De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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Escapada Limonera… destino Pamplona.

De sobra es conocida la fama que tiene Navarra de su cultura gastronómica y popular. No sólo se lo debemos a Ernest Hemingway a través de su literatura, los propios navarros han ido dando buena cuenta para mantener en lo alto todos y cada uno de sus productos típicos: desde su queso del Valle del Roncal, el Idiazabal, su pacharán, las alcachofas, sus impresionantes espárragos y sus archi famosos pimientos de piquillo, hasta sus carnes de vacuno, sus vinos con denominación de origen, los embutidos: txistorra, butifarra y como no, el chorizo de Pamplona o cualquier verdura que salga de sus huertas: cogollos, berzas, acelgas, cardos…

Los navarros llevan varias generaciones yéndose de pintxos y de chiquitos o lo que es lo mismo de tapas y vinos siendo Pamplona la ciudad por excelencia para disfrutar de la gastronomía navarra y de sus caldos al tiempo que se recorre la monumental parte vieja de la ciudad.
En Pamplona hay tantas tabernas y bares como guiris en los San Fermines, y no, no estoy exagerando. Desde la calle Mercaderes hasta la calle Estafeta, pasando por la plaza del Castillo se pueden disfrutar de las innovadoras propuestas de Álex Múgica con dos restaurantes en la ciudad o de la tradición sumamente cuidada de El Gaucho,  una de las tabernas más premiadas por la elaboración de sus pintxos de la ciudad.
Nosotros empezamos el recorrido en La Granja un pequeño local situado en la calle más pintoresca de la ciudad, la calle Estafeta nº 71 y al terminar nos fuimos hasta el Okapi en el nº 46 de la misma calle.
Al día siguiente quisimos comprobar si la fama de El Gaucho en la calle Espoz y Mina nº 7 era tan merecida como nos habían dicho y sí, este entrañable bar es de absoluta recomendación. Lo confirma la tarrina de txangurro (centollo) con queso que fue degustada en un parpadeo.
Y antes de emprender regreso no podíamos dejar de pasar la oportunidad de tomarnos un último pintxo con un chiquito. Elegimos el Mesón Pirineo también en la calle Estafeta nº 41 por su amplia variedad de embutidos locales.
Hay que decir que todos los pintxos que probamos cuya elaboración, presentación y degustación era increíblemente buena siendo lo más destacable de todos ellos su propuesta de cocina de calidad. Eran restaurantes informales, donde el personal fue paciente y amable a pesar de la desbordante avalancha de hambrientos y sedientos clientes que entraban continuamente.
pintxos
Ir de pintxos por Pamplona no sale barato. El precio medio de cada uno ronda los 2,50 € al que hay que añadir la consumición con que lo quieras acompañar. Sin embargo desde hace unos años los hosteleros de la parte vieja decidieron, para atraer nuevamente a la clientela, proclamar dos días de la semana, el martintxo (martes) y el juevintxo (jueves) en el que tomarte un pintxo y una caña tan sólo cuesta 2 €. Así ya no hay excusa que valga!!
Los que hayáis estado en Pamplona en sus San Fermines habréis vibrado con una ciudad bulliciosa, alegre, desmadrada, muy desmadrada. Yo os invito a que volváis en invierno para que la viváis desde la tranquilidad, disfrutando de sus espacios abiertos, de sus parques como el de la Taconera, de su Ciudadela, recinto amurallado que dio origen a la ciudad. Por supuesto de sus pintxos y chiquitos y bajo ningún concepto, no podéis dejar de visitar el emblemático Café Iruña, local que tiene un pequeño rincón que rinde homenaje al escritor que la dio a conocer internacionalmente.
Eso si, id abrigados, allí hace frío…
 
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A LA NAVARRA… sabe mejor.

La semana pasada apareció un mensajero por casa, traía una caja de folios requetenvuelta  en cinta de embalar. No tenía ni idea de qué podía contener, ni siquiera de quién lo podía enviar… Tanto bite y afterbite está muy bien, pero hay pocas cosas que molen más en estos tiempos que recibir un buen paquete al estilo clásico.

Lo cierto es que si ya estaba contenta, mi cara al ver lo que había dentro debió ser un espectáculo… El paquete venía de Navarra y nuestro amigo nos mandaba lo mejor de su tierra: espárragos blancos, txistorra y queso idiazabal. Además en formato previsor, envasado al vacío… Como si no conociera a las limas que iba destinadas.

Una de productos navarros

Si los paquetes son guays, los paquetes con comida son lo mejor del mundo… Preguntadle a quien hizo la mili qué sentía cuando su madre le mandaba los chorizos o a quienes se fueron del país y temían que el paquete no pasase la frontera y se lo zampasen los de aduanas.

Pero vayamos al tema que nos perdemos contando batallitas… los espárragos blancos frescos son una pasada, cocerlos tiene un punto de engorro y lograr el equilibrio perfecto entre sal y azúcar puede rozar el malabarismo pero en el primer mordisco todos los problemas se olvidan. Estamos ya a finales de temporada, según los entendidos, el mejor tiempo para comerlos va de marzo a abril aunque con este año de locos todo se ha trastocado. Son bichos curiosos, se empiezan a recoger a las 6 de la mañana, para que de tiempo a envasarlos en el mismo día y no pierdan el agua, supongo que secos no habrá quien se los coma.

El queso Idiazabal es otra pequeña joya, se produce en Euskadi y en Navarra con la leche de unas ovejas un tanto peculiares, las latxas. Cuentan que este queso es todo tradición, fijaos si lo tienen conseguido que llevan la friolera de 8.000 años haciéndolo. Como todo queso tienen mogollón de cosas buenas obvias, el calcio para los huesos, etc, etc, etc, pero este tiene algo especial, tiene propiedades anticaries, los ratones navarros deben tener los mejores dientes del mundo.

Cada zona tiene sus tesoros, la mejor cecina está en León, no hay mojama como la de Barbate, las anchoas son de Santoña… Pero es verdad que hay zonas que destacan y si hay una que compite por las tres limas, esa es Navarra.

Eskerrik asko Oier y Joanna!!