De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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LA PEPITA… las mejores hamburguesas de Vigo.

Si decimos que hay una fiebre con las hamburguesas gourmet  no estamos descubriendo la pólvora. Sólo hay que ver que en el casi un año que llevamos abierto ya les hemos dedicado tres entradas, en Pozuelo, de espaguetis en Zaragoza,  o con sonido sesentero en el HD, por no hablar de la maravillosísima hamburguesa con provolone del Ateneo. Hoy continuamos con el tema y nos vamos a Vigo a probar La Pepita. Seguramente, uno de los sitios más de moda de la ciudad.

En plena crisis ver sitios a los que les va bien y están llenos a golpe de martes mola. La Pepita es uno de ellos, por norma general no reservan con lo cual, la única forma de garantizarte una hamburguesa es ir pronto. Puestos a tener cosas en cuenta, los lunes cierra.

Los diseñadores han hecho un muy buen trabajo con este sitio, desde la imagen corporativa que es muy chula a todo el diseño del local, una mezcla de maderas entre fabril, acogedor y diner a partes iguales, con sofás marrones y consignas de lata. El sitio no es muy grande pero está tan bien aprovechado que caben un montón de mesas, con el problema que esto conlleva, eres partícipe de las conversaciones del vecino.

Pero lo importante es lo importante, las hamburguesas. Tienen una carta bastante amplia con nombres exóticos: Laponia (Ese lugar de donde viene Papá Noel y al que todos deberíamos ir a trabajar en masa… o algo así), chaparrita, Rouge o la que yo pedí, Rianxeira (6,50€) de ternera, queso San Simón gratinado, cebolla roja, lechuga y panceta crujiente.  Dependiendo de cual sea puedes elegir entre 150 o 200 gramos.

Además de la carta, todos los meses tienen una especialidad, ahora está la Japo (Carne de buey de Kobe, mayonesa de teriyaki y setas Shiitake) y no pudimos resistirnos a pedirla, ni siquiera nos echaron atrás los 11,50 euracos que costaba. Ambas estaba muy buenas, no nos preguntaron por el punto de la carne, pero lo cierto es que la trajeron poco hecha así que tampoco es plan de ponerse picajosos. El pan era esponjoso y plagado de semillas de amapola.

Como acompañamiento pedimos unas patatas gruesas fritas con ketchup picante (que casi no picaba) y mayonesa de ajo asado realmente rica. El ajo asado triunfa y sino, mirad la entrada de Los Chuchis. Estaban muy buenas, fritas con piel otro elemento que triunfa, pero quizá estarían mejores si vinieran incluidas con la hamburguesa, al menos con las especialidades.

Las camareras fueron muy majas, lo necesitábamos y nos sirvieron muy rápido y cuando nos fuimos corriendo por la puerta con la amenaza de perder un tren nos recordaron que teníamos que volver para probar el Brownie de chocolate, parece que no siempre es así. El punto negativo fue el susto al ver la cuenta, dos hamburguesas, tres cocacolas y unas patatas fritas, 27,25 € un poco mucho, no nos vamos a engañar. Es verdad, que si no hubiéramos pedido la japo la cuenta se habría quedado en unos 10 euros por persona bastante razonables.

En resumen, probablemente, las hamburguesas más ricas de Vigo se merecen una lima y media, el precio y el hecho de que no tengan un menú del día… les da el medio limón.

LA PEPITA: Calle Oporto, 15. Vigo

http://www.lapepitaburgerbar.com/

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LOS CHUCHIS… rompiendo mitos de gastronomía inglesa (Madrid)

Hay gastronomías malogradas, muy malogradas y luego está la británica. De esta elegante estirpe se escucha decir muchas cosas, del mito de los «gentelmenes» a sus famosas cerocerosieteanas bebidas, sus decoradas cestas de picnic y sus elaborados sombreros pero nunca ,nunca, nunca he oído hablar bien de su gastronomía. Hoy rompemos una lanza en su favor y, sin que sirva de precedente, hablamos bien de un restaurante anglófono.

La excepción en cuestión se llama Los Chuchis (sí, no hacer bromas con este nombre es complicado y hacer bromas que no sean demasiado ridículas es imposible, hay que asumirlo). Esta en pleno barrio de Lavapiés pero escondido en la parte baja de la calle Amparo. Es un local chiquitujo, donde la barra tiene forma cuadrada y ocupa la mitad del local, tiene espejos, maderitas en colores azulillos y cuatro mesas (1, 2, 3 y 4).

Efectivamente, aunque la barra siempre es una opción, es mejor reservar, en la cena tienen dos turnos de 9 y de 10.30, pero aunque elijas el turno de 9 no es uno de esos sitios donde te metan una prisa excesiva para que te largues. Cosa que se agradece. La carta es mínima y tierna, escrita a mano, con sus corazones… Vaya, que es una fotocopia en folio, pero consiguen que mole. Los platos andan entre los 7 y los 15 euros y las raciones son para compartir.

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Hubo dos cosas que nada más ver la carta tuvimos claro que había que pedir. Las pieles de patatas fritas con crema agria y salsa picante y el queso Cambembert fundido con romero y ajos al horno. Si os quedáis con más hambre pedid algo más, pero no os vayáis del local sin haber probado estas dos cosas salvo causa de muerte.

Las pieles de patata son crujientes, sorprendentes, infinitamente más ricas que la gran mayoría de las patatas fritas que puedes encontrar en este mundo. Se comen solas, tienen muchísimo sabor y la crema agria, bueno la verdad es que no conozco nada a lo que la crema agria le quede mal. Buenísimas! y el queso con ajos no se queda atrás para nada,   la ración trae dos cabezas de ajos asadas, una bandeja de pan recién tostado y un queso hermoso entero. El ritual es sencillo, coges el pan, un ajo lo untas como si fuera mantequilla y mojas ese pan en el queso. El ajo se vuelve suave y la mezcla es maravillosa! Puede que no sea el mejor plato si luego tienes una cita pero como si os sirve de consuelo os diré que el ajo una vez asado se vuelve prácticamente inofensivo.

La verdad es que con esto hubiéramos cenado, pero… nos pudo la gula, así que pedimos un pastel de pastor, una versión british del empadao portugués. Un guisito de carne por abajo con salsa perrins y con puré de patata por arriba. Rico y contundente.

Dependiendo de los glotones que seáis la cuenta queda entre 15 y 20 euros por persona. Razonable, rico y diferente. Por cierto, entre semana tienen menú del día por 10 euros muy recomendable. Los chicos son majos, Scott el alma británica del asunto es un personaje encantador, el local es agradable y la comida es muy sorprendente. Por todo eso se llevan 2 limas.