De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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PATOURO… el nuevo lugar de moda en Bouzas. (Vigo)

Que Vigo está en plena eclosión gastronómica es un hecho. Raro es el mes que no abre algún local nuevo con cartas cada vez más originales, más trabajadas, con mejor servicio y con una decoración más y más chula. Además se está expandiendo por toda la ciudad, la marea gastronómica parte del Casco Vello pero llega de este a oeste, incluso a uno de los barrios marineros con más entidad e historia de la ciudad, la Villa de Bouzas.

Decir Bouzas no es decir cualquier cosa, no se trata sólo de uno de los barrios más de moda de Vigo, se trata de una Villa que fue Concello independiente hasta el siglo XX, con su propia fiesta de Reconquista de los franceses (La Brincadeira) y con ciudadanos propios… si nos apuráis diremos que existe el carnet de Boucense y no se concede así como así. Viene a ser como el título de gato madrileño, un orgullo de pureza al alcance de muy pocos. En este  barrio y una vez al año se puede disfrutar de los mejores fuegos artificiales del mundo, los fuegos de Bouzas en las fiestas del Cristo de los Aflingidos.

Es el lugar perfecto para el aperitivo del domingo, pasear por el mercadillo que se organiza, soltar a las pequeñas fieras por la Alameda o el paseo marítimo. Y ya si queréis cerrar un plan de domingo de lo más auténtico igual tenéis suerte y juega el equipo local, el Rápido de Bouzas, el club de fútbol favorito de Ivan Ferreiro.

Cuestiones culturales al margen hoy os hablamos de uno de los nuevos locales que han abierto, el Patouro. Un restaurante que destaca muy mucho en el paraíso del chincho y la ración de pulpo. Super bien decorado, con sus taburetes incómodos, (seamos sinceros, no hay local molón que se precie que no tenga unos taburetes incómodos), buen ambiente, siempre lleno y con unos camareros encantadores.

La carta es mínima y muy de mercado, si es que no hace falta más. Empezamos con una ración de empanada del día (6,20€) nos tocó de calamares, reconoceré que no es mi favorita pero estaba tan bien hecha que incluso siendo «de rabos» me encantó. Venía cortada en dos triángulos, cual sandwich de nocilla, la masa era crujiente y finita y la cebolla estaba super pochada. Lo único malo que tenía era el precio.

Patouro

Después probamos los Langostinos con millo, no eres nadie si no tienes unos langostinos fritos en tu carta, la verdad es que la materia prima era muy buena pero no terminaban de estar ricos, les faltaba salsurria que les salvase de lo secos que estaban. Y las navajas a la brasa, no hagáis como yo y vayáis en la misma semana que habéis ido al StreetXo, no son comparables a sus navajas al humo, pero son muy buenas, no para llorar… pero muy buenas.

En plan un poco más serio probamos el Lomo de vaca (9,90€) tuvimos mala suerte y vino un poquito frío pero era delicioso, jugoso, sabroso y sí… un poco escaso. Tanto que acabamos pidiendo la hamburguesa de vaca, bien hecha, con pan de verdad y tomate seco. De postre probamos el cuscús de mandioca. Simple y buenísimo… Los postres con leche condensada tienen estas cosas… que triunfan.

El servicio fue de diez, cuando terminamos en cocinero (que había pasado por el Culler de Pau) se sentó con nosotros y hablamos de qué nos había parecido la comida, nos explicó qué había pasado con la carne de vaca, le convencimos de que para la próxima trocease un poco más el tomate seco para evitar que se viniera todo en el primer mordisco, encantador. La presentación de los platos era fantástica, las raciones no demasiado abundantes y los precios un poco subidos… cenamos con cerveza y la cuenta rozó los 35 euros por cabeza. Por saber diferenciarse, tener calidad y apostar por el futuro le damos dos limas, por el precio se llevan medio limón.

 

Plaza M. Diego Santos, 17. Bouzas, Vigo.

Teléfono 886113042.

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TOÑI VICENTE… tapeo marinero. (Vigo)

Volvemos a Vigo y lo hacemos yendo al sitio que durante un largo tiempo fue el Puesto Piloto y que desde hace algo más de un año regenta la Cocinera Toñi Vicente. Confieso que llevaba mucho tiempo con ganas de ir a este lugar, probablemente, verlo todos los días de camino a la playa haya tenido algo que ver.

Toñi Vicente es una de las cocineras gallegas con más renombre, contaba en una entrevista de la época de la apertura del restaurante que Volver a Vigo era su sueño, lo cierto es que viendo los objetivos que se marcaba, un local con muy buena calidad, buen producto y de temporada y precios razonables… parece que los ha cumplido. Aquí va nuestra crítica cítrica.

Al Toñi Vicente puedes ir en dos versiones, de tapas o a la carta. Para la zona de tapeo han preparado la entrada del local, unas barras de madera y con taburete enfrente de la barra de los camareros, una zona que tiene muy buena pinta pero que estaba tan vacía (un viernes por la noche y estábamos solos) que decidimos pasarnos al comedor, aunque la opción de tapas siguiera en vigor.

El comedor es muy viejuno, han hecho un intento de modernizarlo con unas pinturas en el techo pero… no han conseguido que pierda el rancio de los salones de boda de los noventa. Además es enorme y, claro… los locales enormes y vacíos son mala mezcla. Eso sí, tiene unas vistas a la ría espectaculares.

Llega la carta y nos recomiendan que en vez de tapas escojamos platos y los compartamos, aceptamos el consejo y la verdad es que salió bien… el problema fue elegir. No os exagero si digo que un tercio de la carta (que tampoco es tan larga) no les quedaba y como siempre, Murphy manda, ese tercio coincidía exactamente con lo que se nos antojaba pedir.

Arrancamos con un aperitivo de helado de salmón que estaba buenísimo. Después de darle muchas vueltas, ya con algo en el estómago pedimos unas zamburiñas, cargadas de ajo y fuertecillas, pero ricas. Un crujiente de langostinos con una espuma de queso que estaba rico pero la verdad es que ya aburre un poco y unas croquetas de marisco que, sabían a marisco, punto importante, pero tampoco es que fueran la mayor delicia de la humanidad.

ToñiVicente

El salmón marinado merece mucho la pena, probablemente, la lubina también, venía servido con helado de parmesano, muy bien cortado y muy suave. Rico, rico. El pastel de cabracho también estaba buenísimo, con sus tostaditas de pan para untarlo… muy bueno.

Sin duda lo peor de todo fue la Selección de quesos, cuatro variedades, entre ellas un parmesano muy flojucho y un queso manchego que acababa de salir del envase al vacío. Buena parte del error fue nuestro por pedirlo pero nos vendieron una selección de quesos gallegos que sonaba de mil amores… El queso tiene que tener mucha salida o sino te encuentras con tablas de quesos precortados recién salidos del envase al vacío que dan mucha penita y, en los sitios hay que pedir lo que hay que pedir, en el Toñi Vicente, productos hechos con pescados frescos.

Lo más divertido era ver a los camareros, unos entrajetados señores que hacían juego con el salón, explicando el queso parmesano como si fuera un producto exótico traído de Italia a lomo de un burro, o los platos con helados salados como si fueran elaborados en el mismísimo Marte.

Aún nos quedaba sitio para el postre, así que probamos su famosísima torrija de mi madre con helado de piña, rica, pero sin fundamento para tanta fama. El coulant de chocolate, con helado de chocolate, claro está. Y las arenas de chocolate con helado de Te Matcha que realmente estaba muy rico.

Habiendo bebido una botella de Ribeiro para cuatro, la cosa salió a unos 25 euros por cabeza, muy razonable. El local , el hecho de que estuviera vacío, que estuvieran sin tantos productos en la carta hace que se ganen medio limón, pero la verdad es que los platos de pescado (como tapa o como plato principal) valen mucho la pena, son muy buenas materias primas y bien trabajadas, eso les da una lima y media.

Y un limonsejo, vale que se hayan comprado una máquina de helado y estén emocionados pero tampoco hace falta que dos de cada tres platos lleven helado de algo. En la variedad está el gusto.

 

http://tonivicente.es/

Dirección: Av Atlántida, 98, 36201 Vigo, Pontevedra
Teléfono:986 24 09 92

 


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CABERNET… Vino y empanada. (Vigo)

Hoy en De Lima a Limón volvemos a una de nuestras minas de oro, el Casco Vello de Vigo. Nos vamos hasta a Calle Teófilo Llorente, atravesamos una pasarela de madera y llegamos a una puerta de hierro forjado verde. Dentro nos espera una terraza inmensa, cubierta por una parra y perfecta para el verano.

El interior del local tampoco se queda atrás, es grande y con paredes de piedra, las mesas son de madera y las tienes altas y bajas que no es lo mismo el momento taburete alto que el momento silla. Llevaos una chaqueta es un local donde prácticamente nunca hace calor, es más, la dueña siempre lleva un chaleco plumífero y eso que se está moviendo, con esto queda todo dicho.

El Cabernet es una vinoteca, tiene una carta de vinos amplia pero que tampoco marea, entre cuatro y cinco vinos de cada denominación de origen. Nosotros optamos por uno de Castilla La Mancha, el Pago Florentino (21 euros la botella), un tinto suave con bastante sabor a barrica entraba la mar de bien.

La carta de tapas es cortita y no le vendría mal un cambio de aires, al final los años van pasando y renovarse es una de las claves para no aburrir al personal. Lo que nunca, nunca deberían cambiar es la empanada de grelos y chorizo (5,20€) es espectacular! Y, la verdad es que encontrar una empanada buena en Galicia, por paradójico que parezca, no es cosa fácil. Siempre pecan de algo, o están muy aceitosas, o la masa parece bolla de pan, o está dura… o está reseca. Algún día haremos una entrada monográfica de empanadas, pero por ahora tomad nota, esta está buenísima.

Cabernet

Otra cosa que está buenísima es el pulpo a la brasa, si amiguitos, hay vida más allá del pulpo á feira y del pimentón y aquí lo bordan. Compran pulpos de 5 kilos con unos tentáculos que parecen los brazos del «chuachenager» y que sin embargo, no están nada duros. Ricos, ricos.

A parte de eso probamos el provolone con pisto, que estaba muy rico aunque nadaba en una cantidad de aceite exagerada. Que sí, que todo es cuestión de no comérselo pero… estarán en una competición para ver quién gasta más aceite en la ciudad o coleccionarán botellas de aceite vacías? Otra explicación no se nos ocurre.

Y por último el entrecot de buey a la plancha, viene fileteado y con un cachelo. Es perfecto para compartir y, quizá la opción más saludable de todas. Tiene días mejores y peores, a veces está más sabroso y otras está más nervioso pero siempre es una buena opción.

Los postres sí que no son nada recomendables, pedimos unas cañitas rellenas de crema de queso y naranja que sonaban de maravilla pero que estaban rellenas de sabor a sugus y una tarta de queso y arándanos, natosa e insípida. Si el cuerpo os pide algo dulce, terminad la comida con un chupito de crema de orujo y olvidáos de los postres. Por no tener, no tienen ni té y el café es un brebaje imbebible.

Habiendo tomado una botella de vino, café y postre la cuenta no llegó a 20 euros por cabeza. Bebiendo una copa y compartiendo unas tapas la cosa saldrá por unos 13 euros. Una opción muy asequible, rica y agradable que consigue que te olvides de lo desastres que son sirviendo, lo lentos que son para traer el postre y lo duro que es que siendo una de las tres únicas mesas que tienen llenas tarden veinte minutos en traerte la cuenta. La comida se lleva lima y media, el frío y lo demás le dan medio limón.

PD. Los woks no son una opción, a menos que por alguna razón seas adicto a los brotes de soja avinagrados que venden en botes.

 

http://www.vinotecacabernet.es/

Dirección: Rúa Teófilo Llorente, 29. Vigo

Teléfono:986 22 74 29


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LA OTRA CASA… menú de autor en Lavapiés. (Madrid)

Coged vuestras agendas limoneras y haced hueco, porque hoy os traemos un sitio que, realmente, vale la pena visitar. Se llama La Otra Casa y se esconde en la calle Olivar, en pleno barrio de Lavapiés. Un local de productos de temporada, muy buena calidad, bien trabajados y, encima, a buen precio. Para qué queremos más.

La calle Olivar es pura cuesta, siempre es una ventaja, si vienes con hambre te apeas en Tirso de Molina y sólo hay que bajar y si has desayunado demasiado, todo es cuestión de bajarte en Lavapiés y subir la cuesta. Lo importante es llegar a La Otra Casa con ganas de comer, todo tiene tan buena pinta y está tan rico que una vez que empiezas te entran ganas de probarlo todo.

El local es mono, tiene las paredes llenas de cuadros, tan llenas que no cabría ni una foto carnet más. Los manteles son de tela, de esos que hacen que te sientas un poco como en casa, y de fondo suena Jazz. Es un sitio tranquilo, donde se puede hablar y con las mesas suficientemente separadas como para que el de al lado no participe de tu conversación.

La carta tiene unos veinte platos que van desde los cuatro euros a los 15. Los dividen en aperitivos, primeros, principales y postres y para hacernos la vida más fácil tienen una opción donde por tres platos por 16,50€ (o 19,50€ con postre) tú te configuras el menú a tu gusto. Y eso fue lo que hicimos.

De aperitivos probamos el Cebiche mixto, de pulpo, chipirón y piña que estaba riquísimo. Es un plato sin demasiada buena pinta, (no estamos acostumbrados a comer cosas blancuchas y rosas), pero que bien hecho es una delicia. y las Papas rellenas de morcilla, pasas, ají y alioli, muy curiosas y muy ricas. No os diremos más para no estropearos la sorpresa.

De primeros optamos por la menestra de verduras, que no defraudó, verduras de temporada, frescas, al dente y guisadas con pimentón… muy muy buenas. Y la Ensalada burratina con frutos rojos,  no llegaba a burrata, pero tampoco lo prometían, una versión de la ensalada caprese sin tomates cherrys y con fresas, original y muy buena.

Y por último los principales, la hamburguesa de rabo de buey estaba deliciosa. Era contundente y aún así hubiera sido capaz de comerme otras dos de pura gula. No os vayáis de este sitio sin probarla. Y el fish and chips de bacalao donde llegó la única pega de la comida… el bacalao estaba perfecto, bien desalado, se deshojaba, frito como en tempura… maravilloso, pero las patatas debían de llevar fritas desde las 8 de la mañana. Cómo puedes estropear una comida tan, tan, tan, tan rica con esas patatas!!!!

Religión patatera al margen, la comida por calidad y precio es de dos limas y media, el local es super agradable, la camarera es muy maja, el servicio es rápido, todo está rico y logran hacer con los productos de siempre algo diferente. Sin embargo, la patata revenida les cuesta medio limón.

LA OTRA CASA: Calle del Olivar, 6. Madrid.


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Baobab… de Senegal a Madrid.

«Es cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Después de terminar la higiene matinal, hay que hacer con cuidado la limpieza del planeta. Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue de los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil.« El Principito – Antoine de Saint-Exupéry.

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Los Baobabs son unos árboles inmensos que crecen en Áfica, parte de Australia y en el asteroide B612, que como es mundialmente conocido, es el asteroide donde vive el Principito. Dicen que pueden llegar a vivir hasta 4.000 años, sólo tienen hojas en verano y no dan grandes frutos pero tienen una cualidad que les hace muy valiosos, son depósitos de agua naturales. Dentro de un buen baobab puedes llegar a encontrar más de seis mil litros de agua. Esto, en África, os podéis imaginar lo que significa.

Senegal es tierra de Baobabs, tanto es así que es su símbolo y un árbol sagrado. Quizá por eso, sea el nombre más apropiado para un restaurante senegalés en Madrid.

El Baobab está en Lavapiés y tiene, sin exagerar, una de las mejores terrazas de todo Madrid: enorme, soleada, tranquila y con precios económicos. El restaurante en sí es extremadamente cutre, está al nivel de un chamizo de cuadrilla: una barra, unas mesas y una escoba pero la comida es sorprendente y vale la pena probarla.

Senegal es un país de mayoría islámica y eso en la comida se nota. No verás cerdo y la comida tiene un punto arabesco (cuscus, la forma de tratar las verduras…). Es un país con mar, lo que hace que se lleven bien con el pescado, por lo demás, mucho arroz y muchas especias.

El restaurante está muy cerca del Rastro por lo que su día fuerte es el domingo. Si hace bueno, todavía peor. Id muy pronto, las colas que se montan para coger mesa superan, fácilmente, la hora y media. Cuando fuimos nosotros eran las dos y nos tocó paparnos 5o minutos de cola y lo peor no es eso… lo peor es que los platos se van acabando y te quedas sin probar un montón de cosas ricas.

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En la carta tienen unos zumos naturales de ibisco y de baobab con muy muy buena pinta, que no les quedaban y de los diez platos (entre 7 y 8 euros) que tienen, sólo había disponibles cuatro y ni el pescado ni el cuscus estaba dentro de ellos. Así que optamos por un Thiebu Vegetal, que es arroz senegales (con un grano muy chiquitito y muy aromático) con verduras (que venían en formato tahine) Calabaza, berenjena y col muy pochadita. Resulta ser un plato rojizo, aceitosillo y con ese picante sutil que se acaba acumulando cuando te has terminado el plato. Y un Yassa, arroz blanco con pollo en salsa de cebolla. Un guisote ácido, dulce y agrio a partes iguales, con unos buenos trozos de pollo, aceitunas, pepinillos y mucha cebolla. Sorprendente y rico.

La comida está muy buena, pero sacia y las raciones son inmensas… con dos platos comen tres sin ningún apuro. No es para ir todos los domingos aunque es perfecto para ir un par de veces al año. Una opción diferente, rica y barata (unos diez euros por persona) perfecta para ir en grupo y en terraza se merece una lima y media. El hecho de que se les hubieran acabado tantos platos y, sobre todo, los zumos, les cuesta medio limón.

BAOBAB: Calle de los Cabestreros, 1. Madrid

Teléfono: 915 27 27 32

 

 


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MyVeg… verduras frescas en Madrid

El placer de las verduras” con este eslogan te recibe el restaurante: myVeg. Y ese es su máxima, las verduras son las protagonistas de sus recetas y las acompañan con mar y campo. No pudimos resistir la tentación y allí nos presentamos.

MyVeg está en la Calle Valverde, 28 del Madrileño Barrio de Maravillas o ahora llamado Malasaña, cuando nada más entrar te encuentras un famoso comiendo allí gritas: este sitio esta de moda! En realidad todo Malasaña lo está. Tiene una decoración escasa y un ambiente minimalista que crea una atmósfera limpia, amplia y tranquila y eso me gusta. 

Nos sirven la carta de una manera peculiar, fijada a un cartón con una pinza, al principio piensas que es un poco cutre, pero que queréis que os diga, cuando le das la vuelta y ves que ese cartón es el de las cajas de vino que sirven, yo el reciclaje y las buenas ideas las premio.

Lo teníamos claro, veníamos a ”Limonear” y lo queríamos probar todo: El menú consta de 2 entrantes, 4 «verduras» que son como los primeros , 4 segundos y 2 postres en carta éramos dos y casi probamos el menú entero.

Empezamos pidiendo la bebida. Tienen una interesante la carta de vinos jóvenes, no muy comunes a buenos precios, pero que no están incluidos en el menú del día: error. Hecho que no impidió que pidiéramos para amenizar la comida un Jumilla de Syrah y Monastrel muy aromático y equilibrado, que apuntaremos para próximas comidas o por qué no, para alguna velada en casa: se trata de Las Hermanas de Bodegas Luzón.

MyVegdelima

Ya preparados para el almuerzo llega la siguiente sorpresa: el pan. Viene envuelto en papel reciclado y trae dos porciones de pan blanco y pan integral. Mientras seguíamos comentando la sorpresa del pan llegó el aperitivo: un chupito de crema de puerro y los 2 entrantes: Pisto, pan y huevo y la Quiché de Setas y bacón que para ir abriendo boca no estaba mal.

Las verduras de primero no decepcionaron: la ensalada de setas, queso, tomate secos y cebolla frita me encantó por el contraste de sabores y texturas y la Escalibada de verduras asadas también demostraba la calidad de la materia prima y una excelente cocina.

Llegaron los segundos y a una enamorada del guacamole le tienes que hacer muy bien el aguacate y os puedo asegurar que el Tartar de aguacate, cebolleta y tomate que acompañaban a los Chipirones estaba espectacular. Sí y tampoco se quedaba atrás las Manitas de cerdo rellenas de berza e ibericos con salsa con Almendras. Aunque la textura cartilaginosa no puede gustar a todo el mundo, las manitas estaban deshuesadas y apenas se notaba esa textura.

Y para rematar 2 postres, una carrot cake con helado de chocolate blanco, nada fuera de lo normal y una crema casera de yogur con fresas en almíbar que me sorprendió por la suavidad de la crema, una delicia.

En fin, para resumir, fue un buen almuerzo, con comida de calidad y sabores auténticos, pero con porciones en los platos algo escasas y con un precio que para ser menú del día es algo caro: 15€. Por eso MyVeg se lleva 1 lima y media por la calidad de los alimentos y medio limón por el precio y la escasez en las raciones.

http://www.myveg.es/


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LA SOPA BOBA… un restaurante exótico en Alpedrete.

Es inevitable, un restaurante cuyo cocinero se llama Fernando Limón merece una visita de los limoneros. El sitio en cuestión es la Sopa Boba y está en Alpedrete. El local es nuevo, amplio, luminoso, modernote y muy bien decorado. El suelo es lo más curioso de todo, es de cemento (pulido a mano) con cosas incrustadas, por cosas entendemos piedras, cubiertos, un marco de fotos incluso cuenta la leyenda que hasta tiene un iphone. La verdad es que el teléfono no llegamos a verlo pero los cubiertos sí, así que todo es posible.

La carta es amplia, con muchos primeros marinos y segundo carnívoros de lo más exóticos, del pato a la avestruz pasando por el canguro y el antílope. Es el propio Fernando Limón el que te toma nota de la comanda, tras negociar con él sobre cuáles serían los mejores entrantes logramos un menú que fue de consenso.

La Sopa Boba

Empezamos por unas sardinas ahumadas marinadas con guacamole, si aún no habéis probado las sardinas ahumadas anotadlo en vuestra lista de sabores pendientes… quizá le acabéis poniendo los cuernos al salmón ahumado, seguimos con un salmón marinado al café servido en una cafetera, muy vistoso con semillas de sésamo y un suavecísimo aroma a café. La presentación de estos dos platos fue espectacular! Después vinieron unas croquetas de chipirón rebozadas con panko muy ricas pero un punto sosas.

Por último comimos un tartar de bonito que merece mención aparte. El tartar en sí estaba muy rico, la presentación imitando a una rodaja de salmón era vistosa y la combinación con el helado de jengibre era perfecta y luego venía todo lo demás… un palo de jengibre, sésamo de wasabi, polvo de aceite… más que un acompañamiento parecían los ingredientes de una poción mágica y, aunque no le hacían mal, la verdad es que con un poquito más de helado hubieran resuelto fenomenalmente la faena.

De segundo cada uno elegimos un plato, mis vieiras envueltas en panceta estaban muy buenas pero cuatro como principal se quedaba un poco corto (y eso que preguntamos), el acompañamiento de la soja y las algas he de confesar que no me gustó demasiado. El ciervo con ciruelas claudias era demasiado dulce, aunque no estaba mal. El secreto ibérico paradójicamente no tenía secreto… unos segundos que no estaban a la altura de los primeros, ni en presentación ni en sabores.

La carta de postres era inmensa, unos 25 postres diferentes a 4€ cada uno y, aprovechando que éramos 10 y golosos, cometimos una excentricidad y, prácticamente, los acabamos probando todos. Entre los más sorprendentes un postre hecho con lentejas y fruta de la pasión muy rico y un helado de torta del casar al que solo le faltaba venir acompañado de un poco de pan tostado. Sobre el postre de carajillo hubo discrepancias, personalmente me horrorizó pero… para gustos se han hecho los postres. La nota de humor la aportaba el Froilán, un Frigopié casero con un agujero, más ingenioso que rico.

Postres la sopa boba

Todo esto, cerveza japonesa (que es la única que tenían), una botella de vino casi más peculiar que el dueño (“El gitano pelirrojo esperando solo en la sala de urgencias”), pan, agua y cafés incluidos, por 40 euros por persona, lo que lo convierte en una opción algo exótica por un precio asequible. Todo estaba rico, pero era muy irregular, había cosas espectaculares y otras que las podrían haber hecho en un menú del día cualquiera; lo mismo con la presentación. Eso les da una lima y media y medio limón.

Lo peor fue enterarnos unos días después por unos amigos que preparan unos Gin Tonics de ginebra artesana de concurso. Ni lo habíamos visto en la página web, ni estaba destacado en la carta, ni nos lo ofrecieron al terminar de comer… y como adivinos nos salimos, pues, nos queda para la próxima.

Si estáis por la Sierra y buscáis donde celebrar una ocasión especial es una muy buena opción pero, la verdad es que por ese precio sin salir de la ciudad hay opciones bastante más resultonas.

http://restaurantelasopaboba.com/

LA SOPA BOBA: Travesía de Guadarrama 4/6, Alpedrete.


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LA PEPITA… las mejores hamburguesas de Vigo.

Si decimos que hay una fiebre con las hamburguesas gourmet  no estamos descubriendo la pólvora. Sólo hay que ver que en el casi un año que llevamos abierto ya les hemos dedicado tres entradas, en Pozuelo, de espaguetis en Zaragoza,  o con sonido sesentero en el HD, por no hablar de la maravillosísima hamburguesa con provolone del Ateneo. Hoy continuamos con el tema y nos vamos a Vigo a probar La Pepita. Seguramente, uno de los sitios más de moda de la ciudad.

En plena crisis ver sitios a los que les va bien y están llenos a golpe de martes mola. La Pepita es uno de ellos, por norma general no reservan con lo cual, la única forma de garantizarte una hamburguesa es ir pronto. Puestos a tener cosas en cuenta, los lunes cierra.

Los diseñadores han hecho un muy buen trabajo con este sitio, desde la imagen corporativa que es muy chula a todo el diseño del local, una mezcla de maderas entre fabril, acogedor y diner a partes iguales, con sofás marrones y consignas de lata. El sitio no es muy grande pero está tan bien aprovechado que caben un montón de mesas, con el problema que esto conlleva, eres partícipe de las conversaciones del vecino.

Pero lo importante es lo importante, las hamburguesas. Tienen una carta bastante amplia con nombres exóticos: Laponia (Ese lugar de donde viene Papá Noel y al que todos deberíamos ir a trabajar en masa… o algo así), chaparrita, Rouge o la que yo pedí, Rianxeira (6,50€) de ternera, queso San Simón gratinado, cebolla roja, lechuga y panceta crujiente.  Dependiendo de cual sea puedes elegir entre 150 o 200 gramos.

Además de la carta, todos los meses tienen una especialidad, ahora está la Japo (Carne de buey de Kobe, mayonesa de teriyaki y setas Shiitake) y no pudimos resistirnos a pedirla, ni siquiera nos echaron atrás los 11,50 euracos que costaba. Ambas estaba muy buenas, no nos preguntaron por el punto de la carne, pero lo cierto es que la trajeron poco hecha así que tampoco es plan de ponerse picajosos. El pan era esponjoso y plagado de semillas de amapola.

Como acompañamiento pedimos unas patatas gruesas fritas con ketchup picante (que casi no picaba) y mayonesa de ajo asado realmente rica. El ajo asado triunfa y sino, mirad la entrada de Los Chuchis. Estaban muy buenas, fritas con piel otro elemento que triunfa, pero quizá estarían mejores si vinieran incluidas con la hamburguesa, al menos con las especialidades.

Las camareras fueron muy majas, lo necesitábamos y nos sirvieron muy rápido y cuando nos fuimos corriendo por la puerta con la amenaza de perder un tren nos recordaron que teníamos que volver para probar el Brownie de chocolate, parece que no siempre es así. El punto negativo fue el susto al ver la cuenta, dos hamburguesas, tres cocacolas y unas patatas fritas, 27,25 € un poco mucho, no nos vamos a engañar. Es verdad, que si no hubiéramos pedido la japo la cuenta se habría quedado en unos 10 euros por persona bastante razonables.

En resumen, probablemente, las hamburguesas más ricas de Vigo se merecen una lima y media, el precio y el hecho de que no tengan un menú del día… les da el medio limón.

LA PEPITA: Calle Oporto, 15. Vigo

http://www.lapepitaburgerbar.com/


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LA TAQUERÍA DEL ALAMILLO…en busca del #MMM (Madrid)

En de Lima a Limón seguimos con la búsqueda del #MMM (mejor mexicano de Madrid) por eso y porque en realidad nos molan un montón, nos vamos hasta La Taquería del Alamillo en pleno corazón del madrileño barrio de la Latina. Había estado en la taquería hacía unos tres años y, en aquel momento, me pareció el lugar más maravilloso del mundo, desde aquellas las cosas han cambiado y, tampoco vamos a mentir, a base de probar y probar el paladar de una se ha hecho algo más exquisito.

En esos tres años intenté volver unas cuantas veces… pero, o era agosto (y cierran todo el mes) o era el día de descanso… o, simplemente, no había sitio… Como dice el refrán, el que la sigue la consigue y, finalmente, conseguí reservar una mesa. En verano se puede reservar en la terraza aunque no siempre te hacen caso.

Empezamos mal, cuando llegué no había mesa, estaban todas ocupadas y la solución fue, después de tenerme esperando un buen rato poner una mesa extra, a grandes males… remedios chapuza. Después la cosa no mejoró demasiado, se liaron con la comida, con los platos, las cervezas sin alcohol eran minis y la salsa roja que te ponían con los nachos era de tomate triturado de bote… con su ácido característico. Sin embargo, la comida sigue valiendo mucho la pena.

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Los precios no son especialmente baratos, pero las raciones son muy abundantes y eso siempre compensa. Cuando llegas, para que vayas abriendo boca te ponen una bandeja con nachos y las clásicas salsas roja y verde. La verde estaba muy rica, tenía un montón de lima y un punto perfecto de picante… de la roja ya he hablado antes y tampoco quiero hacer sangre.

Para comer pedimos una tostada de tinga que estaba de morirse!!! Mezclando un montón de sabores con la tortilla crujiente en la base. Unas enchiladas de pollo en salsa verde (otra vez esta simple y descriptiva manera de llamarle a las cosas) que no se quedaron atrás, 3 tortillas servida en una bandeja tamaño platillo volante, con salsurria, queso fundido y unos aros de cebolla crudos que le daban el contraste perfecto.

Y, por último, el plato estrella, el Molcajete sabana con queso, salsa y frijoles. Un molcajete es una especie de mortero hecho con piedra, generalmente volcánica, en su variante gastronómica es un mortero relleno de los guisotes más insolitos y deliciosos. En este caso, carne de ternera cortada en trocitos, con un montón de salsas y una barbaridad de sabores diferentes que venía acompañado de unas tortillas de maíz.

Lo mejor de este mexicano es que todos los platos tienen un montón de sabor y, lo que es más importante, todos saben distinto… (aunque parezca de perogrullo, por desgracia no lo es). Se come por algo más de 20 euros por persona, con el chupito de tequila y Sprite al que invita la casa incluído. Los margaritas de tamarindo siguen siendo su especialidad, pero en este caso no tocó probarlos.

En resumen, la comida se lleva dos limas, tres años después sigue siendo fantástica, el servicio y todas las eventualidades que lo siguieron se gana el medio limón. Muy recomendable… pero sigue sin ser el Mejor Mexicano de Madrid 😉

TAQUERÍA DEL ALAMILLO: Plaza del Alamillo, 8. Madrid.


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CAFETERÍA HD… Hamburguesas con sonido sesentero (Madrid)

En 1962 en la Calle Guzman el Bueno, justo enfrente de donde hoy está el Tierra de Burritos, se abrió una cafetería. De aquellas era normalita, tenía sus mesas de formica, sus sillas de cocina, su barra con espejos tintados… Y pasó el tiempo y los dueños tuvieron paciencia (No olvidemos que todo lo vintage pasa una época donde está horrorosamente anticuado) pero gracias a eso hoy tenemos un Diner a la española perfectamente conservado donde por no cambiar, no ha cambiado ni la música.

La música es, muy probablemente, lo que más me gusta del local. Una hamburguesa sabe mejor cuando suena Downtown de Petula Clark, o los Beach Boys, o Tom Jones… mover la cabeza mientras masticas, mola. Así que como la música es una fantástica compañía un punto positivo del HD es que es un lugar perfecto para comer sólo. Su plato estrella son las hamburguesas, tienen menú pero… comer menú en el HD, da penita.

El encargado del local es un fenómeno, además de una de esas personas competentes a las que les dices que tienes prisa, se lo toman en serio y cumplen con su palabra. Elegir hamburguesa no es cosa fácil, hay muchas con buena pinta, tardamos «tanto» que el encargado acabó diciéndonos que no hacía falta que nos aprendiéramos la carta de memoria, que tenía trabajadores que no se la sabían. Siempre se puede considerar una oportunidad de empleo 😉

Optamos por una ración de patatas fritas en aceite de oliva, que venían en un cartucho de papel, peladas pero poco, naturales y ricas(2,50€) una Eggburguer (8,80€) y una Grandburguer. Las hamburguesas son de dos tipos, normales, con su carne de buey, lechuga, tomate, cebolla y mahonesa más adiciones y las «world»  con guacamole, foie, pesto… Las world valen más (unos 10€) pero es cierto que tienen patatas incluídas con lo cual, la cuenta va a salir más o menos igual (carilla).

Estos chicos presumen de pan, cuentan que es artesanal y lo hacen con cerveza negra, nos lo creemos y la verdad es que está rico, aunque si hay que ponerle pegas, quizá sería que es un poco dulzón. Por la carne te preguntan como la quieres… y hasta cumplen!

La verdad es que están muy ricas, la cebolla crujiente mola y el cheddar crujiente (que viene a ser una loncha de queso que han dejado que se funda y refunda en el horno) es un inventazo. Embadurnar la hamburguesa en salsurrias es una pena y eso siempre es buena señal.

El problema es que una cocacola, más media de patatas, más la hamburguesa superó los 13€ y qué queréis que os diga… no deja de ser un bocadillo con 150 gramos de carne. Así que se llevan lima y media por el producto y medio limón por el precio.

Pd. si es la hora de merendar no os perdáis las tortitas, son buenísimas y sólo por 1,90€.