De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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Cinco burbujas gastronómicas que acabarán explotando.

Con todas las tontadas… el mes que viene cumplimos un añito. Esto dará para celebraciones, twits homenaje e incluso alguna sorpresa en forma de concurso,  pero sobre todo, nos ha dado para bucear en el apasionante mundillo gastronómico. Un año entero sin repetir restaurante da para visitar mucho antro de dios y, también, para sacar mucha conclusión. Hoy os traemos algunas de ellas, cinco burbujas gastronómicas que acabarán explotando.

1. La cebolla caramelizada y el queso de cabra.

Es verdad que estos dos ingredientes se pueden encontrar por separado pero el efecto «total» lo hacen juntos y a ser posible en tosta. (aaaay las tostas, otra pequeña burbuja). Juro que nunca creí que diría esto, probablemente, porque en otra vida he debido de ser ratón, pero creo que estoy empezando a aburrir el queso de cabra. Me salen por las orejas esas ensaladas con el mazacote de queso mal caramelizado, las tostas, la combinación con la rúcula, con los tomates verdes… pero sobre todo, con la manida cebolla caramelizada.

La pobre cebolla que ya está mareada de dar vueltas en la sartén o peor, que ya viene en bote cual confitura chunga. Nos hemos vendido a nosotros mismos que todo está más rico con cebolla caramelizada, los calamares, la tortilla… y sí, no le negaremos sus encantos pero, creednos, hay vida más allá.

2. Las reducciones.

De p.x. (a.k.a. Pedro Ximénez) y de vinagre de módena. Esa cosa dulzona que convierte cualquier producto en digno del McDonalds, que sirve par decorar los platos, para convertir el agua en vino y para poder cobrar dos euros más por el mismo producto. Atentos porque la salsa miel y mostaza va por el mismo camino.

3. Los carpaccios.

Los carpaccios son la versión moderna del milagro de los panes y los peces. Una forma de multiplicar la comida y sacarle el triple de provecho. Si los treinta gramos de carne que te ponen en un carpaccio que cuesta más de diez euros te los dieran a la plancha se lo mandarías de vuelta preguntando por Ferrán Adriá.

No hablemos de los carpaccios de verduras… ese calabacín a cincuenta céntimos el kilo cortado con cortafiambres y salpicado por tres lascas de parmesano no puede durar mucho en las cartas.

4. El buey de Kobe y los boletus.

Esos alimentos premium, caros y selectos que de la noche a la mañana empiezan a aparecer debajo de las piedras…  Ya lo decía aquel, se puede engañar a poca gente todo el tiempo, a mucha gente poco tiempo… pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo.

La carne del buey de Kobe se alimenta, entre otras cosas, de cerveza… se les dan masajes con sake templado, se les susurra a la oreja. En serio nos creemos que en el bar de abajo han sustituído las rabas congeladas por la hamburguesa de esta carne? No, queridos limoneros, el precio no siempre es un indicador.

Lo mismo pasa con los boletus, de plancha a croqueta, pasando por pan y por carpaccio. Serán setas… pero no hay tanto campo para producir tanto boletus.

5. Gastrobares.

Igual que las magdalenas se extinguieron, salvo en casa de las abuelas, y se convirtieron en cupcakes. Los bares de tapas están en peligro de extinción. El marketing ha hecho su trabajo… eso de gastrobar suena mucho más elaborado, más refinado, mucha más glamuroso. Es uno de esos lugares donde puedes encontrar todo lo anterior, el reino del queso de cabra, de la cebolla caramelizada, las reducciones y los carpaccios…

Eso sí, la mona aunque se vista de seda, mona se queda. El marketing puede hacer milagros, pero no quitarle el palillo de los dientes al camarero y al final, la naturaleza es sabia y siempre vuelve las cosas a su estado original.

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LA PEPITA… las mejores hamburguesas de Vigo.

Si decimos que hay una fiebre con las hamburguesas gourmet  no estamos descubriendo la pólvora. Sólo hay que ver que en el casi un año que llevamos abierto ya les hemos dedicado tres entradas, en Pozuelo, de espaguetis en Zaragoza,  o con sonido sesentero en el HD, por no hablar de la maravillosísima hamburguesa con provolone del Ateneo. Hoy continuamos con el tema y nos vamos a Vigo a probar La Pepita. Seguramente, uno de los sitios más de moda de la ciudad.

En plena crisis ver sitios a los que les va bien y están llenos a golpe de martes mola. La Pepita es uno de ellos, por norma general no reservan con lo cual, la única forma de garantizarte una hamburguesa es ir pronto. Puestos a tener cosas en cuenta, los lunes cierra.

Los diseñadores han hecho un muy buen trabajo con este sitio, desde la imagen corporativa que es muy chula a todo el diseño del local, una mezcla de maderas entre fabril, acogedor y diner a partes iguales, con sofás marrones y consignas de lata. El sitio no es muy grande pero está tan bien aprovechado que caben un montón de mesas, con el problema que esto conlleva, eres partícipe de las conversaciones del vecino.

Pero lo importante es lo importante, las hamburguesas. Tienen una carta bastante amplia con nombres exóticos: Laponia (Ese lugar de donde viene Papá Noel y al que todos deberíamos ir a trabajar en masa… o algo así), chaparrita, Rouge o la que yo pedí, Rianxeira (6,50€) de ternera, queso San Simón gratinado, cebolla roja, lechuga y panceta crujiente.  Dependiendo de cual sea puedes elegir entre 150 o 200 gramos.

Además de la carta, todos los meses tienen una especialidad, ahora está la Japo (Carne de buey de Kobe, mayonesa de teriyaki y setas Shiitake) y no pudimos resistirnos a pedirla, ni siquiera nos echaron atrás los 11,50 euracos que costaba. Ambas estaba muy buenas, no nos preguntaron por el punto de la carne, pero lo cierto es que la trajeron poco hecha así que tampoco es plan de ponerse picajosos. El pan era esponjoso y plagado de semillas de amapola.

Como acompañamiento pedimos unas patatas gruesas fritas con ketchup picante (que casi no picaba) y mayonesa de ajo asado realmente rica. El ajo asado triunfa y sino, mirad la entrada de Los Chuchis. Estaban muy buenas, fritas con piel otro elemento que triunfa, pero quizá estarían mejores si vinieran incluidas con la hamburguesa, al menos con las especialidades.

Las camareras fueron muy majas, lo necesitábamos y nos sirvieron muy rápido y cuando nos fuimos corriendo por la puerta con la amenaza de perder un tren nos recordaron que teníamos que volver para probar el Brownie de chocolate, parece que no siempre es así. El punto negativo fue el susto al ver la cuenta, dos hamburguesas, tres cocacolas y unas patatas fritas, 27,25 € un poco mucho, no nos vamos a engañar. Es verdad, que si no hubiéramos pedido la japo la cuenta se habría quedado en unos 10 euros por persona bastante razonables.

En resumen, probablemente, las hamburguesas más ricas de Vigo se merecen una lima y media, el precio y el hecho de que no tengan un menú del día… les da el medio limón.

LA PEPITA: Calle Oporto, 15. Vigo

http://www.lapepitaburgerbar.com/