De Lima a Limón

Crítica – cítrica


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San Xoán, noite de meigas.

Hoy nos ponemos místicos para hablar de una de las noches más mágicas del año en Galicia, la noche de San Juan. Sólo hay una forma de aclararse con la fecha exacta y es decir que sucede durante la madrugada del 23 al 24 de junio, algo así como el cambio de hora cuando nos dicen que a las dos serán las tres. Una fiesta pagana que viene de mucho antes de que llegase el cristianismo y que celebra el solsticio de verano, la noche más corta del año. (Más o menos porque ya se sabe que estas cosas van cambiando con los años y sólo se repiten cada no sé cuántos mil años).

Esa noche, a las doce, se encienden millones de hogueras por toda la geografía gallega. Muchas de ellas en la playa, pero no sólo. Cada grupo la hace donde puede, siempre y cuando esté controlado. En las casas se aprovecha para limpiar los rastrojos, los estudiantes que ya tienen vacaciones aprovechan para quemar sus apuntes y el público en general se dedica a quemar papelitos donde anotan sus deseos. El fuego como señal de purificación y, sobre todo, como buena excusa para pasarlo bien.

Una vez que la hoguera se ha consumido un poquito empieza otra tradición, la de saltarla… Esto de la percepción del riesgo varía bastante en función del nivel de alcohol en sangre, tened cuidado, no sea que la Queimada nos lleve a una buena Quemadura. Para ahuyentar a todos los malos espíritus la tradición cuenta que hay que saltar la hoguera nueve veces, vamos, que se van los espíritus y te coges un buen mareo. Hay grandes profesionales de este asunto, reiros vosotros de los cortadores de troncos de Euskadi.

Hay algo que no puede faltar al lado de la hoguera y son las sardinas a la brasa, a ser posible sobre pan de millo. Lo del precio de las sardinas es desproporcionado, pasan de costar unos cuatro euros el kilo a llegar casi a los 20 en un par de semanas. Sardinas a precio de marisco del bueno en nombre de la tradición. Se asan enteras, con su tripa, escamas y espinas y se dejan sobre el pan para que suelten juguillo. La forma de comerlas es con la mano, y sí, de todo menos limpio pero saben el doble de ricas. Por cierto, la sardina está rica, pero lo que realmente es espectacular, es el pan empapado del juguito.

Hay varios puntos neurálgicos en esto de San Juan, uno está en Panxón y el otro en A Coruña donde son fiestas de interés Turístico Nacional. Esos farolillos cargados de deseos bien lo merecen.

Pero las tradiciones no se acaban ahí. Esa noche es mágica y se le saca jugo como si de un limón se tratase. En muchas partes de Galicia se hace agua de San Juan, aunque, en teoría tiene receta, en realidad se recolectan pétalos de flores y plantas aromáticas que se tengan a mano y se echan en un caldero con agua durante toda la noche. A la mañana siguiente te bañas con ella, o como mínimo, te lavas la cara y estás libre de malos espíritus hasta el año que viene.

Otra de las variedades consiste en echar la clara de un huevo en un vaso con agua y dejarlo a la luz de la luna, a la mañana siguiente, como si fueran posos de café pero en una versión mucho más romántica, la forma de la clara te dice tu futuro, según algunos en forma de marido, según otros en general… Se han visto escorpiones, barcos, sombreros. Pero vaya, esto es como las nubes, todo depende de la imaginación que le eches al cazo.

Esta noche imposible que no te toque una hoguera cerca, esa noche el aire huele a humo y transporta «muxicas» una de esas palabras que no tienen traducción al castellano. Así que dos consejos, no dejes ropa tendida y no te resistas, baja a la calle, en San Juan siempre pasan cosas. Ya sólo quedan 364 días para la próxima… empieza la cuenta atrás.

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FADO… Portugal en Madrid.

El otro día pensaba que ya iba tocando visitar algún Portugués en Madrid, así que me puse a buscar. Haber hay unos cuantos (tampoco muchísimos) pero todos los que vimos tienen algo en común, están una jartá de lejos del centro y el bacalao lo cotizan como si fuera oro blanco… así que quedó para otra ocasión.

Como por arte de magia un par de días más tarde recibí un whatsapp donde me chivaban una oferta de Offerum, el plan era bueno, bonito y, extremadamente barato, tapas portuguesas para dos por 9 Euros… así que lo cogimos y allí que nos fuimos de excursión limonera. Nunca había probado estas ofertas colectivas en su versión gastronómica pero, al menos esta, salió más que bien.

El lugar en cuestión se llama Fado, parece más un bar donde tomar el café que un restaurante pero luego sorprenden con cenas con Fados todos los miércoles y jueves. Está al norte, por la zona de Avenida de la Paz, un poco alejado, pero cerquita del metro que es algo que siempre compensa. Por cierto, hablando de cosas que compensan, en verano tienen terraza.

Es uno de esos buenos sitios para comer a deshoras… y donde es mejor ir a comer con hambre. La oferta prometía tapas para dos, pero hubiéramos comido tres sin absolutamente ningún problema.

Fado

El menú arrancaba con un variado de fritanga:  unos buñuelos de bacalao, unas croquetas «Findus», unas chamuças de carne, y unas empanadillas de langostinos (lo que vienen a ser risoles)… lo mejor eran los buñuelos con una diferencia abismal, primero porque estaban ricos y segundo, porque competían contra esas croquetas transparentes que eran el mal.

Después nos trajeron unas sardiñas alimadas, que en comparación serían como los boquerones en viangre, servidos con algo parecido a pico de gallo. De ahí a la zapateira recheada, una bomba calórica de palito de cangrejo y mayonesa servida en el caparazón de un buey de mar, no hay pan suficiente en el mundo para comer la

Luego pasamos a los cárnicos, una parrillada de embutidos aceitosilla pero curiosa, donde venían, entre otras suculencias colesterólicas, la fariñeira (una especie de embutido hecho de manteca y harina), una cazuelita con molleja de pollo y un chorizo al infierno… el hambre ya empezaba a flojear.

Y justo cuando menos hambre teníamos llegó lo que más ganas teníamos de comer, la tapa de bacalao a la portuguesa... que la verdad es que estaba bien bueno, aunque no tuvimos valor de comérnoslo entero.

El sitio es sencillo pero razonable, igual que los menús. La carta es un poco menos económica pero, la verdad, es que probar todo lo que probamos, con viño verde incluído por 4,50€ hacen que se lleven una lima y media de manera directa. No es como estar en Portugal, pero cura un poco la morriña.

 

http://www.fadorestaurante.es/

Dirección: Calle Emiliano Barral, 12, 28043 Madrid
Teléfono:915 19 77 25


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Mitos y realidades de la empanada gallega.

Esto de las empanadas es una de esas cosas que parece más simple de lo que realmente es. Llevo media vida fuera de Galicia y llevo esa misma vida reivindicando la empanada de verdad porque amigos míos, la empanada de verdad no es de bonito con tomate y huevo duro. En realidad, es de casi cualquier cosa, menos de atún con tomate y huevo duro.

A la empanada le ha pasado un poco como al pan, cada vez es más difícil encontrar una buena, las panaderías se han industrializado y venden cebolla semicruda en pan arrojadizo. Un horror capaz de repetir durante tres días consecutivos y proporcionarte calorías suficientes para aguantar un invierno en la cueva.

Partiendo de la base de que hay tantas empanadas como cocineros barra as, las preparen podríamos dividirlas en dos, pan de trigo y pan de maíz o de millo para los amigos (de esta os hablamos en nuestra visita a las Illas de Ons), la de maíz es menos frecuente, algo más difícil de preparar y bastante más difícil de comer porque se desmenuza pero, sin duda es mi favorita. Y luego está la de hojaldre que es un invento extraño que sólo triunfa rellena de jamón y queso y en los cumpleaños infantiles.

Dentro de las de trigo está el abismo, pero volvemos otra vez a la masa gorda y la masa fina. Las hay que con un trozo estás alimentado… y las que te podrías comer la empanada entera. Las hay secas, aceitosas, crujientes, gomosas… y casi todas tienen su punto, sus seguidores y sus detractores.

Con lo de la Zaragallada (relleno) hay para escribir una enciclopedia. Quizá la más tradicional y, sin embargo, más reciente (ha llegado al gran público hace, como mucho, cuatro años) es la de grelos con chorizo o la de cocido (con patata y todo) del interior de Galicia. Están las típicas de carne, bonito (sin tomate) y bacalao con pasas. La de zorza, que de todas es la única que no lleva una montaña de cebolla o las modernas con algas y tofu.

Una de las mejores empanadas del mundo. La de Miguel Oliveira.

Una de las mejores empanadas del mundo. La de Miguel Oliveira.

Y luego, las impresionantes, las que definen una cultura, las que hacen que te preguntes en qué diablos estaban pensando cuando las empezaron a hacer y que, sin embargo se siguen haciendo: son las de berberechos (croques) con cáscara, la de pollo y conejo con huesos o la que se hace con el pescado entero.  Ese momento de comida campestre, con mantel de cuadros, comida para un regimiento y una empanada con bultos en el centro y los gritos de… yo quiero el de la derecha que quiero que tenga Currusco (borde) y muslo son impagables. Ver como desmontan la empanada y se pringan para poder quitarle el hueso al animal también tiene su cosa… aunque, como todo hay que decirlo, el sabor no tiene punto de comparación.

La empanada es una cosa muy de casa, que compite con la tortilla en el campeonato mundial de «la mejor es la de mi madre«. Como os decía al principio, fuera de casa, cada vez es más difícil dar con una buena, pero aún así se encuentran… y se extienden como leyendas urbanas y todo el mundo conoce y ha oído pero llegado el momento, casi nunca saben recomendarte donde la puedes comprar. Es algo así como el Dorado.

En todo caso, de pan de millo, de trigo, negra como el choco, con tajadas, cáscaras o espinas… si tienes la suerte de dar con una buena empanada no la olvidarás, es un placer de tres limas. Y para terminar… una petición limonera, por favor, experimentad!!! La empanada es comida de aprovechamiento, utilizad lo que tengáis por casa hay vida más allá del atún con tomate y qué vida!


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L´ARRUZ, arrocería de menú del día en Madrid.

Mira que hemos visitado sitios ya y todavía no hemos caído en una arrocería. Hoy ha llegado el día. Vamos a un restaurante que está cerquita de Cuzco aunque están más expandidos que los romanos en los buenos tiempos, tienen sede en Alicante, Albacete, Bilbao, Burgos, Madrid y Palma de Mallorca. De hecho, en Madrid tienen dos.

El sitio es enorme, tiene un montón de mesas e incluso terraza. Casi siempre está lleno, eso os da una buena señal de que la cosa va bien. Entre semana tienen menú del día, cuesta 16 euros, que es más de lo que estamos acostumbrados a pagar por un menú, pero si pensamos que que viene con un buen arrocico el precio se vuelve mucho más razonable.

Larruz

El menú es siempre el mismo, pero tiene tantos platos que podrías comer todos los días seguidos durante un mes y no repetir primero. Para que os hagáis una idea tienen ensaladas (de tomate Kumato, de queso fresco, de endivias), tomates en formato timbal (Que es la forma de moda de presentarlo bonito y gastar la mitad del tomate), gazpacho, espinacas a la catalana, ensaladilla y saquitos de marisco, involtini de berenjenas, foie a la plancha, bla, bla, bla.

Nosotros pedimos unas croquetas caseras de jamón ibérico y alioli que estaban super ricas y cremosas y una Coca con Escalivada de Pimiento Rojo, Cebolla, Atún y huevo cocido que os recomiendo encarecidísimamente que pidáis. Si le preguntáis a mi lorza os dirá que le sobraba un poco de aceite pero, la verdad es que estaba super, super, super rica!

De segundos la oferta tampoco se queda corta, hay hambuguesa total con los productos estrella de la temporada (cebolla caramelizada y foie) A lo loco!, chipirones, lomo de bacalao con reducción de Pedro Ximénez (otro clásico limonero), carrillera y callos a la madrileña y luego… los arroces.

Para pedir arroz hay que ser como mínimo dos, no es un plato para comer en soledad, todos los días hay arroz a banda y por 10 euros más con bogavante, y luego cada día tienen una especialidad, los lunes de pollo y verdura, miércoles de la huerta, viernes con gamba roja y verduras… y el jueves (y era jueves) con boletus. Así que no nos lo pensamos más, arrosico de boletus. Viene en su paella y os garantizo que está muy, muy rico. Y es más que abundante.

Los postres también son apetitosos, sobre todo las láminas de kiwi con caramelo y el helado de leche merengada con canela que te ponen una bola del tamaño de las del Atomium, pero está tan rico que te comerías dos.

En resumen, un local agradable, un precio razonable en una zona donde no abunda, una comida muy rica, unos camareros majos y un arroz rico se lleva una lima y media bien gordota.

 

http://www.larruzz.com/

Dirección: Calle del General Yagüe, 6, 28020 Madrid
Teléfono:915 97 11 31


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MALATESTA… de los mejores italianos de Madrid.

Hace unas semanas publicamos el resumen de los mejores italianos del año limonero, hoy visitamos otro que, a buen seguro, estará en la quiniela de los mejores del año que viene, el Malatesta.
La historia cuenta que los Malatesta son una familia que gobernó Rímini de 1295 al 1500, doscientos añitos de nada que diría Gardel. No sabemos si en Madrid este restaurante superará ese record… lo que sí sabemos es que apunta maneras.
Malatesta se esconde en la callejuela de la chocolatería San Ginés. (Sí, sí, esa a la que le debemos una entrada), unos pasos por detrás de la plaza Mayor. Es un local coqueto, lleno de plantas y de azulejos y con una maravillosa terraza para el verano. Una de esas pocas terrazas en Madrid donde puedes estar sentado sin riesgo de encontrar ni un solo coche.
Lo hemos probado en dos versiones, de menú y a la carta… y en las dos versiones funciona super bien. De menú las opciones son siempre las mismas, con excepción de un plato que cambia todos los días. Cuesta 12,50€ y sales más que satisfecho. Según su web, las pastas son caseras y las elaboran todos los días, la verdad es que están bien buenas y eso es un buen punto.
Malatesta menu
De primeros tienes Ensalada cesar y Vitello Tonnato que no probamos y una búffala con salmorejo que estaba sabrosa aunque se les había ido la mano con el vinagre y un Carpaccio de atún cargado de hinojo que conquistaba (siempre y cuando te guste el hinojo y te traslade a Campo de Fiori). De segundos obviamos el solomillo de cerdo, los espaguetti bolognesa y el plato del día y optamos por unos orecchiete de berenjena y pez espada que estaban de morirse! y Una pizza de jamón y champis con una masa rica y un relleno… obvio. De postre pedimos un carpaccio de piña con helado de vainilla rico, y que cumplía con la función… dar todo un servicio de postres con una única piña.
Malatesta plato
En la versión un poco menos pobre, pero no de ruina, nos lanzamos a unos mejillones con tomate picantes que estaban megabuenísimos (8,80€) y que, además no tenían ningun secreto para hacer en casa y una pizza cada uno, Fiori de bosco: con boletus, parmesano y espárragos trigueros. Y la primavera (Muy recomendable) con rúcula, tomate seco y pesto… De postre probamos una milhoja con fresas que ya no nos cabía pero que estaba rebuena.
La cena salió por unos 25 euros por cabeza y nosotros salimos rodando.
Un italiano auténtico, riquísimo y con platos diferentes, en el centro de Madrid y a precios razonables se merece las dos limas.
Dirección: Calle Coloreros, 5, 28013 Madrid
Teléfono:913 65 90 97


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NAKEIMA… y la fama merecida. (Madrid)

En la entrada de hoy ponemos a prueba el Nakeima, uno de esos sitios que en cuestión de meses se han puesto en boca de todos. Era la segunda vez que lo intentábamos, la primera de ellas, ilusos nosotros, fuimos a las dos y media esperando mesa como si fuera un restaurante normal pero… nada más parecido a la realidad, la segunda vez sí lo conseguimos, aquí la crítica cítrica de nuestra visita.

En Nakeima caben 20 personas, 18 sentadas y dos de pie. Dan un servicio en cada turno, como lo estáis leyendo. Uno a la hora de comer y otro a la hora de cenar… ya que dos y dos son cuatro, un máximo de cuarenta personas diarias comen en Nakeima, una estrategia curiosa pero que les ha salido bien. Lo están petando! Las soluciones fáciles aquí no funcionan, no vale reservar, hay que plantarse en el local a eso de la una en la comida y a eso de las 20.15 en la cena y hacer cola. Si  cuando llegáis la cola es de más de 20 personas… casi que no vale la pena ni que lo intentéis.

Si habéis sido madrugadores y suertudos un chico encantador saldrá con una libreta y te tomará nota, nombre y número de personas y te citará para las dos o las nueve de la noche. Así que te vas a tomar una caña, vuelves y esperas otra vez a que te llamen y te enseñen el rinconcito que han preparado para ti.

El sitio es simple y estrujado, fuimos los últimos afortunados y eso tuvo precio, nos tocó comer de pie. Un rollito muy StreetXo pero sin cubiertos de plástico, sólo con palillos. Pese a que es moderno e informal, en realidad, todo es muy civilizado, van tomando nota por orden… otro camarero más majo que el anterior te empieza a contar todo lo que tienen ese día desglosado por tipos, que si entrantes, que si niguiris, platos fuertes, platos más fuertes… el chico va anotando y te va encandilando como si fuera un encantador de serpientes y tú la cobra en la cesta. Tened cuidado o pediréis de todo, y lo peor, lo haréis felices.

Todo está muy a la vista, en la barra preparan un montón de platos y los demás los hacen en cocina que están detrás de ti, con unas cristaleras enormes. Todo transparencia. Así que más hambre que te entra. La comida sale a ritmo, si pides de todo no paras de comer y si hay algo que no has pedido, miras con carita de pena a los afortunados que la saborean.

De la comida, lo que menos nos gustaron los niguiris, como que aspiraban a mucho y luego no decían tanto, de entre ellos, el más rico, el ibérico, tocinaco del bueno sobre arroz  japo. Lo que más, el tataki de pez mantequilla dulzón sabroso y marinado en miso, de morirse!!! Eso sí, la salsa recordaba peligrosamente a las caballas de David Muñoz. Pero confesemos que estaba todo de morirse, el rollito de primavera, casero y mezcla entre chino y thai era ñaaaam. El palo de pollo estaba super rico, la salsa era deliciosa y el momento en que el palo fuera un palo de Lemon Grass mordisqueable les hizo subir un montón de puntos limoneros.

nakeima

El bocata de criollo era un poco «demasiado», momento chorizo (de buena calidad y no repetidor) mezclado con ensaladilla para «desengrasar», mi no comprender. guarrindongada total quizá tampoco muy recomendable. Lo que sí es recomendable es el Bocata de calamares en pan hervido, menuda delicia!! No os fiéis de las fotos de los «gastroreporteros» son unos mentirosos… en la foto parece enorme y luego el bocata es del tamaño de un polvorón. Y por último el curry de pollo. Picantito pero buenísimo.

La verdad es que no pudimos salir de allí sin haber probado el postre, una piña asada con crema de chocolate blanco y un ingrediente secreto salado que, aunque descubrimos, juramos no desvelar.

En definitiva, Nakeima es toda una experiencia, pese a que se definen como dumpling bar, nos ofrecieron de todo pero ese día dumpling ni uno, las cosas estaban buenísimas… todo en general y cada cosa en particular, el rollo es muy StreetXo, música machancona de fondo y camareros jóvenes encantados de estar detrás de la barra, el precio fue de 34€ por cabeza, bastante para lo que hemos comido pero no tanto para la experiencia que te llevas. Un resumen de dos limas y media.

Ah, y que no os hemos contado el puntazo que fue coincidir con el gran Luis Rodríguez de Profundidad de campo a nuestra izquierda y, sobre todo, ver su cara con el «no sé qué de oreja» que se estaban comiendo. Placer era poco, todo un limonero! 😀


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Escapada limonera a los Cristianos (Tenerife)

Visitar amigos es algo que siempre vale la pena estén donde estén, pero hombre… si están en Tenerife, como que el aliciente es siempre un poco mayor. Así que aprovechando uno de los bonitos puentes del mes de mayo nos cogimos un vuelo Ryanair hasta la isla y saldamos la deuda de nuestra visita pendiente. (Si es que te somos de un sacrificado….)

Nuestros amigos limoneros viven en Los Cristianos, al sur de la isla. Pese a eso y, por necesidades del guión, volamos a Tenerife Norte, las distancias en las islas son una cosa bastante relativa, léase, el aeropuerto está lejíiiiisimos, pero del norte al sur se tarda poco más de una hora. La misma hora que se tarda en llegar a Barajas desde el centro de Madrid.

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Volar con Ryanair tiene sus cosas, la primera es la psicosis que crean con la maleta, tienen unos cajetines miniatúricos donde tiene que caber la maleta. La mayoría de las maletas que nos venden como equipaje de mano, no caben y se traduce en que te facturan la maleta y te cobran unos 40 euros de castigo (allá fue todo el ahorro). Eso hace que en la cola de embarque la gente esté nerviosa y vestida como si fuera a volar al polo. Con toda cuanta ropa le cabe encima.

Una vez que superas este drama llega el espectáculo, Ryanair es lo más parecido que hay a la teletienda en aerolíneas, no callan durante todo el vuelo (excepto en las horas legales de silencio) y te venden de todo: Rascas y ganas y calendarios benéficos, perfumes, regalos, comida… pero te lo venden en modo mercadillo «Mary, que me lo quitan de las manos». En el último vuelo el azafato llegó a decir compren la lotería, ganen y den la vuelta al mundo y si no tienen con quien ir, llévenme a mi. Pues así todo.

Aunque lo mejor sin duda es la trompetilla que significa que han llegado a tiempo. Eso y la puta manía de la gente de aplaudir al aterrizar como si durante el vuelo con tanto anuncio hubieran perdido la esperanza de llegar a tierra sanos y salvos.

El tema, que nos despistamos, Canarias es un lugar que no se vende todo lo bien que debería. Resumen todas sus lindezas en un sol y playa, que es verdad, pero no sólo. Canarias es un paraíso, lleno de naturaleza, de vida, de fiestas, de animales. Tenerife es el segundo mejor lugar del mundo para observación de cetáceos. Que haya tenido que ir allí para enterarme…

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La gastronomía canaria es otra gran desconocida, nop, los canarios no se alimentan en exclusiva de plátanos, aunque haya palmeras plataneras por doquier. Comen papitas arrugás con mojo picón verde y rojo, queso blanco a la plancha, croquetas de plátano… un mogollón de cosas ricas que, por desgracia, en los sitios tan turísticos como los Cristianos, no abundan. Está invadido de jubilados con pelo blanco y camisas de flores que se alimentan a base de «garlic bread y lasagna».

Tenerife tiene un montón de influencia venezolana, eso hace que otro de sus platos típicos sean las arepas. Una delicia en versión fritanga. La Catirita es una de las areperas (que no areperías) más auténticas que podéis encontrar en Arona.  Tienen una carta inmensa.. aunque nuestra favorita fue la de carne mechada. La de chorizo perro (típico canario y similar a la sobrasada) y queso es imprescindible probarla… aunque ya os aviso que comeréis durante el resto del día, y la de guayaba y queso en forma de postre es deliciosa.

Tenerife

En el sur de la isla es donde está el mayor atractivo natural, el Teide, el pico más alto de España, y el tercer mayor volcán del mundo. De entrada puede parecer que un volcán tiene poco para ver… pero qué error!!! Es alucinante, el paisaje es muy diferente a cualquier cosa que hayas visto, entre otras cosas, porque a cada curva es diferente entre sí. El juego de la presión también es muy divertido, las bolsas al vacío se inflan al subir… y las botellas que has abierto en la cumbre se estrujan al bajar. Todo un juego científico para los que vayan con críos.

Y luego está la parte acuática, en términos de buceo es una gozada. Puedes encontrar tortugas, rayas y mil peces de colores.. y si coges un barco (unos 15 euros por persona) puedes hacer una excursión de dos horas para ver ballenas y delfines. No son enormes pero son igualmente bonitas e impresionantes.

Para la parte gastronómica mejor quedarse en Santa Cruz donde los autóctonos todavía deciden. Para todo lo demás cualquier parte de la isla tiene su encanto. Un paraíso natural donde, aunque parezca imposible, resulta super fácil escapar del turismo masificado y encontrar un rincón donde reconciliarte con el mundo.

 


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TOÑI VICENTE… tapeo marinero. (Vigo)

Volvemos a Vigo y lo hacemos yendo al sitio que durante un largo tiempo fue el Puesto Piloto y que desde hace algo más de un año regenta la Cocinera Toñi Vicente. Confieso que llevaba mucho tiempo con ganas de ir a este lugar, probablemente, verlo todos los días de camino a la playa haya tenido algo que ver.

Toñi Vicente es una de las cocineras gallegas con más renombre, contaba en una entrevista de la época de la apertura del restaurante que Volver a Vigo era su sueño, lo cierto es que viendo los objetivos que se marcaba, un local con muy buena calidad, buen producto y de temporada y precios razonables… parece que los ha cumplido. Aquí va nuestra crítica cítrica.

Al Toñi Vicente puedes ir en dos versiones, de tapas o a la carta. Para la zona de tapeo han preparado la entrada del local, unas barras de madera y con taburete enfrente de la barra de los camareros, una zona que tiene muy buena pinta pero que estaba tan vacía (un viernes por la noche y estábamos solos) que decidimos pasarnos al comedor, aunque la opción de tapas siguiera en vigor.

El comedor es muy viejuno, han hecho un intento de modernizarlo con unas pinturas en el techo pero… no han conseguido que pierda el rancio de los salones de boda de los noventa. Además es enorme y, claro… los locales enormes y vacíos son mala mezcla. Eso sí, tiene unas vistas a la ría espectaculares.

Llega la carta y nos recomiendan que en vez de tapas escojamos platos y los compartamos, aceptamos el consejo y la verdad es que salió bien… el problema fue elegir. No os exagero si digo que un tercio de la carta (que tampoco es tan larga) no les quedaba y como siempre, Murphy manda, ese tercio coincidía exactamente con lo que se nos antojaba pedir.

Arrancamos con un aperitivo de helado de salmón que estaba buenísimo. Después de darle muchas vueltas, ya con algo en el estómago pedimos unas zamburiñas, cargadas de ajo y fuertecillas, pero ricas. Un crujiente de langostinos con una espuma de queso que estaba rico pero la verdad es que ya aburre un poco y unas croquetas de marisco que, sabían a marisco, punto importante, pero tampoco es que fueran la mayor delicia de la humanidad.

ToñiVicente

El salmón marinado merece mucho la pena, probablemente, la lubina también, venía servido con helado de parmesano, muy bien cortado y muy suave. Rico, rico. El pastel de cabracho también estaba buenísimo, con sus tostaditas de pan para untarlo… muy bueno.

Sin duda lo peor de todo fue la Selección de quesos, cuatro variedades, entre ellas un parmesano muy flojucho y un queso manchego que acababa de salir del envase al vacío. Buena parte del error fue nuestro por pedirlo pero nos vendieron una selección de quesos gallegos que sonaba de mil amores… El queso tiene que tener mucha salida o sino te encuentras con tablas de quesos precortados recién salidos del envase al vacío que dan mucha penita y, en los sitios hay que pedir lo que hay que pedir, en el Toñi Vicente, productos hechos con pescados frescos.

Lo más divertido era ver a los camareros, unos entrajetados señores que hacían juego con el salón, explicando el queso parmesano como si fuera un producto exótico traído de Italia a lomo de un burro, o los platos con helados salados como si fueran elaborados en el mismísimo Marte.

Aún nos quedaba sitio para el postre, así que probamos su famosísima torrija de mi madre con helado de piña, rica, pero sin fundamento para tanta fama. El coulant de chocolate, con helado de chocolate, claro está. Y las arenas de chocolate con helado de Te Matcha que realmente estaba muy rico.

Habiendo bebido una botella de Ribeiro para cuatro, la cosa salió a unos 25 euros por cabeza, muy razonable. El local , el hecho de que estuviera vacío, que estuvieran sin tantos productos en la carta hace que se ganen medio limón, pero la verdad es que los platos de pescado (como tapa o como plato principal) valen mucho la pena, son muy buenas materias primas y bien trabajadas, eso les da una lima y media.

Y un limonsejo, vale que se hayan comprado una máquina de helado y estén emocionados pero tampoco hace falta que dos de cada tres platos lleven helado de algo. En la variedad está el gusto.

 

http://tonivicente.es/

Dirección: Av Atlántida, 98, 36201 Vigo, Pontevedra
Teléfono:986 24 09 92

 


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Cinco chinos limoneros.

Seguimos con la ronda recopilatoria de entradas… Hoy os hacemos una lista de los mejores restaurantes chinos que hemos visitado, desde los chinos chinos a los orientales en sentido amplio. Los mejores dumplings, los mejores rollitos, los mejores tallarines… en definitiva, un mundo limonero de ojos rasgados.

El puesto de honor se lo lleva el DON LAY… Uno de los chinos, chinos más chinos de Madrid. Famoso por sus dumplings caseros, por haber tenido medusa en la carta y por cocinar desde hace un montón de años Alta Cocina Cantonesa. Tienen carta, al medio día buffet libre y siempre menú degustación por 20€. Es recomendable ir en grupo, sentarse en una de sus mesas redondas giratorias y probar toda la carta.  Dos Limas que se llevaron.

Paseo de Extremadura, 30. Madrid.

Don Lay Madrid

El segundo puesto es para EL CHINO DE PLAZA DE ESPAÑA… Otro chino, chino, escondido en un parking junto a la caseta del vigilante. Suena poco apetecible pero es delicioso. Eso sí, muy muy cutre. Su punto fuerte son las sopas y los tallarines, las verduras con las que los preparan marcan la diferencia. La verdad es que los dumplings no se quedan atrás. Una lima y media y la recomendación de coger la comida y llevártela, en los jardines de Plaza de España las cosas saben el doble de ricas.

Parking de plaza de España, Madrid.

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El tercer puesto es para LUOS… y su menú de 11 euros  que en su día le valieron las dos limas y media de Julio Embid.  Esta vez la comida es oriental fusionera, desde una tempura de berenjenas a un buey con verduras y curry. Los nombres suenan a más de lo mismo pero hacen cosas como echarle piñones al arroz… «ya tú sabes».

c/ Andrés Mellado, 5. Madrid.

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El cuarto lugar lo comparten dos restaurantes con lima y media, el WEI en Las Tablas y el VICTORIA en Las Rosas. Ambos son restaurantes modernillos con comida china occidentalizada y bien cocinada. La parte del wok en el Wei la tienen muy dominada y el buey en salsa de naranja del Victoria es para no perdérselo. Ricos y fiables, si os pillan por la zona hacedles una visita.

WEI Calle de San Julián del Camino, 7 (Las Tablas) Madrid y VICTORIA: Avda. de Guadalajara, 36. Las Rosas, Madrid.

El quinto lugar se lo queda el BISHOKU, otro restaurante fusionero por la zona de Guzman el Bueno. Los primeros de fritanga (rollitos y wantones) no son nada del otro mundo pero los segundos son muy ricos, el curry de gambas (con su colita con cáscara y todo) especialmente. Un menú económico y diferente en una zona en que la variedad no abunda.

Paseo de San Francisco de Sales, 27,  Madrid


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Una docena de pistas para no acabar en un mal restaurante.

El mundillo gastronómico está lleno de trampas, lugares con aparente buena pinta, precios mucho mejores que la media y promesas de guinnes de los records que pueden acabar nublando nuestro instinto y causándonos más de una indigestión.

Hay quien ha nacido con el don de acertar, esa gente que vaya a donde vaya siempre acaba comiendo supermegabien y por cuatro duros, incluso aunque esté en el paseo marítimo de Benidorm. Otros no han nacido con esa estrella pero, amigos míos, todo se aprende y aunque siempre hay un riesgo de error, hoy os traemos una docena de pistas para no caer en un mal restaurante.

Después de casi un año pateándonos cientos de restaurantes de este bonito país y parte del extranjero con De Lima a Limón alguna buena conclusión teníamos que sacar y lo suyo es compartirla. Aquí están:

1. Huye de restaurantes con vinilos y colores chillones

Sí, sí, eso de colores fluorescentes que se ven desde el otro lado del pueblo, donde la ración de bravas tiene muy buena pinta el día uno y se va poniendo pálida hasta acabar con peor cara que los pollos del Simago.

Escapad de esos restaurantes. Si necesitan anunciarse tanto y tan visiblemente es que algo no va bien. Recordad, que los mejores sitios sobreviven con el mismo cartel de hace cien años y escondidos en las callejuelas más recónditas, por algo será.

2. Escapa de los multimenús

Elige entre 10 primeros y 10 segundos, esto nunca sale bien. Es imposible mantener un menú decente de más de cuatro opciones y ya hay que ser muy rarito para que no te valga ninguna de las que te pueden ofrecer.

En estos sitios te van a pasar dos cosas, la primera es que nunca les va a quedar de lo que pidas, ni aunque sea la una del mediodía, y la segunda es que lo que logres pedir va a venir revenido y recalentado. Por muy barato que sea… sé fuerte, no caigas.

3. No al festival de las ofertas y a los buffets libres

Vale la oferta del día, el menú del día o la especialidad recién traída del mercado pero no hablamos de esos sitios… hablamos de los bares donde ya casi no se ve el cristal de la cantidad de folios que tienen pegados. Donde elegir lo que quieres pedir es más difícil que ir al Telepizza con masas, salsas, ingredientes y complementos.

Si necesitan cubrirte a ofertas es que algo no va bien, o en condiciones normales te timan o es que están muy necesitados. (Ver punto 1)
Los buffets tampoco son buena opción, esos platos donde mezclas arroz, con fritos, con pizza con algo verde porque te sientes mal y, en general, todo es recalentado y nada está rico. Elige un buen menú, no saldrás rodando y todo estará mucho más bueno.

4. Escapa de locales vacíos

Por muy buena pinta que tenga si está vacío y no lo conoces, no entres. Si aún así tienes mucha fe en el local, date un paseo y vuelve media hora más tarde. Si sigue vacío… huye a tu segunda opción.

Nota: si el local tiene gente pero son abuelos jugando la partida y tomando carajillo y no ves restos de comida, no te hagas trampas al solitario, tampoco vale.

5. Alejate de zonas turísticas

La ambición de engañar al turista es algo universal, vayas al país que vayas, siempre hay algún hostelero dispuesto a aprovecharse de la cartera del amante de un día que nunca más va a volver. No piquemos, ahorrarnos este mal trago es muchas veces tan sencillo como cambiar de calle.

6. No te fíes de restaurantes temáticos

Irlandeses en Moratalaz, Gallegos en la Gran Vía o la cocina de la abuela en Castellana. Sí pequeños Sherlocks, algo de esto no encaja. Quizá os perdáis el mejor lacón con grelos de la historia pero lo más probable es que os ahorréis un disgusto.

7. Ni de gastrobares con aspiraciones

Espuma de mar con crujiente de alga y esencia de gamba en un menú de 11 euros tampoco es un buen indicador. Si queremos probar estas cosas mejor ahorramos durante seis meses y un día nos pegamos un homenaje con un menú degustación de un estrella Michelín. Tanta palabrería suele esconder un menú tan flojo como los productos de la teletienda.

8. No tengas piedad de la momia de merluza de la vitrina de la entrada

Clásico restaurante viejuno, con vitrina en la puerta llena de hielo y animales prehistóricos que saludan por el nombre a los viandantes. No tengáis piedad y no seáis benévolos. Esa merluza es el reflejo de todo lo que os vais a encontrar dentro. Palabra de limonero.

9. Si tienen Crujicroques o Paellador también puedes huir

Señal inequívoca, es como una cruz en la puerta. Corchopán recalentado a precio de oro pensado para el turista amor de un día… Ver punto 5.

10. Si Chicote entraría con un Kalashnikof, no entres

El amigo Alberto muchas veces es un poco exagerado en sus reacciones pero si lo piensas suele tener razón… antes de entrar en un restaurante nuevo piensa si te imaginas a Chicote en medio de las mesas con un fusil de asalto. Fíate de tu instinto, si te dice que puede ser así. Sal corriendo antes de que la salmonelosis sea más rápida que tú.

11. Si te persigue un tipo con el menú en la mano aunque sean las 11 de la mañana

Esta es una de esas reglas de tres inversas que nos enseñaban en el instituto… cuanto más me persigas para que entre, menos ganas me quedarán de entrar. Es como los que intentan ligar como si fueran antibióticos de amplio espectro. La desesperación no es buena amiga.

12. Di no a las franquicias, sobre todo si son estaciones de servicio

Y por último, un no rotundo a las franquicias, sobre todo a las de las áreas de servicio con el bocata arrojadizo de jamón y refresco por el inigualable precio de 9,90 euros.

Si aún después de todo no encuentras una opción mejor que un Burrikin o un Vips o te va la marcha… hay una cosa que tienen buena y hay que reconocérsela, estos no defraudan sabes a lo que vas y lo cumplen.

Buen provecho limoneros!

Republicado con permiso de Una Docena.com