De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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Escapada limonera a los Cristianos (Tenerife)

Visitar amigos es algo que siempre vale la pena estén donde estén, pero hombre… si están en Tenerife, como que el aliciente es siempre un poco mayor. Así que aprovechando uno de los bonitos puentes del mes de mayo nos cogimos un vuelo Ryanair hasta la isla y saldamos la deuda de nuestra visita pendiente. (Si es que te somos de un sacrificado….)

Nuestros amigos limoneros viven en Los Cristianos, al sur de la isla. Pese a eso y, por necesidades del guión, volamos a Tenerife Norte, las distancias en las islas son una cosa bastante relativa, léase, el aeropuerto está lejíiiiisimos, pero del norte al sur se tarda poco más de una hora. La misma hora que se tarda en llegar a Barajas desde el centro de Madrid.

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Volar con Ryanair tiene sus cosas, la primera es la psicosis que crean con la maleta, tienen unos cajetines miniatúricos donde tiene que caber la maleta. La mayoría de las maletas que nos venden como equipaje de mano, no caben y se traduce en que te facturan la maleta y te cobran unos 40 euros de castigo (allá fue todo el ahorro). Eso hace que en la cola de embarque la gente esté nerviosa y vestida como si fuera a volar al polo. Con toda cuanta ropa le cabe encima.

Una vez que superas este drama llega el espectáculo, Ryanair es lo más parecido que hay a la teletienda en aerolíneas, no callan durante todo el vuelo (excepto en las horas legales de silencio) y te venden de todo: Rascas y ganas y calendarios benéficos, perfumes, regalos, comida… pero te lo venden en modo mercadillo «Mary, que me lo quitan de las manos». En el último vuelo el azafato llegó a decir compren la lotería, ganen y den la vuelta al mundo y si no tienen con quien ir, llévenme a mi. Pues así todo.

Aunque lo mejor sin duda es la trompetilla que significa que han llegado a tiempo. Eso y la puta manía de la gente de aplaudir al aterrizar como si durante el vuelo con tanto anuncio hubieran perdido la esperanza de llegar a tierra sanos y salvos.

El tema, que nos despistamos, Canarias es un lugar que no se vende todo lo bien que debería. Resumen todas sus lindezas en un sol y playa, que es verdad, pero no sólo. Canarias es un paraíso, lleno de naturaleza, de vida, de fiestas, de animales. Tenerife es el segundo mejor lugar del mundo para observación de cetáceos. Que haya tenido que ir allí para enterarme…

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La gastronomía canaria es otra gran desconocida, nop, los canarios no se alimentan en exclusiva de plátanos, aunque haya palmeras plataneras por doquier. Comen papitas arrugás con mojo picón verde y rojo, queso blanco a la plancha, croquetas de plátano… un mogollón de cosas ricas que, por desgracia, en los sitios tan turísticos como los Cristianos, no abundan. Está invadido de jubilados con pelo blanco y camisas de flores que se alimentan a base de «garlic bread y lasagna».

Tenerife tiene un montón de influencia venezolana, eso hace que otro de sus platos típicos sean las arepas. Una delicia en versión fritanga. La Catirita es una de las areperas (que no areperías) más auténticas que podéis encontrar en Arona.  Tienen una carta inmensa.. aunque nuestra favorita fue la de carne mechada. La de chorizo perro (típico canario y similar a la sobrasada) y queso es imprescindible probarla… aunque ya os aviso que comeréis durante el resto del día, y la de guayaba y queso en forma de postre es deliciosa.

Tenerife

En el sur de la isla es donde está el mayor atractivo natural, el Teide, el pico más alto de España, y el tercer mayor volcán del mundo. De entrada puede parecer que un volcán tiene poco para ver… pero qué error!!! Es alucinante, el paisaje es muy diferente a cualquier cosa que hayas visto, entre otras cosas, porque a cada curva es diferente entre sí. El juego de la presión también es muy divertido, las bolsas al vacío se inflan al subir… y las botellas que has abierto en la cumbre se estrujan al bajar. Todo un juego científico para los que vayan con críos.

Y luego está la parte acuática, en términos de buceo es una gozada. Puedes encontrar tortugas, rayas y mil peces de colores.. y si coges un barco (unos 15 euros por persona) puedes hacer una excursión de dos horas para ver ballenas y delfines. No son enormes pero son igualmente bonitas e impresionantes.

Para la parte gastronómica mejor quedarse en Santa Cruz donde los autóctonos todavía deciden. Para todo lo demás cualquier parte de la isla tiene su encanto. Un paraíso natural donde, aunque parezca imposible, resulta super fácil escapar del turismo masificado y encontrar un rincón donde reconciliarte con el mundo.

 

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