El mundillo gastronómico está lleno de trampas, lugares con aparente buena pinta, precios mucho mejores que la media y promesas de guinnes de los records que pueden acabar nublando nuestro instinto y causándonos más de una indigestión.
Hay quien ha nacido con el don de acertar, esa gente que vaya a donde vaya siempre acaba comiendo supermegabien y por cuatro duros, incluso aunque esté en el paseo marítimo de Benidorm. Otros no han nacido con esa estrella pero, amigos míos, todo se aprende y aunque siempre hay un riesgo de error, hoy os traemos una docena de pistas para no caer en un mal restaurante.
Después de casi un año pateándonos cientos de restaurantes de este bonito país y parte del extranjero con De Lima a Limón alguna buena conclusión teníamos que sacar y lo suyo es compartirla. Aquí están:
1. Huye de restaurantes con vinilos y colores chillones
Sí, sí, eso de colores fluorescentes que se ven desde el otro lado del pueblo, donde la ración de bravas tiene muy buena pinta el día uno y se va poniendo pálida hasta acabar con peor cara que los pollos del Simago.
Escapad de esos restaurantes. Si necesitan anunciarse tanto y tan visiblemente es que algo no va bien. Recordad, que los mejores sitios sobreviven con el mismo cartel de hace cien años y escondidos en las callejuelas más recónditas, por algo será.
2. Escapa de los multimenús
Elige entre 10 primeros y 10 segundos, esto nunca sale bien. Es imposible mantener un menú decente de más de cuatro opciones y ya hay que ser muy rarito para que no te valga ninguna de las que te pueden ofrecer.
En estos sitios te van a pasar dos cosas, la primera es que nunca les va a quedar de lo que pidas, ni aunque sea la una del mediodía, y la segunda es que lo que logres pedir va a venir revenido y recalentado. Por muy barato que sea… sé fuerte, no caigas.
3. No al festival de las ofertas y a los buffets libres
Vale la oferta del día, el menú del día o la especialidad recién traída del mercado pero no hablamos de esos sitios… hablamos de los bares donde ya casi no se ve el cristal de la cantidad de folios que tienen pegados. Donde elegir lo que quieres pedir es más difícil que ir al Telepizza con masas, salsas, ingredientes y complementos.
Si necesitan cubrirte a ofertas es que algo no va bien, o en condiciones normales te timan o es que están muy necesitados. (Ver punto 1)
Los buffets tampoco son buena opción, esos platos donde mezclas arroz, con fritos, con pizza con algo verde porque te sientes mal y, en general, todo es recalentado y nada está rico. Elige un buen menú, no saldrás rodando y todo estará mucho más bueno.
4. Escapa de locales vacíos
Por muy buena pinta que tenga si está vacío y no lo conoces, no entres. Si aún así tienes mucha fe en el local, date un paseo y vuelve media hora más tarde. Si sigue vacío… huye a tu segunda opción.
Nota: si el local tiene gente pero son abuelos jugando la partida y tomando carajillo y no ves restos de comida, no te hagas trampas al solitario, tampoco vale.
5. Alejate de zonas turísticas
La ambición de engañar al turista es algo universal, vayas al país que vayas, siempre hay algún hostelero dispuesto a aprovecharse de la cartera del amante de un día que nunca más va a volver. No piquemos, ahorrarnos este mal trago es muchas veces tan sencillo como cambiar de calle.
6. No te fíes de restaurantes temáticos
Irlandeses en Moratalaz, Gallegos en la Gran Vía o la cocina de la abuela en Castellana. Sí pequeños Sherlocks, algo de esto no encaja. Quizá os perdáis el mejor lacón con grelos de la historia pero lo más probable es que os ahorréis un disgusto.
7. Ni de gastrobares con aspiraciones
Espuma de mar con crujiente de alga y esencia de gamba en un menú de 11 euros tampoco es un buen indicador. Si queremos probar estas cosas mejor ahorramos durante seis meses y un día nos pegamos un homenaje con un menú degustación de un estrella Michelín. Tanta palabrería suele esconder un menú tan flojo como los productos de la teletienda.
8. No tengas piedad de la momia de merluza de la vitrina de la entrada
Clásico restaurante viejuno, con vitrina en la puerta llena de hielo y animales prehistóricos que saludan por el nombre a los viandantes. No tengáis piedad y no seáis benévolos. Esa merluza es el reflejo de todo lo que os vais a encontrar dentro. Palabra de limonero.
9. Si tienen Crujicroques o Paellador también puedes huir
Señal inequívoca, es como una cruz en la puerta. Corchopán recalentado a precio de oro pensado para el turista amor de un día… Ver punto 5.
10. Si Chicote entraría con un Kalashnikof, no entres
El amigo Alberto muchas veces es un poco exagerado en sus reacciones pero si lo piensas suele tener razón… antes de entrar en un restaurante nuevo piensa si te imaginas a Chicote en medio de las mesas con un fusil de asalto. Fíate de tu instinto, si te dice que puede ser así. Sal corriendo antes de que la salmonelosis sea más rápida que tú.
11. Si te persigue un tipo con el menú en la mano aunque sean las 11 de la mañana
Esta es una de esas reglas de tres inversas que nos enseñaban en el instituto… cuanto más me persigas para que entre, menos ganas me quedarán de entrar. Es como los que intentan ligar como si fueran antibióticos de amplio espectro. La desesperación no es buena amiga.
12. Di no a las franquicias, sobre todo si son estaciones de servicio
Y por último, un no rotundo a las franquicias, sobre todo a las de las áreas de servicio con el bocata arrojadizo de jamón y refresco por el inigualable precio de 9,90 euros.
Si aún después de todo no encuentras una opción mejor que un Burrikin o un Vips o te va la marcha… hay una cosa que tienen buena y hay que reconocérsela, estos no defraudan sabes a lo que vas y lo cumplen.
Buen provecho limoneros!