De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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MALATESTA… de los mejores italianos de Madrid.

Hace unas semanas publicamos el resumen de los mejores italianos del año limonero, hoy visitamos otro que, a buen seguro, estará en la quiniela de los mejores del año que viene, el Malatesta.
La historia cuenta que los Malatesta son una familia que gobernó Rímini de 1295 al 1500, doscientos añitos de nada que diría Gardel. No sabemos si en Madrid este restaurante superará ese record… lo que sí sabemos es que apunta maneras.
Malatesta se esconde en la callejuela de la chocolatería San Ginés. (Sí, sí, esa a la que le debemos una entrada), unos pasos por detrás de la plaza Mayor. Es un local coqueto, lleno de plantas y de azulejos y con una maravillosa terraza para el verano. Una de esas pocas terrazas en Madrid donde puedes estar sentado sin riesgo de encontrar ni un solo coche.
Lo hemos probado en dos versiones, de menú y a la carta… y en las dos versiones funciona super bien. De menú las opciones son siempre las mismas, con excepción de un plato que cambia todos los días. Cuesta 12,50€ y sales más que satisfecho. Según su web, las pastas son caseras y las elaboran todos los días, la verdad es que están bien buenas y eso es un buen punto.
Malatesta menu
De primeros tienes Ensalada cesar y Vitello Tonnato que no probamos y una búffala con salmorejo que estaba sabrosa aunque se les había ido la mano con el vinagre y un Carpaccio de atún cargado de hinojo que conquistaba (siempre y cuando te guste el hinojo y te traslade a Campo de Fiori). De segundos obviamos el solomillo de cerdo, los espaguetti bolognesa y el plato del día y optamos por unos orecchiete de berenjena y pez espada que estaban de morirse! y Una pizza de jamón y champis con una masa rica y un relleno… obvio. De postre pedimos un carpaccio de piña con helado de vainilla rico, y que cumplía con la función… dar todo un servicio de postres con una única piña.
Malatesta plato
En la versión un poco menos pobre, pero no de ruina, nos lanzamos a unos mejillones con tomate picantes que estaban megabuenísimos (8,80€) y que, además no tenían ningun secreto para hacer en casa y una pizza cada uno, Fiori de bosco: con boletus, parmesano y espárragos trigueros. Y la primavera (Muy recomendable) con rúcula, tomate seco y pesto… De postre probamos una milhoja con fresas que ya no nos cabía pero que estaba rebuena.
La cena salió por unos 25 euros por cabeza y nosotros salimos rodando.
Un italiano auténtico, riquísimo y con platos diferentes, en el centro de Madrid y a precios razonables se merece las dos limas.
Dirección: Calle Coloreros, 5, 28013 Madrid
Teléfono:913 65 90 97
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LA SULTANA… reina de noche, bella durmiente de día (Madrid)

Una de las razones por las cuales está tan bien escribir en “De Lima A Limón” es que la oportunidad de revisitar sitios que han sido importantes en ciertos momentos de la vida, pero desde un nuevo punto de vista; que es el de críticos cítricos. “La Sultana”, es uno de ellos.

Es un sitio donde puedes escuchar rock del de verdad sin que éste interfiera en las conversaciones y donde por las noches puedes pedir unas pizzas artesanales en la barra de comidas, mientras compartes unas jarras de cerveza con los amigos. Recordábamos haber comido allí en alguna ocasión. Así que nos animamos a hacer una visita a mediodía, primer error… aunque los padres digan aquella famosa frase de “no hay nada que hagas de noche que no puedas hacer de día”… hay cosas que es mejor hacerlas de noche, como por ejemplo…visitar La Sultana.

Para empezar éramos los únicos clientes de una pizzería antro de paredes verdes y mesa de billar en el medio, un local con una barra detrás de la cual uno sólo podía esperar un melenudo pero que, sin embargo, ocultaba a una criaturilla sorprendentemente joven que atendía la barra y las mesas con más voluntad y simpatía que oficio, mientras el cocinero mataba el tiempo apoyado en la barra. La vivaracha señora que yo recordaba -capaz de servir 5 mesas a la vez mientras nos contaba su vida- ya no estaba.

Descartamos el menú del día (que incluía ensalada, un plato que no les pegaba ni con cola) por las famosas pizzas del local y empezamos a esperar… Si bien el servicio en La Sultana nunca ha sido gran cosa, en esta ocasión ponía a prueba al cliente más bienhumorado (tened presente que éramos la única mesa). Las bebidas se retrasaban, el mantelillo llegó después de las pizzas (de atún y cebolla y con calabacín y berenjena) y el postre (un helado de mandarina) llegó mientras los enormes platos para pizza y el Homer que se veía en el fondo del plato esperaban con cara de pena a ser recogidos.

He de decir que sufrimos un pequeño desencanto, la pizza con cebolla y atún estaba rica, la masa era bastante fina y el queso era bueno… a la pizza con calabacín, berenjena y tomates cherry le faltaba sal… no un poco, sino toda la sal del mundo y, será más sana, no lo vamos a discutir, pero que nos gusten los vegetales no significa que tengamos problemas de salud, si queremos comida de régimen… la pediremos.

Seguramente el local siga conservando su atractivo por las noches, donde se pueden perdonar pequeñas faltas y hay más margen para la informalidad, pero a mediodía te vas con la impresión de que pasan bastante de ti.  Las pizzas siguen estando ricas, pero no se disfrutan tanto cuando tienes la sensación de estorbar al personal que se entretiene jugando al billar mientras tú, infructuosamente, lloras por una cocacola más (maldita manía de los clientes de consumir… supongo). La cuenta fueron unos 11 euros por persona.

Mantenemos la recomendación como punto de encuentro nocturno y lugar agradable para celebraciones informales, eso vale media lima, pero a mediodía nos desprendemos de viejos recuerdos y le damos medio limón. Quizá Sabina tenía razón cuando cantaba aquello de “al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver.”

LA SULTANA: c/ Meléndez Valdes, 51. Madrid


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Escapada limonera… destino A Coruña.

La presentación del disco “Paradero Desconocido” de Quinito López Mourelle en el Museo de Arte Contemporáneo (MAC) nos dio la excusa perfecta para irnos de escapada hasta A Coruña, ciudad en la que el viento da la vuelta en Riazor y ya no viaja hacia el sur.

Siempre que vamos, es visita obligada subir hasta el Parque de San Pedro. Allí es donde pasamos la tarde del sábado. Está en el barrio de Los Rosales, el parque debe su nombre al monte que lo aloja. Es inmenso, tiene zona de merenderos con barbacoas, zonas dedicadas a los niños con columpios, un laberinto de estilo inglés hecho principalmente con setos , un observatorio (Cúpula Atlántica) que a su vez hace de sala de exposiciones,  césped, mucho césped para poder andar descalzos y unas vistas impresionantes de la ciudad. Cuando vayáis a La Coruña no os olvidéis de visitarlo.

Al día siguiente, después de asistir al magnífico concierto de Quinito y visitar la exposición de Larry Fink – Body and Soul (hasta el 15 de Septiembre), mi amiga María propuso ir hasta Culleredo para comer en una pizzería/hamburguesería un tanto peculiar. Y hasta allí nos fuimos.

Galipizza es un restaurante con muy buen ambiente, acogedor y con muchos detalles decorativos que llaman la atención. Uno de ellos es que han utilizado una báscula, de las que antiguamente había en los ultramarinos, para ubicar los grifos de cerveza de barril. Otro detalle, para identificar las puertas de los baños, han puesto un vinilo del billete de cien pesetas (el que tenía el rostro de Manuel de Falla) para los chicos y otro vinilo, esta vez el de quinientas pesetas (con el rostro de Rosalía de Castro) para el de chicas.

Hay una zona del restaurante que está acondicionada como un vagón de tranvía. Ahí es donde comimos y desde donde observas todo el trajín del comedor principal.

Bueno, a lo que vamos. ¿Por qué Galipizza es una pizzería a la que deberíamos ir?

Su carta (además de comida mejicana, tapas, ensaladas, pasta…) contempla más de 20 variedades de pizza. Están las básicas (Margarita, Cuatro Estaciones…) y las que no pueden faltar (Cuatro quesos, Romana, Vegetal…) pero las que realmente merecen la pena son sus pizzas con ingredientes  típicamente gallegos.

Tuvimos un verdadero dilema a la hora de decidirnos cual elegir. Personalmente me parecen muy buenas propuestas, sobre todo porque lo que pretenden es diferenciarse como pizzería/hamburguesería y ofrecer productos con ingredientes regionales y de muy buena calidad. Para que os hagáis una idea estas son algunas de sus propuestas:

  • Fogar de Breogán: salsa de tomate, queso de Arzúa, San Simón, O Cebreiro y queso de Tetilla (9,60 €)
  • Raxo con grelos: salsa de tomate, queso San Simón, raxo, panceta y grelos (11,10 €)
  • Ovos rotos con gambas: salsa de tomate, queso de San Simón, zorza, patatas y huevos (11,30 €)

Nosotros probamos dos y pedimos que nos la hicieran en una pizza grande, mitad y mitad. Una fue la de lacón con grelos y queso de Arzúa-Ulloa (6,80 €) y la otra la Xacobea con queso San Simón, espárragos, pimientos del piquillo, cecina, vieira y queso de O Cebreiro (7,00 €)

Ver llegar la pizza a la mesa fue todo un acontecimiento. Las hacen con masa artesana, con el grosor justo para que puedas coger la porción y no se te desparrame el queso. Bien horneada y con ingredientes rebosantes (para mi gusto, en exceso).

No me convenció la cecina en la Xacobea. Le da un regusto demasiado fuerte y los demás ingredientes quedan en un segundo plano. Sin embargo la de lacón con grelos la volvería a tomar o incluso la haría en casa para sorprender a algún incondicional de la comida italiana que conozco.

No pudimos salir de allí sin probar las hamburguesas gourmet, yo hubiese probado la platino de buey con 250 gr de carne, con crema de queso de cabra, cebolla caramelizada y pan de hamburguesa casero (7,50 €) pero ya no les quedaba así que la gourmet elegida fue una hecha con 250 gr. de ternera 100% gallega, queso San Simón, grelos,chorizo, pan casero y patatas (7,50 €). La carne estaba jugosa, hecha al punto y muy sabrosa. Los grelos no desentonan. Lo decepcionante fue ver como semejante hamburguesa venía acompañada con patatas  congeladas, en fin…

Como colofón pedimos dos helados italianos en cucurucho (2,20 € c/uno) y café pero hay que especificar que sea de pota para que te lo sirvan así de bien acompañado (aguardiente blanca, de hierbas, licor café y crema de orujo)

Pagamos 8 euros por persona, nos atendieron fenomenal, sus pizzas aparte de ser muy originales, son 100% gallegas, el servicio de cocina es rápido y los camareros están muy pendientes de que no falte nada. Tras la visita a la ciudad, el concierto, la exposición y la comida, no puedo menos que darle a la escapada una lima y media.

GALIPIZZA: c/ Alcalde Electo Carballo nº 22 – Culleredo

http://pizzbur.gl/


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TANINO Pizza&Vino (Madrid)

La primera declaración de intenciones que haré en este blog, va a ser clara: Si salgo a comer un menú del día en mitad de mi jornada laboral, es para divertirme y disfrutar de lo que como y de dónde como y así poder desconectar un rato de las preocupaciones del momento. Para divertirme no soy muy ambicioso, pero si han de sucederse varios requisitos, que no siempre se consiguen. Que la comida sea buena, que no sea pesada, que el ambiente sea agradable y que el servicio sea rápido. Si además puede ser a un precio que permita a cualquiera no pensar en cocinar ese día un tupper, pues mucho mejor.

Tanino da la sensación de ser un Lounge Bar en origen, que ha conseguido introducir a medio día un menú simple, sano y con un entorno acogedor. El toque de la comida italiano-argentina, como casi todo el personal que atiende, la decoración, y la música –jazz trompetero, “charliparkiano” por lo general- hacen que el rato que pases allí disfrutes del tiempo.

Sus especialidades son claras, la pizza, al tener un buen horno, y el vino, que mantienen varias botellas presurizadas con jóvenes y crianzas de los que gusta probar.

El menú de hoy ha sido el motivo para escribir, me gusta como tratan los productos, de primero unos pimientos rellenos de trocitos de lomo de ternera, sabrosos y elaborados. De segundo, puede parecer que una pizza (de jamón y piña, la mítica hawaiana) es un plato pesado (frente a otras opciones como una merluza o un escalope) pero quien ha estado en Italia sabe que la pizza de masa fina con pocos ingredientes, es un plato perfecto para ir hablando y comiendo sin que los ingredientes cansen mucho. Una buena mozzarella nunca es grasienta como otros quesos de las pizzerías comerciales, imposibles de digerir. Y la inteligencia del uso del horno (ya que lo enciendes) para los postres caseros, en este caso un cramble de pera, que es fácil de hacer y sorprende.

¿Y el precio? Curioso. Para afianzar clientes de oficina, es variable por la hora y yendo al primer turno son 9 euros, que estando en Chamberí y siendo un lugar con ese ambiente relajado y un trato muy correcto, es una apuesta valiente, frente a los 11 o 12 euros de otros menús cercanos.

Si estás por la zona de Quevedo y quieres parar para comer y charlar un rato, no lo dudes, este menú es una LIMA aspirando conseguir media más si ofrecieran varias opciones de los vinos que ya tienen oxigenados y presurizados dentro del mismo menú.

Tanino. Vallehermoso, 25 (Madrid)

http://www.tanino.es/