Uno de los secretos para acertar con un buen restaurante está en no ser cabezota, da igual que quisieras ir a ese sitio, que te hayan hablado muy bien de él o que el camarero está terriblemente bueno/a si llegas a la puerta y no te inspira confianza… es mejor dar la vuelta, una retirada a tiempo es una victoria.
Es nuestro caso, en teoría íbamos al Apartamento, buena fama y amigos asiduos… pero llegamos a la puerta y empiezan los problemas: un local inmenso totalmente vacío, un menú de plato único por 9,50€ donde ofrecían salmón con Parmentier (en cristiano puré de patata) así que… optamos por continuar la calle Ventura de la Vega y nos encontramos con el restaurante que hoy ocupa nuestra entrada L´Artisan.
L´artisan está en uno de esos locales donde uno nunca montaría un restaurante y que demuestra que lo que realmente hace triunfar un local es su comida, es poco más ancho que un pasillo aunque en el piso de abajo hay unas cuevas fantásticas… seamos sinceros, algo tienen las cuevas que por muy bonitas que son nunca apetece sentarse en ellas. En la parte de atrás del local está la cocina a la vista, limpita y vistosa.
Según su definición son comida franco japonesa… una mezcla un tanto peculiar. El toque japo se lo vimos, el punto francés todavía lo estamos buscando. La carta es super cortita y muy suculenta, la tempura de sardina va a haber que probarla. Por el día tienen menú por 14€ con bebida, postre y café, tres primeros y tres segundos a elegir.
Cuando fuimos de primero había una crema de calabaza con mojo de rúcula que no ganó la competición, unas costillas asadas con Yakiniku que estaban megabuenísimas y no exagero, nada grasientas, impresionantemente jugosas, adobaditas con soja, jengibre, sésamo y sake y un Gunkan de Tartar de chicharro muy recomendable. Gunkan viene a ser un tipo de sushi de arroz formando una camita envuelto en alga y con el tartar por encima. Muy rico.
De segundos nos saltamos el cogote de corvina con jengibre y soja, lo cual fue un error, tendríamos que haberlo pedido. Y pedimos Tokatsu (una milanesa de cerdo empanada en panko) con dos cogollos mega hermosos de lechuga. Y un Falafel con ensalada de lobarda que sí, estaba rico… pero como no nos vayamos a los Protectorados raíces franco-japos ese plato tenía pocas.
De postre tomamos un tarta de chocolate con dulce de leche (en bola de helado) y un tatin de pera también con dulce de leche, (nos parece bien, las tarrinas hay que gastarlas, nosotros en casa hacemos lo mismo). Todo decente.
El camarero fue muy simpático, la comida estaba muy rica y hay que reconocerles que las propuestas eran sorprendentes. Todo eso, sumado a que han abierto hace cuatro días y en medio de todo este temporal les valen una lima y media.
LÁRTISAN: Ventura de la Vega 15, Madrid.