Estamos viviendo en directo la «invasión de las franquicias». Seguro que hay estadísticas espeluznantes, que desconozco, pero dirán.. Cada hora se cierra en España un bar de toda la vida y se abre un SuperFriedPollo.
Esto, es especialmente grave en Madrid y, más aún, en el gremio de los italianos donde los Ginos y Diboccas nacen como setas. Sin embargo, hay una pequeña zona de Madrid que resiste, algo así como la «little italy» madrileña, la zona por la que se mueven los que trabajan en el Consulado Italiano o los que llevan a sus hijos a la Scuola Statale Italiana di Madrid.
Ahí es donde se encuentra nuestra víctima del día, Il Pastaio del Vecchio Mulino, para los amigos, Il Pastaio, un viejo conocido de los trabajadores de la zona de Nuevos Ministerios.
Tienen una carta a precios muy razonables y un menú diario de 10,90€. Además del restaurante de Ríos Rosas, los dueños tienen dos tiendas donde venden su propia pasta fresca (una auténtica perdición a una media de 11 euros el kilo).
El lugar es sencillo y, aunque tienen muchas mesas, es mejor reservar si no quieres quedarte sin comer. Los camareros son italianos, correctos… Pero se bloquean un poco cuando les preguntas qué te recomiendan, probablemente, porque siempre están a tope.
El menú es suficiente, suele haber una ensalada de primero y pastas variadas de segundo. En este caso había: insalata tre fromaggi con queso de Burgos, Gouda, Pecorino y un aliño dulzón, y un Crocchette de patata que no pedimos aunque tenía buena pinta.
De segundo un Duetto al forno (una combinación de dos trozos de lasaña con muy buen aspecto) unos Linguine dello chef, con nata, puerro y pavo muy sabrosos, con una pasta exquisita y al dente, pero con ese toque de la pechuga de pavo que me recordaba a esos arroces a la nevera del día en que no hay nada más que echarle. Por último, yo pedí unos Tortiglioni a la Trapanese, una receta sencilla con tomate natural en trocitos, pimiento, ajo y perejil, dentro de un mes con los tomates de temporada estará de escándalo, pero hoy le faltaba un poco de sabor y una cucharada más de macarrones, se quedaron un poco cortos.
De postre había profiteroles con chocolate o pera escondida en nata. Digo lo de escondida porque hasta que despejé aquella copa fue difícil clavarle el tenedor a la pobre fruta en almíbar.
Como italiano de menú es uno de los mejores, su pasta es excelente y el precio es muy razonable por eso se llevan lima y media, sin embargo, se suelen quedar un poco cortos en las raciones del menú y los primeros suelen ser bastante flojos y eso les cuesta medio limón, recomendable en todo caso.
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