Siguiendo con la nueva sección que inauguró Olivia el pasado lunes, #yoconfieso que nunca había estado en el «Nait», no haber estudiado la carrera en Madrid y haber vivido siempre por el sur hace que llegues a estos sitios un poco crecidita. Pero nunca es tarde si la dicha es buena.
Tanto es así que era mi primera vez que llamé para saber el horario (de 13 a 1h) y tuve una conversación un tanto surrealista. Como simplemente cogieron el teléfono con un – Siiiiii (que podría haber sido cualquier humano cabreado) me vi obligada a preguntarle si eran el – «knaigt an skuaier«. La respuesta fue un diáfano – eeeeeeh??, Finalmente pregunté si daban hamburguesas y ahí sí conseguí una respuesta afirmativa. Estaba claro, yo aún no era amiga, sino, claramente, hubiera preguntado por el Nait. (que así es como se llaman en su web y como se llama la empresa según el ticket.
El Nait está rondando Plaza de Castilla, es un bar extremadamente lleno, por tener lleno tiene llena hasta la fachada de enredaderas. Los toldos rojos cada vez se ven menos aunque le da un aspecto de taberna irlandesa llena de Leprechauns de lo más divertida. Por dentro tampoco es un lugar que deje indiferente, tienen pánico al vacío, todo está lleno de cuadros, de jarras de cerveza, de… todo. Incluso el techo. La luz es oscura y parece que te invita a sentarte en la barra y compartir pinta con el primer hombre mayor de barba solitario que se encuentre en el lugar. (Si lleva un tatuaje en el brazo mejor).
Pero la verdad es que no se va a por pintas, se va a por hamburguesas y perritos y, a eso fuimos. La carta tiene su aquel y los precios siguen siendo precios de hambuguesería antiresaca (desde 4,50 a 6,50) con la posibilidad de pagar 1€ por cada extra y añadirle cosas tan… sutiles… como piña, chorizo o chucrut.
Ya que estábamos en modo guarrindongo la elección la tuvimos fácil, una hamburguesa italiana y otra mexicana. En la fotos veréis que no son hamburguesas al uso. La italiana viene naufragada en una salsa «italiana caliente con especias» ergo, tomate frito de bote con orégano y albahaca. La mexicana viene abierta y, directamente, sepultada, en frijoles, os doy mi palabra de limonera que debajo de aquella fuente cubierta por una lata de alubias había una hamburguesa de carne (no demasiado mala) y pan.
Probablemente sea el ambiente o los precios o los recuerdos que te evoca o incluso que te genera (porque las patatas de bolsa estamos seguros que no fueron) pero la experiencia vale mucho la pena. Las hamburguesas no son, ni de lejos las mejores del mundo y el servicio tampoco. Decir que son decentes es más que generoso, pero la verdad es que están ricas y, sobre todo, saben muy bien.
El Nait es un trocito de un lugar imaginario en el norte de Madrid, donde vuelves a ser universitario por un rato, las cosas saben diferente y el tiempo pasa a otro ritmo. Ojalá las hamburguesas fueran un poquito más ricas, en todo caso… les valen una lima y media y medio limón.
NAIT: Felix Boix, 9. Madrid.
Pingback: Gastroletter Semanal Nº2 – Semana del 13 al 20 de marzo de 2014 | Salivando
marzo 20, 2014 en 10:13 am
Así es, quizá las hamburguesas no sean las mejores del mundo (que no lo son) pero es sitio vale muchísimo la pena.
Muchas gracias por el comentario. 🙂