De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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BICHOBOLA… y su versión del cocido. (Madrid)

Es viernes, no sabes dónde comer pero te sientes rumboso, te sientes perdido, tus acompañantes se desesperan y empiezan a amenazar con ir a un Vips… No pienses más tenemos la solución perfecta, ir al Bichobola.

De este sitio ya hemos hablado y, no hace mucho, es más, es la primera vez que hacemos dos entradas de un mismo local, pero la verdad, es que su versión del cocido (por 16 euros) merece una entrada especial. Como ya os contamos, este animalillo se esconde en Ríos Rosas, cerquita de Nuevos Ministerios. Y habitualmente, tiene un menú por 13 euros, el viernes también, pero además tiene el menú especial.

De primero hay Sopa de cocido-miso una sopa de cocido, con fideos de arroz y brotes de soja, mezclada con miso (que es una masa aromatizante fermentada japonesa) cuando menos era sorprendente, estaba calentita, lo cual sienta bien a estas alturas del año y, la verdad es que pese a ser un mix peculiar estaba bien buena.

El segundo era un timbal de garbanzos,  solo que en vez de estar en puré (como suele ser costumbre en los timbales) los garbanzos estaban enteros, mezclados con repollo picadito y salteados. Por encima llevaba una salsa de tomate casera con tropezones. Nunca os olvidéis que la gente que no come salsa de tomate con tropezones no es de fiar. (consejo limonero). Esto estaba buenísimo!

Y de tercero el plato fuerte, Los raviolis de pringá al px o traducido al idioma de toda la vida, de Pedro Ximénez. Un espectáculo. Los raviolis eran del tamaño de una placa de lasaña, eso sí, con una masa suuuuuper fina, rellenas de la carne del cocido demenuzadita y bailando en una salsa gelatinosilla, sabrosa y fantabulosa. Sólo hay dos cosas que se pueden decir con respecto a estos raviolis, echamos de menos el ravioli de chorizo y morcillita y dos… un cuarto ravioli no hubiera matado.

Resumiendo un sitio de dos limas en una versión original, lograda, rica y sin desmadrarse de precio (el menú incluye la bebida, el postre o el café) hace que los viernes llegue a las dos limas y media. Clap, clap, clap!

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INSTITUTO FRANCÉS… un bistrot de citrones (Madrid)

Últimamente los limoneros estamos muy agradecidos… no hacemos más que ir a sitios que nos tienen buena pinta y nos acaban encantando, o peor aún, a sitios que ya conocemos y que de antemano sabemos que nos van a encantar (y entendemos que a vosotros también). Hoy no, hoy damos limones.

Cuando en una misma semana dos personas diferentes te hablan del mismo lugar parece una señal inequívoca de que tenemos que ir a probarlo y allí que nos fuimos. El sitio en cuestión es el Bistrot del Instituto Francés de Madrid. Escondido justo enfrente del Tribunal Supremo y al ladito del Consejo General del Poder Judicial… con tanta judicatura de por medio no podíamos hacer una crítica injusta ni dejar de hacer justicia.

El edificio es de casita de muñecas, pintado de blanco roto, con los pasamanos de las escaleritas en azul añil, coqueto, cuidado y… pijo. El ambiente es una mezcla de estudiantes de los múltiples cursos del lugar, gafapastas y abogados con cierto estilo.

La cafetería restaurante está en la planta baja y tiene una terraza interior para el verano maravillosa. En esta época del año ya está cerrada pero para tomar un café en verano es una opción socorrida y aparente. El problema es que nosotras fuimos a comer… Hay dos opciones, elegir uno de los platos de la carta, super reducida con humus, hamburguesas, un par de ensaladas y poco más (no muy francés que digamos) o el menú del día de 12,50€ que venden como un menú de comida internacional.

Elegimos el menú, en ningún lugar te lo anticipan, te lo cuenta el camarero cuando ya estás sentado en la mesa y no hay marcha atrás… lo cual si fuera bueno, tampoco tendría mayor problema, todo hay que decirlo. De primeros nos ofreció una ensalada, un consomé de pollo o tabulé de segundos sólo nos dejaron elegir entre pastel de cabracho y raviolis de queso azul.

Ni el consomé ni la ensalada nos parecieron suficientemente aparentes así que nos tiramos de cabeza al tabulé, aspirante a rico, pero salado y sin demasiada gracia. De segundos (que más bien eran primeros) hemos de reconocer que el pastel de cabracho estaba bueno… aunque la manía de abusar del tomate solis no tiene gracia, que se nota! Los raviolis estaban ricos, fuertes, un poco cocidos de más y otra vez, salados.

Las raciones eran escasas, las natillas y el yogur con miel mala de postre eran excesivamente dulces, el menú sería aceptable si fuera barato y 12,50€ no se puede considerar barato (con agua del grifo y sin café), y lo peor de todo, las expectativas, cuando uno va a un Bistrot espera algo francés y esto sólo era un local modernillo con aspiraciones de más, con camareros bordes y donde sólo faltaba la reducción de vinagre de módena para completar el cuadro. Por todo eso, un limón y medio.

http://www.institutfrancais.es/madrid/cafe-bistrot/cafe-bistrot1