De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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La Trastienda del Cuatro, donde menos es más. (Vigo)

Volvemos a Vigo para comer un menú rico, rico y con fundamento. Nos vamos hasta la trastienda del Cuatro, en el número cuatro de la Calle Pablo Morillo, justo al lado del Náutico. Una de las zonas más chulas que tiene Vigo para pasear, relajarse y aprovechar para darle un saludo a Julio Verne.
Lo de Julio Verne no es coña, en mitad del paseo hay una estatua super bonita del escritor sentado sobre un «calamar gigante»… en homenaje a ese capítulo de 20.000  Leguas de Viaje submarino titulado la «Bahía de Vigo». Si pasáis por la zona, la foto es visita obligada.
Pero vamos a lo que nos interesa, la comida. De las mejores cosas de este sitio es la decoración, es uno de esos lugares parecidos a La Otra Casa donde puedes pasarte horas entretenido mirando para las paredes del local, un sitio Cuqui que lleva abierto desde antes de que el «cuquismo» se extendiera y que, ha sabido mantenerse con vida pese al paso del tiemp0.
La carta ha ido cambiando y, los precios con ella, como podéis ver en la web reinan los carpaccios y las tempuras, junto a los tatakis, sashimis, makisushis, carnes pescados… vamos, que le dan a todos los palos y aunque no son baratos, más bien lo contrario, nos consta que todo los sale rico. Entre semana tienen menú del día y, aunque es un poquito más caro que el entorno (13,50€) si os tiene buena pinta, es una muy buena opción.
la trastienda
El día que fuimos nosotros tenían de primeros Crema de pimiento asado… que aunque asustaba un poco resultó que estaba muy, muy rica. Con su patatuela, suave, vamos que no cumplía con uno de nuestros dichos limoneros «te repites más que los pimientos«.  Y una ensalada de patata, pulpo y pimiento, muy muy rica. Para los que nos gusta el pulpo pero nos sacia en grandes cantidades era el plato perfecto… de como conseguir más, con menos. Eso es talento, y una forma impresionante de ahorrar dinero en materias primas.
Los segundos parecían pobres, pero les pasaba un poco como a la ensalada, ganaban  cuando los tenías delante. El huevo estrellado con solomillo de cerdo y salsa blanca (de ajo) estaba riquísimo, jugoso y sabroso. Y los espaguetis con rape al pesto rojo con su pasta al dente, su tomatito pochado y sus dos buenos trozos de rape eran limonísimos! De postre había pera con helado y yogur y mermelada, simple y rico.
Los camareros fueron súper amables aunque les faltaba un poco de ritmo, la presentación era muy buena, las raciones eran apropiadas (ni morías de hambre ni salías rodando), las opciones eran originales y encima estaban riquísimas, aunque no fueran de lujo, y con el suplemento de terraza incluido pagamos 15 euros por persona. Un local de dos limas perfecto para quedar bien con un compromiso sin arruinar el mes aunque un poco carillo para el día a día..
Por cierto, si andáis por León siempre podéis visitar a su gemelo, La trastienda del 13 en la Calle Ancha número 1, también lo ponen por las nubes 🙂
Dirección: Calle de Pablo Morillo, 4, 36201 Vigo, Pontevedra
Teléfono:986 11 58 81
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TOÑI VICENTE… tapeo marinero. (Vigo)

Volvemos a Vigo y lo hacemos yendo al sitio que durante un largo tiempo fue el Puesto Piloto y que desde hace algo más de un año regenta la Cocinera Toñi Vicente. Confieso que llevaba mucho tiempo con ganas de ir a este lugar, probablemente, verlo todos los días de camino a la playa haya tenido algo que ver.

Toñi Vicente es una de las cocineras gallegas con más renombre, contaba en una entrevista de la época de la apertura del restaurante que Volver a Vigo era su sueño, lo cierto es que viendo los objetivos que se marcaba, un local con muy buena calidad, buen producto y de temporada y precios razonables… parece que los ha cumplido. Aquí va nuestra crítica cítrica.

Al Toñi Vicente puedes ir en dos versiones, de tapas o a la carta. Para la zona de tapeo han preparado la entrada del local, unas barras de madera y con taburete enfrente de la barra de los camareros, una zona que tiene muy buena pinta pero que estaba tan vacía (un viernes por la noche y estábamos solos) que decidimos pasarnos al comedor, aunque la opción de tapas siguiera en vigor.

El comedor es muy viejuno, han hecho un intento de modernizarlo con unas pinturas en el techo pero… no han conseguido que pierda el rancio de los salones de boda de los noventa. Además es enorme y, claro… los locales enormes y vacíos son mala mezcla. Eso sí, tiene unas vistas a la ría espectaculares.

Llega la carta y nos recomiendan que en vez de tapas escojamos platos y los compartamos, aceptamos el consejo y la verdad es que salió bien… el problema fue elegir. No os exagero si digo que un tercio de la carta (que tampoco es tan larga) no les quedaba y como siempre, Murphy manda, ese tercio coincidía exactamente con lo que se nos antojaba pedir.

Arrancamos con un aperitivo de helado de salmón que estaba buenísimo. Después de darle muchas vueltas, ya con algo en el estómago pedimos unas zamburiñas, cargadas de ajo y fuertecillas, pero ricas. Un crujiente de langostinos con una espuma de queso que estaba rico pero la verdad es que ya aburre un poco y unas croquetas de marisco que, sabían a marisco, punto importante, pero tampoco es que fueran la mayor delicia de la humanidad.

ToñiVicente

El salmón marinado merece mucho la pena, probablemente, la lubina también, venía servido con helado de parmesano, muy bien cortado y muy suave. Rico, rico. El pastel de cabracho también estaba buenísimo, con sus tostaditas de pan para untarlo… muy bueno.

Sin duda lo peor de todo fue la Selección de quesos, cuatro variedades, entre ellas un parmesano muy flojucho y un queso manchego que acababa de salir del envase al vacío. Buena parte del error fue nuestro por pedirlo pero nos vendieron una selección de quesos gallegos que sonaba de mil amores… El queso tiene que tener mucha salida o sino te encuentras con tablas de quesos precortados recién salidos del envase al vacío que dan mucha penita y, en los sitios hay que pedir lo que hay que pedir, en el Toñi Vicente, productos hechos con pescados frescos.

Lo más divertido era ver a los camareros, unos entrajetados señores que hacían juego con el salón, explicando el queso parmesano como si fuera un producto exótico traído de Italia a lomo de un burro, o los platos con helados salados como si fueran elaborados en el mismísimo Marte.

Aún nos quedaba sitio para el postre, así que probamos su famosísima torrija de mi madre con helado de piña, rica, pero sin fundamento para tanta fama. El coulant de chocolate, con helado de chocolate, claro está. Y las arenas de chocolate con helado de Te Matcha que realmente estaba muy rico.

Habiendo bebido una botella de Ribeiro para cuatro, la cosa salió a unos 25 euros por cabeza, muy razonable. El local , el hecho de que estuviera vacío, que estuvieran sin tantos productos en la carta hace que se ganen medio limón, pero la verdad es que los platos de pescado (como tapa o como plato principal) valen mucho la pena, son muy buenas materias primas y bien trabajadas, eso les da una lima y media.

Y un limonsejo, vale que se hayan comprado una máquina de helado y estén emocionados pero tampoco hace falta que dos de cada tres platos lleven helado de algo. En la variedad está el gusto.

 

http://tonivicente.es/

Dirección: Av Atlántida, 98, 36201 Vigo, Pontevedra
Teléfono:986 24 09 92

 


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Nunca llueve a gusto de todos.

Sólo quiero que por un momento recordéis cuales son las tres capitales famosas por creencias cristianas y peregrinaciones: Jerusalem, Roma y Compostela y ahora, extrapoléis estas ciudades a otros grandes puntos de la geografía gallega donde también se rinde culto, sólo que pagano  y sobre todo gastronómico, hablamos de Burela, Carballiño y Ons.

Por supuesto, estos lugares de culto también tienen sus centros de oración ya se llamen restaurantes, tascas, tabernas, «furanchos» y por supuesto, los espacios de nuevo cuño: «cafetería-tapería-loungue-gastrobar». Probablemente, a estas alturas ya tenemos claro cuál es el objeto de culto… efectivamente, el pulpo.

En estos espacios nos encontramos al sacerdote, ese «pulpeiro» oficiante y ataviado con una espécie de delantal-taparrabos que nos debería recordar a las que otrora fueran las casullas de ricas telas adamascadas y excelentes hilos de oro en sus bordados en un ara tapizado de manteles de hule actualizando el papel de la sábana santa y desterrando los de encajes de Valencienne, Brujas, Vichy (no podría faltar por la connotación culinaria aunque nada tengan que ver con las aguas), o Camariñas.

pulpeiros

En este sacro espacio juegan especial protagonismo dos elementos: el plasma enmarcado en pan de oro como el divino sagrario y las pilas de platos de madera apilados a ambos lados de la mesa a modo de candelabros al más estilo español de lenteja, donde el acólito uniformado de camiseta escotada extranguladora de biceps y delantal de vanguardia con mil bolsillos y mil y una cinta colgante pasea las sagradas formas bañadas en oro líquido sobre una patena de PVC.

Todo esto bajo una cúpula de arcos cromados que soportan un palio de loneta exponsorizada por cualquier ambrosía y con su doble cenefa de verdín paralela al balcón del primer piso desde donde los vecinos participan de esta romería urbana donde por misterio las precipitaciones cumpliendo su ciclo del agua acaban regando los balcones , los candelabros, los platos, los trapos, los encajes, el hule, no sin antes deslizarse por el verdín de la lona como hilos de seda invisibles y enriqueciendo ese agua que bautizará el santo grial donde se cuece el pulpo como lo hacían los marineros cuando se preparaban el yantar cuando estaban en marea; con agua de mar como Dios manda.

Todos los parroquianos entre risas de gozo y un éxtasis cuanto menos curioso comulgarán en harmonía emulando a los primeros cristianos en las catacumbas ajenos a eso que podría ser un no tan lejano tribunal de la santa inquisición como el de Sanidad.

Es curioso ver como nunca llueve a gusto de todos y que seamos tan «tiquismiquis» con algunas cosas y ante otras tan obvias nos hagamos los «longuis«, por que esto es extensivo a todos los «altares » ambulantes donde el sol, hormigas, moscas y manos con restos de tabaco forman parte de esa idiosincrasia que confundimos con «enxebre«.*

*En galicia , dícese de lo que se considera sencillo en sus gustos.