llevan medio limón.

 

Plaza M. Diego Santos, 17. Bouzas, Vigo.

Teléfono 886113042.


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El Mythos y la comida griega. (Madrid)

Nuestra entrada de verano de esta semana se la dedicamos a Grecia. Con la excusa de que hemos limoneado un restaurante griego en Madrid, saldamos la deuda de la crónica limonera de mis vacaciones del año pasado. Que sí, que nunca es tarde si la dicha es buena.

El recorrido del año pasado nos llevó por Santorini, Mikonos, Paros, Antiparos y Atenas. Doce días maravillosos de mochileo, ferries, alojamiento buscado sobre la marcha en los muelles (Que por cierto, funciona fenomenal… unos 20 euros la noche habitación para dos) y, sobre todo, mucho, muchísimo yogur.

Las vistas son preciosas, las puestas de sol una delicia, la gente es simpatiquísima, pero la comida… no. Estas zonas tan turísticas tienen sus inconvenientes, el que después de doce días no pueda recomendaros ni un sólo restaurante es uno de ellos. El menú consta de quince platos(como mucho), y parece como si lo hubiera aprobado el Gobierno y no pudieran salirse de ahí. Ensalada griega, tzatziki, musaka y pastitsio (una especie de lasaña hecha con macarrones tamaño espaguetti).

Naturalmente, en Grecia se comen muchas más cosas y mucho más ricas, si juzgásemos la gastronomía española por los restaurantes de Salou íbamos apañados. Prueba de ello es la carta del Mythos, un restaurante griego en pleno Tribunal, en la calle Apodaca.El local tiene su punto griego, sus vasijas y sus hojas de parra. Vamos que el decorador cumplió con su función.

Aunque la carta está llena de platos con muy buena pinta y, de hecho, las mesas de nuestro alrededor pidieron cosas que entraban ganas de meterle el tenedor y robarles un poco, nosotros probamos el menú del día por 9,90€ y la verdad es que no estaba nada mal.
Mythos

De primero había una ensalada que no nos llamó, unas rodajas de berenjena asadas a la brasa con salsa de tomate que… estaban aceptables, nada del otro mundo pero tampoco nada terrible y un pastel de arroz con repollo y toque de eneldo, bastante rico para lo que suelen ser estas cosas. Ácido como es de esperar pero, comestible que no es poco.

En los segundos venía el punto fuerte.La carne picada de ternera asada a la brasa acompañada de patatas al horno tenía muy buena pinta, pero había que elegir, así que optamos por la carne de cerdo rellena de pimientos rojos y queso feta a la plancha que estaba, deliciosa! y Chipirones a la plancha con compota de manzana y toque de Ouzo (el anís griego) mucho más que rico. Los postres tampoco estaban mal, Baklawa y una tarta templada de masa filo y crema pastelera.

Es verdad que los primeros nos dejaron un poco indiferentes, pero los segundos remontaron el asunto, incluso nos dejaron con ganas de probar el resto de la carta. La luz era terrible para las fotos pero hacía que el local fuera agradable y el personal tenía un punto borde pero que en un contexto griego resultaba hasta entrañable. Una lima y media y la oportunidad de recordar un paraíso bastante cercano.

http://www.restaurantemilos.es/

Dirección: Calle Apodaca, 20, 28004 Madrid
Teléfono:915 91 25 81
Ah, un Limonsejo, si vais a Grecia comed queso Feta, es de los pocos lugares del mundo donde sabe a algo y está rico 😉


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La Trastienda del Cuatro, donde menos es más. (Vigo)

Volvemos a Vigo para comer un menú rico, rico y con fundamento. Nos vamos hasta la trastienda del Cuatro, en el número cuatro de la Calle Pablo Morillo, justo al lado del Náutico. Una de las zonas más chulas que tiene Vigo para pasear, relajarse y aprovechar para darle un saludo a Julio Verne.
Lo de Julio Verne no es coña, en mitad del paseo hay una estatua super bonita del escritor sentado sobre un «calamar gigante»… en homenaje a ese capítulo de 20.000  Leguas de Viaje submarino titulado la «Bahía de Vigo». Si pasáis por la zona, la foto es visita obligada.
Pero vamos a lo que nos interesa, la comida. De las mejores cosas de este sitio es la decoración, es uno de esos lugares parecidos a La Otra Casa donde puedes pasarte horas entretenido mirando para las paredes del local, un sitio Cuqui que lleva abierto desde antes de que el «cuquismo» se extendiera y que, ha sabido mantenerse con vida pese al paso del tiemp0.
La carta ha ido cambiando y, los precios con ella, como podéis ver en la web reinan los carpaccios y las tempuras, junto a los tatakis, sashimis, makisushis, carnes pescados… vamos, que le dan a todos los palos y aunque no son baratos, más bien lo contrario, nos consta que todo los sale rico. Entre semana tienen menú del día y, aunque es un poquito más caro que el entorno (13,50€) si os tiene buena pinta, es una muy buena opción.
la trastienda
El día que fuimos nosotros tenían de primeros Crema de pimiento asado… que aunque asustaba un poco resultó que estaba muy, muy rica. Con su patatuela, suave, vamos que no cumplía con uno de nuestros dichos limoneros «te repites más que los pimientos«.  Y una ensalada de patata, pulpo y pimiento, muy muy rica. Para los que nos gusta el pulpo pero nos sacia en grandes cantidades era el plato perfecto… de como conseguir más, con menos. Eso es talento, y una forma impresionante de ahorrar dinero en materias primas.
Los segundos parecían pobres, pero les pasaba un poco como a la ensalada, ganaban  cuando los tenías delante. El huevo estrellado con solomillo de cerdo y salsa blanca (de ajo) estaba riquísimo, jugoso y sabroso. Y los espaguetis con rape al pesto rojo con su pasta al dente, su tomatito pochado y sus dos buenos trozos de rape eran limonísimos! De postre había pera con helado y yogur y mermelada, simple y rico.
Los camareros fueron súper amables aunque les faltaba un poco de ritmo, la presentación era muy buena, las raciones eran apropiadas (ni morías de hambre ni salías rodando), las opciones eran originales y encima estaban riquísimas, aunque no fueran de lujo, y con el suplemento de terraza incluido pagamos 15 euros por persona. Un local de dos limas perfecto para quedar bien con un compromiso sin arruinar el mes aunque un poco carillo para el día a día..
Por cierto, si andáis por León siempre podéis visitar a su gemelo, La trastienda del 13 en la Calle Ancha número 1, también lo ponen por las nubes 🙂
Dirección: Calle de Pablo Morillo, 4, 36201 Vigo, Pontevedra
Teléfono:986 11 58 81


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NAKEIMA… y la fama merecida. (Madrid)

En la entrada de hoy ponemos a prueba el Nakeima, uno de esos sitios que en cuestión de meses se han puesto en boca de todos. Era la segunda vez que lo intentábamos, la primera de ellas, ilusos nosotros, fuimos a las dos y media esperando mesa como si fuera un restaurante normal pero… nada más parecido a la realidad, la segunda vez sí lo conseguimos, aquí la crítica cítrica de nuestra visita.

En Nakeima caben 20 personas, 18 sentadas y dos de pie. Dan un servicio en cada turno, como lo estáis leyendo. Uno a la hora de comer y otro a la hora de cenar… ya que dos y dos son cuatro, un máximo de cuarenta personas diarias comen en Nakeima, una estrategia curiosa pero que les ha salido bien. Lo están petando! Las soluciones fáciles aquí no funcionan, no vale reservar, hay que plantarse en el local a eso de la una en la comida y a eso de las 20.15 en la cena y hacer cola. Si  cuando llegáis la cola es de más de 20 personas… casi que no vale la pena ni que lo intentéis.

Si habéis sido madrugadores y suertudos un chico encantador saldrá con una libreta y te tomará nota, nombre y número de personas y te citará para las dos o las nueve de la noche. Así que te vas a tomar una caña, vuelves y esperas otra vez a que te llamen y te enseñen el rinconcito que han preparado para ti.

El sitio es simple y estrujado, fuimos los últimos afortunados y eso tuvo precio, nos tocó comer de pie. Un rollito muy StreetXo pero sin cubiertos de plástico, sólo con palillos. Pese a que es moderno e informal, en realidad, todo es muy civilizado, van tomando nota por orden… otro camarero más majo que el anterior te empieza a contar todo lo que tienen ese día desglosado por tipos, que si entrantes, que si niguiris, platos fuertes, platos más fuertes… el chico va anotando y te va encandilando como si fuera un encantador de serpientes y tú la cobra en la cesta. Tened cuidado o pediréis de todo, y lo peor, lo haréis felices.

Todo está muy a la vista, en la barra preparan un montón de platos y los demás los hacen en cocina que están detrás de ti, con unas cristaleras enormes. Todo transparencia. Así que más hambre que te entra. La comida sale a ritmo, si pides de todo no paras de comer y si hay algo que no has pedido, miras con carita de pena a los afortunados que la saborean.

De la comida, lo que menos nos gustaron los niguiris, como que aspiraban a mucho y luego no decían tanto, de entre ellos, el más rico, el ibérico, tocinaco del bueno sobre arroz  japo. Lo que más, el tataki de pez mantequilla dulzón sabroso y marinado en miso, de morirse!!! Eso sí, la salsa recordaba peligrosamente a las caballas de David Muñoz. Pero confesemos que estaba todo de morirse, el rollito de primavera, casero y mezcla entre chino y thai era ñaaaam. El palo de pollo estaba super rico, la salsa era deliciosa y el momento en que el palo fuera un palo de Lemon Grass mordisqueable les hizo subir un montón de puntos limoneros.

nakeima

El bocata de criollo era un poco «demasiado», momento chorizo (de buena calidad y no repetidor) mezclado con ensaladilla para «desengrasar», mi no comprender. guarrindongada total quizá tampoco muy recomendable. Lo que sí es recomendable es el Bocata de calamares en pan hervido, menuda delicia!! No os fiéis de las fotos de los «gastroreporteros» son unos mentirosos… en la foto parece enorme y luego el bocata es del tamaño de un polvorón. Y por último el curry de pollo. Picantito pero buenísimo.

La verdad es que no pudimos salir de allí sin haber probado el postre, una piña asada con crema de chocolate blanco y un ingrediente secreto salado que, aunque descubrimos, juramos no desvelar.

En definitiva, Nakeima es toda una experiencia, pese a que se definen como dumpling bar, nos ofrecieron de todo pero ese día dumpling ni uno, las cosas estaban buenísimas… todo en general y cada cosa en particular, el rollo es muy StreetXo, música machancona de fondo y camareros jóvenes encantados de estar detrás de la barra, el precio fue de 34€ por cabeza, bastante para lo que hemos comido pero no tanto para la experiencia que te llevas. Un resumen de dos limas y media.

Ah, y que no os hemos contado el puntazo que fue coincidir con el gran Luis Rodríguez de Profundidad de campo a nuestra izquierda y, sobre todo, ver su cara con el «no sé qué de oreja» que se estaban comiendo. Placer era poco, todo un limonero! 😀


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Tres tabernas de toda la vida: Quesos, navajas y tortilla. (Madrid)

Hoy visitamos tres sitios muy distintos pero con muchas cosas importantes en común. Los tres son «Casas» y te hacen sentir como tal, son tres tabernas de toda la vida capaces de transportarte a otra época. Los tres basan su éxito en el producto, carta cortita, especialidad muy definida y de muy muy buena calidad. Y, la más importante y consecuencia de las anteriores, poseen el secreto de la eterna juventud. Una vez que los has visitado, entiendes por qué.

Arrancamos ruta en el Casa Gerardo, un almacén de vinos y quesos en la» zona pobre» del barrio de la Latina. Abrió allá por el 1920 y lleva regentado por la misma familia desde los años 50, así que algo de experiencia se les presupone. El rótulo de la entrada incita a cualquier cosa menos a entrar, no le hagáis caso a vuestros instintos, pese a que lo parezca, no es un bar de mala muerte con vino malo y bebedores asiduos con palillo en los dientes.

En Casa Gerardo hay que beber vino y comer queso, o en raciones o en tostas. Si tenéis suerte, como nosotros tuvimos, y os pillan las Jornadas del queso artesanal que montan de vez en cuando la Casa se convierte en el Paraíso. Si eres un apasionado quesero habla con el dueño,  te recomendará unos quesos buenísimos, te contará su historia, de dónde los ha traído y, si te descuidas, cómo se llamaban las ovejas. Un lugar con encanto, con una variedad de quesos maravillosa, vinos buenos y por unos diez euros por cabeza se llevan dos limas.

Calle Calatrava, 21.

Casa Gerardo de lima

Nos subimos al barrio del Rastro y vamos hasta la Casa de las Navajas, un clásico de la Plaza del Cascorro y los domingos. También conocido por Bar Cruz. Un bar sesentero, con barra de acero inoxidable, camareros de camisa blanca, gente, gente y más gente y gritos, gritos y más gritos. El lugar es rápido y se pide como toda la vida… UNA DE NAVAJAAAAAAS, UNA DE BERBERECHOOOOOOOS, UNA DE BRAVAAAAAAS. (Aaaay las bravas, si es que tienen un nombre que incita a ser berreado).

La docena de navajas cuesta diez euros y están buenísimas, palabra de gallega. Salen raciones como churros así que os garantizo que frescas son. Las bravas no están nada mal y los berberechos están bien buenos. Una alternativa a la fritanga en el formato vermut /picoteo/comida que se lleva lima y media.

Calle Maldonadas, 2.

LaCasadelasNavajas

Y por último nos vamos subimos hacia Argüelles, cambiamos de barrio pero no de concepto y llegamos hasta el Casa Paco, un bar de tooooda la vida especializado en tortillas y flanes (cosas con huevo), bueno, y croquetoncios.

Hay tortilla de casi todo (que no rellena de casi todo), por encargo hasta te la hacen de nocilla. Los pinchos cuestan 2,50€, son grandes y están a cual más rica, la de solomillo, cebolla y parmesano está deliciosa y la de salmón ahumado no se queda atrás. Las croquetas tienen sus días, pero la de cocido no suele fallar, enormes, rellenas y cremosas. El flan de queso está delicioso. Habiendo comido, probado de todo e incluso con postre, el tema sale a unos 8 euros por cabeza. Ideal para ir en grupo y arrasar con todas las especialidades. Otra lima y media.

Calle Altamirano, 38.