De Lima a Limón

Crítica – cítrica

O lagharto pintado. Del folk a los fogones (Vigo)

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Uno de los lugares objetivo De Lima a Limón son los sitios nuevos… esos lugares que rezuman ilusión y que incluso todavía conservan un poquito de olor a pintura. O lagharto pintado abrió sus puertas a finales de 2012, sus dueños, cinco profesores de música tradicional de la Escuela de Artes y Oficios de Vigo quiseron crear un local que combinase la música con unas buenas tapas a precios económicos y De Lima a Limón ha asomado la cabeza por allí para comprobarlo.

A juzgar por lo lleno que está siempre parece que la iniciativa les ha salido bien, quizá parte de su éxito venga de que ellos son los primeros que comen en su local. Allí estaba el propio Anxo Pintos (alma mater de Berrogüeto) en medio de una animada comida.

De lunes a viernes tienen menú a 9,50€, con bebida, postre, café y opción vegetariana. Cuestión de agradecer ya que el menú consta de 1 primero y 1 segundo y, aún no siendo vegetariano la opción puede abrirte nuevos horizontes… Este miércoles hubo caldito gallego de primero y cocido de segundo, una apuesta contundente que conjuntaba a la perfección con el día lluvioso que estaba y,aunque, nos dejamos llevar por el colesterol el caldo verde y el cous-cous con garbanzos tampoco tenían mala pinta.

El caldito, además de entrar de maravilla, estaba rico rico y tenía un toque a comino que le daba una gracia. Por su parte la fuente de cocido para dos que nos pusieron llamaba la atención… pero más nos llamó la atención cuando los camareros se ofrecieron a traernos más si aquello no era suficiente.

El cocido era supercompleto, tenía todo un arsenal de cerdo salado (oreja, rabo, costilla), cerdo curado (lacón y panceta), cerdo tratado (chorizo), ternera, gallina y, por supuesto, repollo y garbanzos de verdad (nada de bote, dicho sea con el debido respeto a FalsariusChef). Es cierto que cuando terminamos de dar buena cuenta de la fuente parecía que nos había tocado el osario del cocido, pero también es verdad que si queríamos más ya se habían ofrecido a traernos no había nada que objetar.

De postre nos tomamos una tarta de queso y nueces, que aunque bien hecha me resultaba un tanto empalagosa y, en un intento de reconciliarnos con nuestra conciencia y la báscula un par de kiwis.

En definitiva, unos camareros encantadores, un buen menú a un precio muy razonable, un sitio agradable y con contenido cultural bien se merece una lima y media.

O Lagharto Pintado. Rosalía de Castro, 8. Vigo

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