De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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DON LAY… Un chino, chino en el Paseo de Extremadura. (Madrid)

El mundo de los restaurantes chinos es un universo a explorar. Referentes limoneros como El Comidista  han hablado de la diferencia entre los chinos y los chinos chinos (la versión auténtica donde se comen cosas que va más allá del rollito de primavera y muchos de los comensales tienen los ojos rasgados y no comparten suegra con el de la cocina). Hoy limoneamos un chino chino de los más famosos de Madrid, el Don Lay.

Don Lay está al otro lado del Río, suena lejos pero está a menos de 15 minutos paseando de Príncipe Pío y en una de esas escasas zonas de resistencia de Madrid donde el aparcamiento todavía es libre y a la hora de la sobremesa no tienes que preocuparte por salir a alimentar el parquímetro.

Es un local inmenso, cuentan que unos 1.000 m2, sobrio (sin leones dorados en la puerta), con un ligero olor a rancio y sembrado de mesas de todos los tamaños, entre ellas redondas giratorias, ya sabéis, el sueño de los grupos de gente que nos gusta picotear de todos los platos. Los manteles son de tela y las inmensas servilletas también… un derroche de elegancia sólo a la altura de su autodefinición como Alta Cocina Cantonesa. Cuentan que es uno de los restaurantes chinos favoritos del Estrellado David Muñoz, es más, alguna vez celebraron aquí su cena de navidad, así que algo tendrá el agua cuando la bendicen.

A la hora de la comida tienen buffet libre por unos 11 euros. En De Lima a Limón nos somos muy «flanes» de los buffets libres… pero hay que reconocer que parece una opción interesante. Nosotros fuimos a la hora de cenar y aunque el menú degustación de 20€ por cabeza nos parecía muy buena opción porque pruebas casi todos los platos, optamos por la opción responsable y por evitar las pesadillas en forma de din sum mutante y elegimos un par de platos de la carta para probar sin atiborrarnos.

Los dumplings de este sitio tienen fama, por ser caseros y por estar bien rellenos, así que pedimos unas empanadillas de carne vaporizadas y a la plancha que se les habían agotado, como sustituto optamos por las de gamba sin planchar (4,80€). Venían en su cestita de bambú, humeantes sobre una plancha de papel albal algo prescindible. Estaban deliciosas y efectivamente, super rellenas. Eso sí, la salsa de soja para mojarlas hubo que pedírsela.

El Fideo de arroz frito con curry (8€) tampoco se quedaba atrás, estaban duritos y bastante acompañados, gambones, setas, tortilla, trozos de panceta carbonizada… la ración era abundante. Y por último unas costillas asadas con salsa de ajo agripicante que fueron un poco decepción, eran fritas y grasosas y la salsa era, realmente, un adobo. Si nos hubieran vendido zorza china hubieran clavado la descripción.

De postre pedimos una leche de coco con tapioca que resultó ser una especie de sopa fría clarita con bolitas blancas gomosas. Suave y fresquita, perfecta para desengrasar las costillas.

La cena para dos más que suficiente, con un agua con gas la cuenta subió a 15€ por persona. Aunque más que para ir en pareja es un sitio ideal para ir en grupo, coger una de esas mesas redondas y probar absolutamente todo lo probable. En ese caso, se convertiría en un dos limas.

DON LAY: Paseo de Extremadura, 30. Madrid.

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LA TABERNA DE DANIELA… en busca del mejor cocido de Madrid I

El invierno tiene una herramienta culinaria por excelencia: la cuchara. En esta liga compiten los potajes de cualquier variedad de legumbre, los guisotes contundentes, las sopas de verdad (que no el simple agua de haber cocido algo bautizada con unos cuantos fideos y una pastilla de caldo Starlux) y, por supuesto, los cocidos.

Del cocido hay casi tantas versiones como del gazpacho, todas por regiones y cada una con su fiel escudero… confieso que en estos temas soy una mercenaria apátrida, a todos les reconozco sus virtudes, del gallego al montañés pasando por un buen cocido madrileño. Es más, es uno de esos pocos platos que, como en los bares hacen cantidades industriales, incluso están más ricos fuera de casa que en casa.

Así que continuando con nuestra búsqueda de la excelencia limonera abrimos nueva categoría: #MCM, buscamos el Mejor Cocido de Madrid. Visitamos clásicos, bares de postín y cutre bares, cocido de menú y menú de cocido. Hoy inauguramos la sección con una visita a la Taberna de Daniela.

La Taberna de Daniela es uno de esos lugares con éxito, con tanto éxito que tienen cuatro sucursales, una en Cuchilleros (lo que viene a ser Latina), otra en Medinaceli (sí, enfrente de ese lugar tan sacrosanto donde las colas pueden llegar a batir el record de la Manolita en pleno diciembre), otra en Goya y la última cerquita del Santiago Bernabeu. Pese a que por falta de opciones parece no ser… conseguir una mesa en fin de semana es tarea complicada.

Cuando por fin la conseguimos resulta que hay turnos, puedes elegir comer a las 14 (toc, toc, señores que esto es España), a las 15:30 (antes de un cocido tomar el aperitivo no es buena idea…) e incluso si les apuras a las 16:30 ( cocido de merienda, una nueva versión). Nos lo pusieron fácil, sólo les quedaba mesa a las 14 en el restaurante de Medinaceli.

El local se les queda muy pequeño y mira que lo tienen aprovechado. Eso hace que las mesas estén extremadamente juntas, que si te descuidas puedas robarle el chorizo al vecino de enfrente y, sobre todo, que los camareros se tropiecen contigo cada vez que pasan. Para colmo las mesas son mínimas, y señores, el cocido servido en bandejas ocupa.

El cocido en sí es rico, por los 25€ (sin bebida ni na de ná) que cuesta ya puede estarlo. La sopa te la sirven en sopera para que te despaches a placer y se ofrecen a traerte más de lo que quieras. Aunque en la web dicen que lo sirven en tres vuelcos, sota, caballo, rey, el caballo (repollo, garbanzos, patata, zanahoria y bola) viene junto al rey (lo que en Andalucía llamarían la «pringá»).

La sopa está rica, tiene un punto saladito, los fideos están en su punto y el punto grasosillo existe pero no es excesivo. El repollo con los garbanzos y todo eso está bien, lo sirven con un par de salsas de tomate (con comino y con ajo y perejil) que recuerdan al salmorejo… cuando se lo echas por encima está rico, pero para mí deja de ser cocido así que mejor usar la salsa para remojar el pan y dejar los garbanzos solos. Y la pringá, bien, morcillo de ternera, choricillo, tocinito, pollo y tuétano. Nada delicioso pero tampoco nada que objetar.

Problema, tienen tanta prisa en sacarte de delante que no has terminado el plato de sopa y ya te lo han quitado, aunque tengas la cuchara en la mano, y te han puesto delante el segundo y el tercer vuelco… sí, te ofrecen más, pero no te dan tiempo apenas a terminarte lo que tienes en el plato y, lo siento mucho, pero por mucho que se empeñen el cocido no es fast food.

Los postres tienen buena pinta, el tatín de manzana con nata líquida está muy rico, pero tomarlo es una prueba para los más fuertes. Comer cocido en hora y cuarto con postre y café incluído roza un record que sólo esos concursos de americanos redondos pueden superar y así, el cocido no sienta bien. Eso sí, en su sincronización perfecta les da tiempo, incluso, para venderte lotería.

Una experiencia de lo más completa. Conclusión, el cocido bien, el agobio excesivamente mal y el precio bastante por las nubes. Ese local debe de ser una mina de oro cuando consiguen sacarle tres servicios a una mesa en un mismo mediodía. Vamos… que una lima obvia al cocido y un limón y medio a todo lo demás. El Mejor Cocido de Madrid sigue buscando dueño.

http://www.tabernadeladaniela.com/


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BICHOBOLA… y su versión del cocido. (Madrid)

Es viernes, no sabes dónde comer pero te sientes rumboso, te sientes perdido, tus acompañantes se desesperan y empiezan a amenazar con ir a un Vips… No pienses más tenemos la solución perfecta, ir al Bichobola.

De este sitio ya hemos hablado y, no hace mucho, es más, es la primera vez que hacemos dos entradas de un mismo local, pero la verdad, es que su versión del cocido (por 16 euros) merece una entrada especial. Como ya os contamos, este animalillo se esconde en Ríos Rosas, cerquita de Nuevos Ministerios. Y habitualmente, tiene un menú por 13 euros, el viernes también, pero además tiene el menú especial.

De primero hay Sopa de cocido-miso una sopa de cocido, con fideos de arroz y brotes de soja, mezclada con miso (que es una masa aromatizante fermentada japonesa) cuando menos era sorprendente, estaba calentita, lo cual sienta bien a estas alturas del año y, la verdad es que pese a ser un mix peculiar estaba bien buena.

El segundo era un timbal de garbanzos,  solo que en vez de estar en puré (como suele ser costumbre en los timbales) los garbanzos estaban enteros, mezclados con repollo picadito y salteados. Por encima llevaba una salsa de tomate casera con tropezones. Nunca os olvidéis que la gente que no come salsa de tomate con tropezones no es de fiar. (consejo limonero). Esto estaba buenísimo!

Y de tercero el plato fuerte, Los raviolis de pringá al px o traducido al idioma de toda la vida, de Pedro Ximénez. Un espectáculo. Los raviolis eran del tamaño de una placa de lasaña, eso sí, con una masa suuuuuper fina, rellenas de la carne del cocido demenuzadita y bailando en una salsa gelatinosilla, sabrosa y fantabulosa. Sólo hay dos cosas que se pueden decir con respecto a estos raviolis, echamos de menos el ravioli de chorizo y morcillita y dos… un cuarto ravioli no hubiera matado.

Resumiendo un sitio de dos limas en una versión original, lograda, rica y sin desmadrarse de precio (el menú incluye la bebida, el postre o el café) hace que los viernes llegue a las dos limas y media. Clap, clap, clap!


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POR FIN… cocido madrileño completo por 7 euros (Madrid)

Si piensas que estoy triste, y no me ves sonreír, es simplemente despiste. Maneras de vivir” Rosendo Mercado, rockero y carabanchelero

Hoy nos desplazamos al sudoeste de la periferia madrileña para volver a comer bueno, bonito y barato. Estamos en Carabanchel Bajo. El de Manolito Gafotas no, ese es el Alto. Carabanchel es uno de los distritos más poblados de Madrid superando el cuarto de millón de habitantes, uno de los de renta más baja y con mayor número de personas en desempleo, pero con más solera y regusto de la capital. Quien no recuerda aquello del satanismo o la propia Cárcel de Carabanchel, que como su nombre indica, está en Aluche.

Empezamos por la denominación etimológica del barrio. Carabanchel, a pesar de rimar con bechamel, proviene de la palabra Garbanzal, tierra de garbanzos, producto principal para uno de los platos más típicos de la capital: el cocido madrileño. Y es que los carabancheles fueron las principales tierras de cultivo de la capital hasta los años 50 y 60 donde vivieron una fuerte urbanización de aluvión de emigrantes del sur de España, especialmente de Castilla La Mancha y Andalucía. Después en los años 90 llegó una segunda oleada de inmigrantes, especialmente de América Latina.

Estas dos oleadas conforman la demografía local y también su gastronomía. Es fácil encontrar bares de toda la vida, de los de menú del día barato, con cocina manchega, andaluza o gallega junto a restaurantes ecuatorianos, peruanos y colombianos donde poder disfrutar de un ceviche o de un hornado. Incluso en las plazas más concurridas hay vendedores ambulantes de humitas que se unen a las casetas de churros de toda la vida.

El restaurante Por fin, situado junto a la Plaza de Oporto, es un extraño caso. Es un bar de los de toda la vida pero nuevo y reformado. Hace casi un año los nuevos dueños lo reformaron y lo reabrieron con ese extraño nombre. El bar está decorado con fotografías antiguas de Madrid en blanco y negro de las típicas y tópicas: la Puerta del Sol, la Fuente de Cibeles, la Puerta de Alcalá. El restaurante está lleno siempre por su precio barato. El desayuno cuesta 2 euros con café, bollería y zumo de naranja (de cartón, no recién exprimido, servido con jarra) y el menú del día a mediodía cuesta 7 euros. Por la noche no da menús y no suele tener mucha gente, porque su carta de bocadillos y raciones no es muy variada.

El miércoles es el día estrella porque hacen cocido madrileño y la verdad es que es maravilloso. Con absolutamente todo. Primero sopa de cocido, de segundo cocido completo, postre, pan y vino con gaseosa.

Cocido madrileño

La sopa humeante la sirven junto a un platito de guindillas para acompañar. El segundo lleva de todo lo que lleva: garbanzos, patata, col, zanahoria, tocino, chorizo, morcilla, pollo y puntas de jamón. Todo servido por la camarera de los ojos azules en dos vuelcos y no en tres. Es decir las verduras y la carne van en el mismo plato. De postre suele haber fruta, yogur y un pastel de naranja que hacen casero tipo brazo de gitano que no está nada mal.

Consejo Embidioso: Espera al miércoles. Merece la pena, con un cocido la semana pasa mejor mientras nos buscamos los garbanzos.

Valoración: La cantidad-precio es impresionante y es por ello que bien se merece dos limas. Un plato como el cocido necesita el cariño que en este tipo de bares, de periferia y clientela habitual, siempre tiene.

Por Fin: calle General Ricardos 143, Carabanchel, Madrid <M> Oporto


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LAS PALMERAS… comida boliviana en el sur de Madrid.

«La calvicie, que parece normal, es una enfermedad en Europa, casi todos son calvos. Y es por las cosas que comen. Mientras, en los pueblos indígenas no hay calvos, porque comemos otras cosas.» Evo Morales, 2010, Presidente del Estado Plurinacional de Bolivia.

Hoy vamos a hablar de comida boliviana y muy barata. Hemos ido a comer al barrio de Usera, uno de los barrios más humildes de Madrid. Usera se encuentra en el sur de Madrid y es uno de los distritos con mayor porcentaje de ciudadanos extranjeros, en su mayoría chinos, tal es así, que hay más de una docena de restaurantes chinos en su calle principal Marcelo Usera e incluso hay varias cafeterías de Bubble Tea, la bebida de moda entre sus jóvenes.

El restaurante que hoy visitamos, Las Palmeras, pertenece a otra nacionalidad con gran presencia en Usera, la boliviana y sí, coincide el nombre con el restaurante marroquí del otro día. Lo primero que llama la atención es el montón de gente que hay siempre en la calle Amparo Usera llena venta de ropa y comida ambulante, además, está cerca de la zona de recogida de pistoleros. Lo segundo, el montón de gente que hay dentro del restaurante y ningún español.

El restaurante está dividido en dos partes: bar y comedor, y como en muchos de los restaurantes de Latinoamérica se paga antes. Uno dice que quiere comer menú, la doña lo escribe en un ticket, se paga y pasas al comedor y te sirven. Aire acondicionado a tope y bachata en el hilo musical. Otra cosa curiosa es que no hay carta, lo que hay son unos cuantos anuncios en la pared con los platos que se hacen cada día y los platos del menú en la pizarra de la entrada. Casi todos los menús populares de los países andinos (Bolivia, Perú y Ecuador) consisten siempre en una sopa de primero y un plato principal de carne de pollo o chancho (cerdo) con mucho arroz. Aquí no fue una excepción.

Escogí la sopa de maní (sopa calentita en pleno mes de Julio madrileño) y el pollo broaster de segundo. La bebida va incluida pero generalmente es un jugo (zumo) y no se puede escoger, cuando me senté me lo trajeron, junto a la tradicional bandeja de salsa picante, y pensé que era té frío, pero no, era jugo de canela frío. El jugo es agua hervida con canela, colada, con azúcar y a temperatura helada, muy refrescante y fácil de hacer.

La sopa de maní no estaba mal, aunque la temperatura exterior no invitara a tanto. Un generoso tazón de sopa con: patata cocida, patata frita, caracolas de pasta, cilantro y pan para mojar. Hidratos con más hidratos. De sabor muy aceptable, pero no apto para personas que pretendan adelgazar.

El pollo broaster era el pollo con peor pinta que he visto en mi vida. De sabor no estaba mal, aunque algo frío, pero había poco pollo y mucho arroz y ensaladilla rusa (en serio) de guarnición. Postre ni hablar.

Durante la comida, varias veces te interrumpen vendedores ambulantes de camisetas piratas de equipos de fútbol, gafas de sol, películas y hasta un honorable ciudadano me ha intentado vender una blackberry recién sustraída de un bolsillo ajeno.

Y aquí va lo importante del asunto. ¿Cómo es posible que este restaurante con este menú estuviera lleno hasta la bandera? Pues porque el precio del menú del día: primero, segundo, pan y bebida costaba sólo 5 euros.

Le otorgo a este restaurante dos limones, salvo que tus ingresos familiares estén por debajo del SMI o eches de menos la auténtica comida de la periferia de La Paz, Lima o Guayaquil, como es mi caso, lo que lo convierte en un lugar de  una lima.

Consejo Embidioso: No traigas nunca a una cita a este restaurante sin asegurarte que haya leído antes esta crónica. Aquí las sorpresas no tienen por qué ser positivas.