Hoy nos ponemos místicos para hablar de una de las noches más mágicas del año en Galicia, la noche de San Juan. Sólo hay una forma de aclararse con la fecha exacta y es decir que sucede durante la madrugada del 23 al 24 de junio, algo así como el cambio de hora cuando nos dicen que a las dos serán las tres. Una fiesta pagana que viene de mucho antes de que llegase el cristianismo y que celebra el solsticio de verano, la noche más corta del año. (Más o menos porque ya se sabe que estas cosas van cambiando con los años y sólo se repiten cada no sé cuántos mil años).
Esa noche, a las doce, se encienden millones de hogueras por toda la geografía gallega. Muchas de ellas en la playa, pero no sólo. Cada grupo la hace donde puede, siempre y cuando esté controlado. En las casas se aprovecha para limpiar los rastrojos, los estudiantes que ya tienen vacaciones aprovechan para quemar sus apuntes y el público en general se dedica a quemar papelitos donde anotan sus deseos. El fuego como señal de purificación y, sobre todo, como buena excusa para pasarlo bien.
Una vez que la hoguera se ha consumido un poquito empieza otra tradición, la de saltarla… Esto de la percepción del riesgo varía bastante en función del nivel de alcohol en sangre, tened cuidado, no sea que la Queimada nos lleve a una buena Quemadura. Para ahuyentar a todos los malos espíritus la tradición cuenta que hay que saltar la hoguera nueve veces, vamos, que se van los espíritus y te coges un buen mareo. Hay grandes profesionales de este asunto, reiros vosotros de los cortadores de troncos de Euskadi.
Hay algo que no puede faltar al lado de la hoguera y son las sardinas a la brasa, a ser posible sobre pan de millo. Lo del precio de las sardinas es desproporcionado, pasan de costar unos cuatro euros el kilo a llegar casi a los 20 en un par de semanas. Sardinas a precio de marisco del bueno en nombre de la tradición. Se asan enteras, con su tripa, escamas y espinas y se dejan sobre el pan para que suelten juguillo. La forma de comerlas es con la mano, y sí, de todo menos limpio pero saben el doble de ricas. Por cierto, la sardina está rica, pero lo que realmente es espectacular, es el pan empapado del juguito.
Hay varios puntos neurálgicos en esto de San Juan, uno está en Panxón y el otro en A Coruña donde son fiestas de interés Turístico Nacional. Esos farolillos cargados de deseos bien lo merecen.
Pero las tradiciones no se acaban ahí. Esa noche es mágica y se le saca jugo como si de un limón se tratase. En muchas partes de Galicia se hace agua de San Juan, aunque, en teoría tiene receta, en realidad se recolectan pétalos de flores y plantas aromáticas que se tengan a mano y se echan en un caldero con agua durante toda la noche. A la mañana siguiente te bañas con ella, o como mínimo, te lavas la cara y estás libre de malos espíritus hasta el año que viene.
Otra de las variedades consiste en echar la clara de un huevo en un vaso con agua y dejarlo a la luz de la luna, a la mañana siguiente, como si fueran posos de café pero en una versión mucho más romántica, la forma de la clara te dice tu futuro, según algunos en forma de marido, según otros en general… Se han visto escorpiones, barcos, sombreros. Pero vaya, esto es como las nubes, todo depende de la imaginación que le eches al cazo.
Esta noche imposible que no te toque una hoguera cerca, esa noche el aire huele a humo y transporta «muxicas» una de esas palabras que no tienen traducción al castellano. Así que dos consejos, no dejes ropa tendida y no te resistas, baja a la calle, en San Juan siempre pasan cosas. Ya sólo quedan 364 días para la próxima… empieza la cuenta atrás.