Hoy visitamos tres sitios muy distintos pero con muchas cosas importantes en común. Los tres son «Casas» y te hacen sentir como tal, son tres tabernas de toda la vida capaces de transportarte a otra época. Los tres basan su éxito en el producto, carta cortita, especialidad muy definida y de muy muy buena calidad. Y, la más importante y consecuencia de las anteriores, poseen el secreto de la eterna juventud. Una vez que los has visitado, entiendes por qué.
Arrancamos ruta en el Casa Gerardo, un almacén de vinos y quesos en la» zona pobre» del barrio de la Latina. Abrió allá por el 1920 y lleva regentado por la misma familia desde los años 50, así que algo de experiencia se les presupone. El rótulo de la entrada incita a cualquier cosa menos a entrar, no le hagáis caso a vuestros instintos, pese a que lo parezca, no es un bar de mala muerte con vino malo y bebedores asiduos con palillo en los dientes.
En Casa Gerardo hay que beber vino y comer queso, o en raciones o en tostas. Si tenéis suerte, como nosotros tuvimos, y os pillan las Jornadas del queso artesanal que montan de vez en cuando la Casa se convierte en el Paraíso. Si eres un apasionado quesero habla con el dueño, te recomendará unos quesos buenísimos, te contará su historia, de dónde los ha traído y, si te descuidas, cómo se llamaban las ovejas. Un lugar con encanto, con una variedad de quesos maravillosa, vinos buenos y por unos diez euros por cabeza se llevan dos limas.
Calle Calatrava, 21.
Nos subimos al barrio del Rastro y vamos hasta la Casa de las Navajas, un clásico de la Plaza del Cascorro y los domingos. También conocido por Bar Cruz. Un bar sesentero, con barra de acero inoxidable, camareros de camisa blanca, gente, gente y más gente y gritos, gritos y más gritos. El lugar es rápido y se pide como toda la vida… UNA DE NAVAJAAAAAAS, UNA DE BERBERECHOOOOOOOS, UNA DE BRAVAAAAAAS. (Aaaay las bravas, si es que tienen un nombre que incita a ser berreado).
La docena de navajas cuesta diez euros y están buenísimas, palabra de gallega. Salen raciones como churros así que os garantizo que frescas son. Las bravas no están nada mal y los berberechos están bien buenos. Una alternativa a la fritanga en el formato vermut /picoteo/comida que se lleva lima y media.
Calle Maldonadas, 2.
Y por último nos vamos subimos hacia Argüelles, cambiamos de barrio pero no de concepto y llegamos hasta el Casa Paco, un bar de tooooda la vida especializado en tortillas y flanes (cosas con huevo), bueno, y croquetoncios.
Hay tortilla de casi todo (que no rellena de casi todo), por encargo hasta te la hacen de nocilla. Los pinchos cuestan 2,50€, son grandes y están a cual más rica, la de solomillo, cebolla y parmesano está deliciosa y la de salmón ahumado no se queda atrás. Las croquetas tienen sus días, pero la de cocido no suele fallar, enormes, rellenas y cremosas. El flan de queso está delicioso. Habiendo comido, probado de todo e incluso con postre, el tema sale a unos 8 euros por cabeza. Ideal para ir en grupo y arrasar con todas las especialidades. Otra lima y media.
Calle Altamirano, 38.
abril 22, 2014 en 2:40 pm
Genial el post Enma! Me encanta la «zona pobre» de La Latina! La próxima vez que vayas, te recomiendo que te pases a probar las croquetas del Maratón, el queso de Casa Dani o la oreja de Muñiz! Un abrazo!
abril 22, 2014 en 3:07 pm
Uuuuy cómo me gusta!!! Y nos quedan las croquetas del Casa Julio que cuentan que son las mejores de Madrid!
Te animas a un post conjunto con cata y desvirtualización incluída?
Abrazos!!!
abril 22, 2014 en 3:17 pm
Por supuesto que sí! Aunque si vamos a probar las de Casa Julio… también tienes que hacer hueco para las de La Ardosa y sobre todo para las de La Gastro Croquetería de Chema!! Que son la leche!!
abril 22, 2014 en 3:22 pm
Sobredosis croquetera!!! Eso debe de ser el paraíso! 😉
Pues solo hay que poner fecha.