«Es cuestión de disciplina, me decía más tarde el principito. Después de terminar la higiene matinal, hay que hacer con cuidado la limpieza del planeta. Hay que obligarse regularmente a arrancar los baobabs en cuanto se los distingue de los rosales, a los que se parecen mucho cuando son muy jóvenes. Es un trabajo muy fastidioso, pero muy fácil.« El Principito – Antoine de Saint-Exupéry.
Los Baobabs son unos árboles inmensos que crecen en Áfica, parte de Australia y en el asteroide B612, que como es mundialmente conocido, es el asteroide donde vive el Principito. Dicen que pueden llegar a vivir hasta 4.000 años, sólo tienen hojas en verano y no dan grandes frutos pero tienen una cualidad que les hace muy valiosos, son depósitos de agua naturales. Dentro de un buen baobab puedes llegar a encontrar más de seis mil litros de agua. Esto, en África, os podéis imaginar lo que significa.
Senegal es tierra de Baobabs, tanto es así que es su símbolo y un árbol sagrado. Quizá por eso, sea el nombre más apropiado para un restaurante senegalés en Madrid.
El Baobab está en Lavapiés y tiene, sin exagerar, una de las mejores terrazas de todo Madrid: enorme, soleada, tranquila y con precios económicos. El restaurante en sí es extremadamente cutre, está al nivel de un chamizo de cuadrilla: una barra, unas mesas y una escoba pero la comida es sorprendente y vale la pena probarla.
Senegal es un país de mayoría islámica y eso en la comida se nota. No verás cerdo y la comida tiene un punto arabesco (cuscus, la forma de tratar las verduras…). Es un país con mar, lo que hace que se lleven bien con el pescado, por lo demás, mucho arroz y muchas especias.
El restaurante está muy cerca del Rastro por lo que su día fuerte es el domingo. Si hace bueno, todavía peor. Id muy pronto, las colas que se montan para coger mesa superan, fácilmente, la hora y media. Cuando fuimos nosotros eran las dos y nos tocó paparnos 5o minutos de cola y lo peor no es eso… lo peor es que los platos se van acabando y te quedas sin probar un montón de cosas ricas.
En la carta tienen unos zumos naturales de ibisco y de baobab con muy muy buena pinta, que no les quedaban y de los diez platos (entre 7 y 8 euros) que tienen, sólo había disponibles cuatro y ni el pescado ni el cuscus estaba dentro de ellos. Así que optamos por un Thiebu Vegetal, que es arroz senegales (con un grano muy chiquitito y muy aromático) con verduras (que venían en formato tahine) Calabaza, berenjena y col muy pochadita. Resulta ser un plato rojizo, aceitosillo y con ese picante sutil que se acaba acumulando cuando te has terminado el plato. Y un Yassa, arroz blanco con pollo en salsa de cebolla. Un guisote ácido, dulce y agrio a partes iguales, con unos buenos trozos de pollo, aceitunas, pepinillos y mucha cebolla. Sorprendente y rico.
La comida está muy buena, pero sacia y las raciones son inmensas… con dos platos comen tres sin ningún apuro. No es para ir todos los domingos aunque es perfecto para ir un par de veces al año. Una opción diferente, rica y barata (unos diez euros por persona) perfecta para ir en grupo y en terraza se merece una lima y media. El hecho de que se les hubieran acabado tantos platos y, sobre todo, los zumos, les cuesta medio limón.
BAOBAB: Calle de los Cabestreros, 1. Madrid
Teléfono: 915 27 27 32