De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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El timo de la comida en los aeropuertos… de tres limones.

Recuerdo que hace unos años, no muchos, antes de que Ryanair y el concepto low-cost aterrizase en nuestras vidas viajar en avión era un lujo al alcance de unos pocos. Después la cosa se fue popularizando y, la verdad, es que cada vez es más difícil encontrar a quien no ha volado nunca.

Pero los lujos voladores siguen existiendo… antes venían en forma de vuelo y ahora vienen en forma de bocata malo de chorizo de Pamplona a precio de caviar con trufa negra. De hecho, cada vez es más normal ver como el viajero abre su mochila y saca su bocata de pan artesano hecho en casa diez, veces más rico y quinientas veces más barato.

Un aeropuerto es el lugar perfecto para sablear al pobre comensal. Estás encerrado entre cuatro paredes acristaladas, generalmente tienes hambre y si no tienes hambre, tienes horas muertas que acabas matando buscando algo para comer. El hecho de que el McDonnalds sea, prácticamente siempre, la mejor opción calidad precio es el indicador perfecto de que en los Aeropuertos la cosa no va bien.

En casi todos los aeropuertos del mundo la cantinela se repite, los precios se triplican, la calidad se ve enlatada (cuando no desaparece), en muchos de ellos la moneda local no circula (Marruecos, Túnez…) y el agua se convierte en un bien de lujo. Esto explica por qué los duty-free tienen tantísimo interés en la seguridad de los pasajeros.

En Madrid, un sandwich prefabricado vegetal con huevo cuesta 6 euros, un mini tupper de crema de calabaza 5,50€, una ensalada de espinacas mini 7,50€, un cafe con zumo y croissant 7,50€… ya sabéis calidad inmejorable y precios populares. Esto, por no hablar de los magníficos menús, el de la foto de las patata bravas, medio pollo picantón y una Cocacola por 17,95€ prometo que me llegó al alma de limonera.

Los precios

Los precios

Efectivamente, el tema se nos ha ido de las manos y nos hemos vuelto locos, pero es que si al menos estuviera rico… Una de las últimas veces optamos por una pizza con ensalada… tenía buena pinta, costaba un riñón pero había que comer, la sorpresa vino en forma de pizza taglio recalentada con masa chicle y ensalada de lechuga iceberg. Ni rastro de la pizza de leña rellenita que prometían ni de las jugosas hojas verdes…

y el la realidad...

y la realidad…

Con esto de la reforma de la T4 la cosa se ha puesto imposible, lo más duro ha sido ver como los buenos de AENA sacaban esto en nota de prensa: «De esta forma, los visitantes podrán conocer la oferta gastronómica de los aeropuertos caracterizada por la variedad, ya que se adapta a todos los bolsillos y abarca desde el típico concepto de sándwich-bocadillo, hasta el concepto de «cocina de autor», pasando por la clásica tapa, menú del día o ración.»

Bien es cierto que en lo de la variedad no miente, sobre todo desde que el Kabuki (cocina de autor) ha sacado una línea de sushi prefabricado que vende Pescanova en barqueta, ahora, lo de todos los bolsillos sólo tiene una respuesta posible y es darles, sin que nos tiemble el pulso, tres limones.